sábado, 27 de julio de 2019

Fernweh

No creo en el destino, o por lo menos no en que tengamos uno fijado desde el momento en que nacemos. Hay condicionantes desde ese momento, incluso desde antes de nacer: la condición social de tus padres, las condiciones materiales en las que eres criado, etc. Pero eso, aunque influye, no determina necesariamente lo que va a ser de ti en la vida, o lo que va a ser tu motor, lo que anhelas, lo que consigues. El destino lo vas haciendo tú mismo con cada decisión que tomas, hasta que llega un momento en que sí, después de muchos pasos llegas a donde tenías que llegar, aunque no necesariamente sea donde querías o esperabas. 

Por eso no estoy de acuerdo con lo que suelen decir los que creen en el destino: "las casualidades no existen". Sí que existen, concho. Tú dale miles de millones de años luz al universo (anda, si ya los tiene) y puede pasar cualquier cosa. Incluso que en una piedra redonda que flota en el espacio surja una cosa llamada vida que acabe dando lugar a una tipa pesada que en este mismo momento aporrea el teclado de un portátil y tú acabes leyendo esto. Pero a veces hay coincidencias curiosas que llaman la atención y que hacen que precisamente esa tipa pesada se ponga a aporrear el teclado de su pobre portátil. 

Veréis, hay una palabra en alemán (siempre hay una palabra en alemán) que expresa un concepto que yo he sentido desde hace muchos años pero que no sabía que tenía un nombre hasta hace poco. Esa palabra es fernweh: dícese de "el dolor que experimentamos al no encontrarnos en un sitio lejano", como se explica muy bien en este artículo de un blog que he descubierto al buscar la palabreja en cuestión: Fernweh, la palabra alemana para quien echa de menos estar en tierras lejanas. Ni siquiera hace falta que ya conozcas esas tierras. Es más, el auténtico fernweh es el que sientes cuando anhelas ir a un lugar en el que nunca has estado. Me pasa con muchos sitios, pero si hay uno que añoro especialmente es Irlanda.

Cómo no vas a querer ir a un país en el que está la mismísima Calzada de los Gigantes
Ay, Irlanda de mis amores, en la que nunca he puesto un pie. No sé por qué, pero siempre me ha atraído irremisiblemente. Creo que ese sentimiento comenzó por la música. Mientras que en mi adolescencia me aficioné al heavy, querencia que continúo cultivando hasta hoy, a principios de los 90 empecé a descubrir otra de las músicas que más me gustan: la celta. Y ya sabemos que donde más música celta se produce y se escucha es en Irlanda, aunque se extienda por muchos otros países. Además, no es que ese amor surgiera de la nada: uno de los que siguen siendo mis discos favoritos es "Over the Hills and Far Away" de Gary Moore (irlandés, of course), del que ya me enamoré en el 87, justo cuando empecé a escuchar heavy, y la canción que le daba título era puro rock celta (hasta aparecía Paddy Moloney tocando la gaita, aunque casi no se le notara). Así que una cosa llevó a la otra, y gracias a la música, a películas, a libros y a otras circunstancias como lo rica que está la cerveza Guinness (aunque en realidad mi favorita es la Murphy's, pero ya no la traen a los pubs madrileños, maldita sea Heineken) me acabé enamorando de Irlanda sin haber llegado ni a acercarme. Realmente me atraen en general todos esos países norteños y remotos que han alimentado las leyendas que luego influyeron en la literatura fantástica que tanto me gusta y que a su manera siguen pareciendo surgidos de los cuentos de hadas, poblados por densos bosques y verdes praderas y cubiertos de nieve en invierno y habitados por criaturas misteriosas y mágicas (que vivan sólo en las leyendas es lo de menos, no me seáis aguafiestas): en mi lista de países y territorios a los que tengo que viajar antes de morir, después de Irlanda, están la península escandinava, Islandia, Escocia, y también, ya por extensión, me gustaría viajar a Siberia y a Canadá, incluso a Alaska (Cicelyyyyyy 😍). Es más, esa querencia por los lugares remotos y hasta cierto punto aún salvajes hace que también desee viajar a Australia, Nueva Zelanda (que, al fin y al cabo, es el reflejo austral de las islas británicas: por eso ya me llamaba la atención antes de que se estrenaran las películas de El señor de los anillos, aunque después de su estreno resultaron un aliciente más para querer ir, claro), Chile, del que una amiga que vivió unos años allí me ha contado maravillas sobre su extraordinaria naturaleza, y Japón, que me parece el país más alienígena de nuestro planeta.

Pero primero siempre estará Irlanda. Y últimamente se han dado algunas coincidencias que me han hecho volver a sentir un fernweh terrible por la Isla Esmeralda. Hace no mucho estuvo Loreena McKennit dando un concierto en Madrid, al que no pude ir, para no variar 😒. Loreena es canadiense, pero su familia tiene orígenes irlandeses y escoceses, y yo adoro su música desde esos primeros años 90 en los que descubrí la música celta. Después, surgió la ocasión de quedar con una amiga de Vitoria que justo venía ayer a Madrid para el concierto de Muse (al que tampoco podía ir 😢), y fuimos a ver la exposición de Balenciaga y la pintura española en el Thyseen, que os recomiendo muy mucho. Ella sí ha estado varias veces de viaje en Irlanda, adonde dentro de poco volverá, y contándome sus viajes hizo que el fernweh se apoderara otra vez de mí. Y esta mañana, al encender el ordenador, me ha saltado el Explorer con enlaces a Skellig Michael, la mayor de las islas Skellig. (No sé si os pasa a vosotros, pero a mí siempre me salta el Explorer al encender el portátil, aunque yo normalmente uso el Firefox. Seguramente podría desactivarlo, pero como soy masoca no lo hago porque me gusta cuando me salen páginas de lugares a los que quiero ir pero de momento no puedo por falta de dinero y de vacaciones). Y resulta que no sólo Skellig le da nombre a una de mis canciones favoritas de Loreena McKennit, sino que también fue el escenario en el que se rodaron las escenas de Luke Skywalker en The Last Jedi: como muchos sabréis, esa isla remota en no recuerdo cómo coño se llama el planeta al que va Rey a buscarlo, es en realidad Skellig Michael, en la costa occidental irlandesa, y los achuchables porgs en realidad son frailecillos, ahora mismo los únicos habitantes permanentes de la isla. Así que me he puesto a Loreena en el Spotify (¡aleluya! Por fin está en Spotify, concho, que antes sólo había un par de canciones suyas que aparecían en recopilatorios) y a disfrutar mientras me dejo llevar por el fernweh. Para que os deleitéis, aquí os enlazo un vídeo hecho por un aficionado con imágenes de las islas y la letra, en la que el narrador, un monje irlandés que había vivido en el antiguo monasterio de la isla y ahora vive en otro monasterio italiano, le cuenta a su amigo John, que permaneció en la isla, que sufre de morriña por Skellig (que es precisamente el sentimiento contrario al fernweh, porque te hace añorar tu lugar de origen cuando estás lejos de él).


En fin, aunque no creo en el destino, sí que son curiosas las casualidades que se producen a veces. O eso, o es verdad que Google escucha y vigila todo lo que hago y digo y actúa en consecuencia 😅. Bueno, si es así, me da igual. Algún día iré a Irlanda.  Y desde ese momento pasaré de sentir fernweh a sufrir morriña. Bienvenida sea. Y una primitiva también, para hacerme una casa en Galway, por ejemplo. Un acogedor cottage en Connemara no estaría mal, ¿verdad? También admito donaciones y una remuneración por parte del ministerio de Turismo de Irlanda por hacerles promoción. Just saying. 

Mira tú qué chalecito más majo, oye

Oh, Danny boy, oh, Danny boy.

sábado, 13 de julio de 2019

Santísimas Trinidades

Como podéis ver, estoy en racha. Es lo que tiene procrastinar, que cuando tendrías que estar haciendo otra cosa es cuando te entran ganas de ponerte con alguna otra tarea perfectamente inútil pero que te apetece mucho más. Y como hace un rato se me ha venido a la cabeza una idea que ya tenía de hace tiempo pero nunca había plasmado, pues allá que voy, a daros la brasa con mis idas de olla, para no variar. 

El caso es que hace tiempo me di cuenta (o al menos eso creo, mi percepción puede estar equivocada) de que las grandes bandas de rock duro/heavy metal se podían agrupar en tríadas, las cuales se corresponderían más o menos a razón de una tríada por cada década. Así que procedo a hacer una lista de...

LAS SANTÍSIMAS TRINIDADES DEL METAL 

1. AÑOS 70: LED ZEPPELIN, DEEP PURPLE Y BLACK SABBATH.

He aquí a los padres del invento. En puridad, Deep Purple no son heavy metal sino hard rock, y Led Zeppelin casi se salen de cualquier clasificación: son lo previo al metal, incluso al hard rock, y al mismo tiempo van más allá. Pero da igual: para los que somos heavies clásicos, todo es heavy y punto 😝. Los que sí se puede decir que fueron la primera banda de heavy metal certificada son los Black Sabbath, pero entre los tres grupos sentaron las bases del estilo dominante en toda la década, por lo menos hasta que llegaron los punks en el 77 y la liaron parda. Lo curioso es que a los primeros que escuché fue a los Deep Purple, y en teoría debería preferir a los Sabbath, pero en realidad de los tres mis favoritos y a los que más valoro son los Led Zeppelin.
Igual que los Beatles, Led Zeppelin tenían un quinto miembro: la melena de Robert Plant
Ozzy fue el primer true metal pagan with rebequita de lana
Ritchie Blackmore se dejó bigote para que dejaran de confundirlo con un búho

2. AÑOS 80: JUDAS PRIEST, IRON MAIDEN Y AC/DC.

¡Mi primera camiseta chispas!
Igual que Led Zeppelin y Deep Purple en la santísima trinidad inicial, AC/DC no es heavy metal, pero también aceptamos pulpo. En realidad los tres grupos comenzaron sus carreras en los años 70, pero cuando consolidaron su estilo (bueno, AC/DC ya lo tenía consolidado de sobra; más que consolidado, fraguado en cemento Portland, porque son tan inmutables como Ana Blanco y su peinado) y sobre todo cuando lo petaron todo fue en los 80. Los Judas y los Maiden, en especial, contribuyeron a fijar la estética más clásica del heavy metal: Rob Halford con su cuero y sus tachuelas directamente extraídos de la estética gay leather (siempre me ha encantado esa paradoja de que muchos heavies machistas como ellos solos vistieran igual que los gays más notorios y activos) y las portadas de discos protagonizadas por Eddie, la "mascota" de los Maiden, plasmadas en camisetas negras que con el tiempo acabaron vendiendo hasta en el Bershka, pero que no podían faltar en el armario de ningún heavy de pro. Aunque fuera el único signo de que el heavy en cuestión lo era, porque a muchos sus padres no les dejaban llevar el pelo largo ni los vaqueros elásticos 😆. Con el tiempo fueron los Blind Guardian los que tomaron el relevo en el tema de las camisetas, pero los que sentaron las bases fueron los Maiden.

Y encima graban el vídeo de "Hot Rockin" tal que así. A Halford sólo le faltó salir con la bandera del arcoiris como capa a lo Superman XD
"A nosotros dejadnos de historias y traednos priva"
3. AÑOS 80, SEGUNDA PARTE: METALLICA, ANTHRAX Y MEGADETH.

Los años 80 fueron la edad de oro del heavy, y que tuvieran no una sino dos santísimas trinidades lo demuestra. A mitad de la década, aunque el género estaba en su punto más álgido, la fórmula comenzaba a estancarse. Mientras las discográficas y las radiofórmulas promocionaban a grupos que tiraban más por el hard rock suave, desde grupos de AOR ya veteranos a jovenzuelos hair metal herederos del glam de los 70 (estilos que también me gustan, que algunos de mis primeros grupos favoritos fueron Bon Jovi y Foreigner, por ejemplo) para llegar a más público, algunos nuevos grupos, fans de la segunda santísima trinidad y sus derivados, la NWOFBHM (no he estornudado, son las siglas de la New Wave Of British Heavy Metal) decidieron que la solución estaba en irse al otro extremo: meter más tralla hasta llegar al límite permitido por la capacidad auditiva humana. Los pioneros fueron Metallica, Megadeth (que en realidad era una escisión muy temprana de los Metallica) y Anthrax, que comenzaron por tocar a más velocidad (o sea, a hacer speed) y le dieron además un toque especial a la forma de tocar sus instrumentos, principalmente las guitarras, inventando el thrash (=trillar, y también azotar, golpear; vamos, que les pegaban unas palizas a las cuerdas de las guitarras de flipar). Por supuesto crearon escuela y surgieron cantidad de grupos que sonaban aún más extremos, como los Slayer, y miríadas de nuevos subgéneros: hardcore, grindcore, doom, death, black... Yo ahí fue cuando ya me perdí y renuncié a intentar aprenderme todas esas subdivisiones, porque el árbol genealógico resultante era más complicado que el de la familia de Sirius Black.

Cuando los Metallica aún usaban Clearasil en lugar de Just For Men
Sí, amigos: hasta los heavies más duros se cardaban el pelo
"Somos más malotes que el hermanastro de la pelirroja de Stranger Things"
4. AÑOS 90: PEARL JAM, SOUNDGARDEN Y NIRVANA.

Antes de que me saltéis a la yugular mientras gritáis: "¡Esos no son heaviiiiieeeeeees! ¡Muerte al gruuuuunge!", dejad que me explique: sí, ya lo sé. Como comentaba en el párrafo anterior, a mitad de los 80 el heavy metal clásico comenzó a estancarse y a decaer mientras se subdividía en múltiples subgéneros, como si intentara sobrevivir a base de reproducirse a lo loco. Aun así llegó un momento en que la decadencia está prohibida en tu menteeeeee... Ay, perdón, que se me va. Como decía, la decadencia del heavy metal por puro agotamiento provocó que, con el cambio de década, surgieran nuevos grupos que decidieron hacer borrón y cuenta nueva y crear otros estilos con bases musicales comunes pero con planteamientos y objetivos muy distintos a los metaleros de los años 80. Así surgió el grunge, que en el fondo lo que hizo fue retroceder para tomar impulso desde las raíces setenteras del rock duro, y mientras Nirvana se inspiraban más en el punk y los primeros grupos de garaje, Pearl Jam tiraba más por derroteros hardrockeros, incluso folkies (para mí son los que más me recuerdan a Led Zeppelin) y Soundgarden se inspiraban más en Black Sabbath y el rollo stoner. Muchos declararon el acta de defunción del heavy metal, aunque con el tiempo se podría decir que los rumores sobre su muerte habían sido exagerados. En fin, estos grupos ya eran otra historia, pero sin embargo siguieron reproduciendo el esquema trinitario de las décadas anteriores. 

"Mierda, se ha acabado el papel. Sí, el del váter también"
"Ups, nos han pillado"
"¡Mira, un OVNI! (¡Corre, Chris!)"
Que, por cierto, a mí estos tres grupos me encantan. Es lo que tiene ser politoxicómana, que le doy a todo mientras pueda. Eso sí, con el cambio de siglo llegué a mi límite. Como comentaba el otro día en un hilo de Twitter con Juanma Santiago (holiiiiii), a partir del 2000 ya no me daban más de sí las arterias y tuve que reducir las dosis de nueva música, más que nada porque la que se producía a partir de esas fechas ya estaba demasiado adulterada para mi gusto. Así que volví a la cerveza de toda la vida, permitiéndome sólo en ocasiones algunos chutes de Rammstein y otras hierbas variadas. En realidad, yo también he vuelto a mis raíces, en el sentido de que escucho prácticamente de todo, sea de la época y del estilo que sea, salvo alguna excepción como el reguetón y los triunfitos, porque eso no es drogaína, eso es matarratas. Pero aunque con los años me haya vuelto atea, sigo teniendo mucha devoción por las santísimas trinidades. El rock es mi pastor, nada me falta. Ea, id con Lemmy.

jueves, 11 de julio de 2019

Versión original

Podría escribir una entrada sobre lo bien que lo he pasado esta mañana en el trabajo a pleno sol currando como una gilipollas. Podría escribir muuuuchas cosas sobre las estupendísimas condiciones laborales que sufrimos la mayoría de los curritos y más específicamente sobre las que imperan en cierto hospital madrileño que no mencionaré (total, da lo mismo, en todas partes cuecen habas). Pero bah, pa qué os voy a contar mis penas. Prefiero alegraros un poco la tarde/noche con buena música, porque de eso va esta entrada y porque es una de las mejores ocupaciones que puede tener uno en la vida, disfrutar de la buena música.

Así que la entrada no va de cine, como pudiera parecer por el título, sino de musiquita. Voy a hacer una lista (ni exhaustiva, ni por orden de preferencia, ni na de na, sino de lo que se me vaya ocurriendo y punto) de versiones, originales no porque sean las que crearon sus autores, sino porque son diferentes de las primeras versiones. Porque esas son la clase de versiones que me gustan: hacer una versión casi idéntica a la original no tiene sentido, para eso escucho la original. Las que me molan son las que cambian el estilo para sonar de otra forma, porque bien hechas pueden dar un resultado sorprendente e incluso mejorar la original (sí, se puede, no es una herejía) y porque también sirven a veces para refrescar el gusto por una canción determinada de la que ya te habías cansado un poco. Sí, ya sé que probablemente me haréis mucho menos caso así que si hiciera un hilo en Twitter con una canción por tuit, ya que parece que la mayoría de la gente ahora es capaz de tragarse un hilo de quinientos tuits sin respirar y en cambio cuando ve más de dos párrafos seguidos les da un síncope. Pero me la suda. Prefiero el formato blog a los hilos y, total, ni aquí ni en Twitter me va a leer ni cristo que lo fundó, salvo dos o tres amigos fieles que tienen más paciencia conmigo que Pepper Potts con Tony Stark 😅. Comenzamos:

THE SOUND OF SILENCE - Simon & Garfunkel/The Awakening


Sí, sé que la mayoría de la gente prefiere la versión de Disturbed. Que es una pasada, no lo niego, y también me gusta mucho, pero tengo especial querencia por esta de los sudafricanos (flipa) The Awakening, un grupo siniestro (que no gótico, estos son de la vieja escuela) con muuuuchas reminiscencias de mi grupo favorito de ese estilo, los Sisters of Mercy, con lo cual ya me tenía ganada desde la primera nota. 

SPIDERMAN - Ni Puta Idea/Ramones


Los Ramones precisamente son especialistas en hacer versionacas en su estilo único, así que podría hacer una lista solamente con ellas. Pero, aparte de que este finde iré a ver por fin Spiderman: far from home y supongo que por eso me ha venido a la cabeza esta versión de la célebre canción de los dibujos animados de Spiderman (sí, aquellos tan cutres de los 60), además me mola mucho porque le gusta a mis hijos, y todo sea por educar correctamente a mis churumbeles. Por cierto, atención al cameo de Drew Barrymore.

SEVEN NATION ARMY - White Stripes/Ben L'Oncle Soul

Este es un ejemplo claro de lo que os explicaba al principio: una versión muy distinta de la original, pero que sigue siendo reconocible y de una calidad comparable a la versión primigenia. Escuchadla, que además esta es de las que se disfrutan mucho.

JOLENE - Dolly Parton/White Stripes

Y mira, precisamente al enlazar la versión anterior me he acordado de que los mismos White Stripes tienen una versión de poner los pelos como escarpias de una de las canciones emblemáticas de la estrella del country. Ahora toca sacar el paquete de kleenex.

GET LUCKY - Daft Punk/Halestorm

Me encanta la canción original, pero esta versión es de esas que demuestran que con caña casi todo suena mejor. Esta gente también tiene otras versiones muy buenas, como una del Shoot to thrill de AC/DC que, sin ser tan diferente de la original, tiene el mérito de que la cantante le planta cara a Brian Johnson y sale victoriosa. 

THE PROPHET'S SONG - Queen/Cellar Darling

Descubrí el año pasado esta maravillosa versión que recrea el nuevo grupo de la anterior cantante y otros componentes de Eluveitie, y le he cogido casi tanto aprecio como a la original. Una de mis canciones favoritas de Queen (y eso es mucho decir, creedme) con aires (más) heavies y celtas, ¿qué más puedo pedir?

LA NOCHE DE QUE TE HABLÉ/LA NUIT DONT JE T'AI PARLÉ - Leño/Dwomo



Entramos en el terreno de las versiones chanantes que lo molan todo. En este caso, los geniales Dwomo versionan a Leño. Esta es de esas canciones que lo mejor es ponérsela a alguien sin decirle nada y disfrutar del careto que pone cuando la reconoce 😂.

RAPE ME - Nirvana/Richard Cheese


Dentro del palo de versiones chanantes, no podía faltar el inigualable Richard Cheese. Paul Anka le copió la jugada, pero no le salió igual, yo creo que no pilló que esto iba de coña. Eso sí, una coña muy bien producida.

THE GODFATHER - Ennio Morricone y Nino Rota/Tokyo Ska Paradise Orchestra

Por el motivo que sea (seguro que Jaime Altozano lo explicaría estupendamente), el ska y el reggae son estilos que dan buenos resultados a la hora de hacer versiones de temas de casi cualquier otro estilo. Así lo demuestra esta banda de ska que encima son japoneses, toma ya.

THE FOX - Ylvis/Black Ingvars


Durante una temporada estuve muy viciada con Ylvis. Que sí, que es un grupo paródico y las canciones son de coña, pero cojones, qué buenas son y qué bien producidas están. Luego descubrí esta versión de los Black Ingvars (también están especializados en hacer versiones rockeras) y ya se me terminaron de caer las bragas. Los muy cachondos empiezan induciéndote al despiste, haciéndote creer que están tocando Fire Woman de The Cult y... ¡toma! Otra que también les gusta a mis pitufos, por cierto, todavía hay esperanza 😁.

EMERALD - Thin Lizzy/Dare


Creo que de Dare sólo nos acordamos mi amigo Darío Polo y yo. (Hace siglos que no hablo con él, por cierto, soy una descastada). Dare es un grupo de rock irlandés que tuvo cierto éxito a finales de los 80, sobre todo con aquel tema tan maravillosamente moñas titulado Abandon, en cuyo vídeo al cantante le trucaban los ojos para que parecieran más azules como un Legolas de la vida. Yo pensaba que el grupo se habría disuelto hace siglos, pero no, resulta que siguen juntos, han virado a un estilo más céltico (ninguna queja al respecto, of course) y entre otras cosas han hecho esta preciosa versión de uno de los temas más cañeros de Thin Lizzy que lo que pierde en fuerza lo gana en intensidad y belleza.

EVERYBODY KNOWS - Leonard Cohen/Rufus Wainwright


Con Leonard Cohen me pasa como con Bob Dylan: creo que hacen canciones cojonudas, pero me gustan más interpretadas por otros que por ellos. De Leonard Cohen, aparte de idolatrar las versiones que Enrique Morente y Lagartija Nick hicieron de varios de sus temas en Omega, me gusta mucho esta versión que hace Rufus Wainwright. Si hasta el propio Cohen reconoce en el vídeo que les ha quedado mejor a Rufus y a su hermana que a él 😆. Igual que le pasó con la versión de Jeff Buckley de Hallelujah 💖.

HURT - Nine Inch Nails/Johnny Cash


No podía faltar esta versión, claro. Porque hasta el propio Trent Reznor ha reconocido que le da cosica tocar ahora esta canción porque Johnny Cash la versionó de una manera tan insuperable que mejoró la suya propia. La verdad es que los discos de versiones que sacó Johnny Cash no tienen desperdicio. El cabrón de Rick Rubin sabe muy bien lo que se hace.

DON'T FEAR THE REAPER - Blue Oyster Cult/H.I.M.


Con esta canción me ocurrió que conocí primero la versión de H.I.M. y luego descubrí que era una versión de la original de Blue Oyster Cult, gracias a que esta (aunque también en otra versión, pero más fiel a la original) salía en la banda sonora de una película que me encanta, The frighteners de Peter Jackson (aquí, cómo no, tradujeron el título al estilo absurdo que les encanta a las distribuidoras españolas y la llamaron "Agárrame esos fantasmas". En fin). Me encanta la parte en que sustituyen el solo de guitarra por uno de órgano al más puro estilo de peli de terror de la Hammer. La verdad es que a los H.I.M. se les da muy bien hacer versiones.

BOYS DON'T CRY/NO LLORAR - The Cure/Los Niños Mutantes


No, no pongo la versión que hicieron del Como yo te amo de Raphael, que mola mucho pero ya cansa, concho 😅. Precisamente a los Niños Mutantes los conocí por este disco de versiones que hicieron, que está cojonudo, y luego escuché más canciones suyas que también me gustaron. Así que fui a un concierto suyo y descubrí que sus teloneros, los Monoral (japoneses, flipa) molaban todavía más, pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión. Otra de mis versiones favoritas de ellos es esta que hacen de Boys don't cry; además, tiene el mérito de que adaptan la letra al español de manera bastante convincente.

I DON'T FEEL LIKE DANCING - Scissors Sisters/Hayseed Dixie



Ya voy terminando la lista, ya, que se me está alargando mucho. Me emociono y pasa lo que pasa... Y, cómo no, tengo que hacerlo con estos cabroncetes que ya son unos clásicos del mundo de las versiones, los Hayseed Dixie. Cogieron la idea de las polkas del genial Weird Al Yankovic y fueron más allá, metiéndonos en vena puro blue grass, que es el equivalente a que aquí un grupo de joteros de Albacete hicieran versiones de Barón Rojo o de Metallica. Estos rednecks fumetas se han hecho famosos sobre todo con sus versiones de AC/DC, pero a mí me gusta mucho esta que hicieron de los Scissors Sisters.

Bueno, pues esto es todo, que ya es bastante. Pero se me han quedado muchísimas versiones en el tintero, por supuesto. Si tenéis curiosidad, por aquí os dejo el enlace a una lista que me hice en el Spotify, que está repletita de versiones curiosas: (Per)versiones


¡Buenas nocheeeeees!

viernes, 5 de julio de 2019

Nunca fui una princesa Disney

Nunca fui una princesa Disney, ni lo quise ser. Me explico: Sicilia, 1840... Digooo, Vallecas, finales de los 70/principios de los 80. En esa época transcurrió mi infancia y preadolescencia. Si eres un millennial o más joven aún, posiblemente esto te sonará a chino (o no tanto, que los babyboomers old-dicks se creen que los millennial son adolescentes y resulta que los millennial de verdad ya están a punto de precipitarse en la crisis de los 40), pero cuando yo era pequeña no había vídeos domésticos en la mayoría de las casas. Y menos en la mía, que mis padres, más que tecnófobos, eran unos desfasados por pura pereza y también un poco por no gastarse los dineros. ¿Para qué iban a comprarse un aparato de vídeo o un radiocassette de doble pletina, si el magnetofón aún funcionaba y la radio que se compraron en Suiza, que sólo llegaba hasta el 104 de la FM (os lo juro por Panduro) aún funcionaban perfectamente? De modo que crecí en una casa sin vídeo. Veías lo que echaban en la tele, y tenías que dar gracias porque tus padres habían comprado por fin una televisión en color. Que todavía tengo traumita porque trajeron nuestra primera tele en color a casa justo al día siguiente de que en TVE emitieran el último capítulo de Banner y Flappy. Sniffffff.

¿Veis qué cuquis eran? Pues en blanco y negro los tuve que ver :'(

¿A qué viene que os cuente toda esta batallita? Pues a que con el tiempo me di cuenta de que, por cuestión de unos pocos años de diferencia, hay un escollo casi insalvable que en ocasiones me separa de mis amigos que son un poco más jóvenes que yo. El caso es que tengo bastantes amigos que, no siendo ni más ni menos frikazos que yo, añaden a su frikismo un ítem del que yo carezco: se han criado viendo películas de Disney gracias a que en sus casas ya tenían vídeo desde que eran pequeños y sus padres les compraron películas de Disney, que era casi lo único que había para los niños. Que no es que eso sea el colmo del frikismo, ni mucho menos; al contrario, Disney siempre ha sido el mainstream por antonomasia (además de ser ahora el auténtico Skynet). Pero ellos tuvieron la oportunidad de verse quinientos millones de veces a la hora de comer Blancanieves, La bella durmiente, El rey león, La sirenita, La bella y la bestia... Películas que se aprendieron de memoria, que llegaron a adorar y que aún siguen recordando con cariño e incluso revisionando, que están deseando ver junto a sus hijos y cuyos mensajes asimilaron hasta la médula, para bien y para mal. 

En cambio, las únicas películas de Disney que yo vi en mi infancia fueron Fantasía y La dama y el vagabundo, de reestreno en el cine que fue mi referente durante la infancia: el cine Excelsior, en la avenida de la Albufera. Nunca se derramarán suficientes lágrimas por él 😭. Películas que me encantaron, por cierto. De hecho, Fantasía fue la primera película que me llevaron mis padres a ver al cine, con cuatro añitos, y me fascinó tanto que se me quedaron grabadas en el recuerdo escenas sueltas, como las hipopótamas bailarinas con tutú y los centauros. (La he vuelto a ver de adulta y he podido corroborar que es una maravilla). Y La dama y el vagabundo la vi con ocho o nueve años y también me encantó. Pero el resto de las películas Disney que he visto ha sido ya de adulta. Algunas, como La bella y la bestia, Aladdin o Tarzán, de estreno en el cine, y debo decir que me gustaron mucho, y otras mucho más tarde, ya en dvd o en streaming, como Blancanieves, que me maravilló por lo bien realizada que estaba para el año en que se estrenó, o La bella durmiente, que me hizo devota de Maléfica y me ayudó a comprender lo innecesaria que es la precuela que hicieron con Angelina Jolie. ¿Pero qué justificación necesita Maléfica para querer cargarse a la princesita, las hadas madrinas y toda la parentela real? ¡¡¡Pero si son todos subnormales profundos!!! ¡¡¡Que si no votan a Vox es porque aún no existía!!! ¡¡¡Se merecen que los masacre hasta que no quede de ellos ni el más leve rastro de ADN ni aun en la sangre que les chupe un mosquito que luego quede fosilizado en ámbar!!! Así que soy fiel admiradora de Maléfica porque está dispuesta a hacerle un enorme favor al planeta. Y porque se transforma en dragón. Porque los dragones lo molan todo, y fun y pin. Y además viste de morado y negro, mis colores favoritos para la ropa. Eso sí, probablemente La bella durmiente sea la película más preciosísima desde el punto de vista formal de todo el catálogo Disney. Pero de verdad que no sé si merece la pena tanto sufrimiento para alegrarse la vista con paisajes al estilo de las vidrieras medievales o la iconografía del Quatrocento. Para eso me voy al Prado, que lo tengo a tiro de metro, para ver La Anunciación de Fra Angelico y me quedo tan a gusto.

Yo de mayor quiero ser como ella. Con casinos y furcias, digo, con dragones y cuervos.
En resumen: que la mayoría de las películas Disney que he visto, me gustaran más o menos (y la mayoría me gustaron), las he visto ya en una edad en la que era difícil que me marcaran emocionalmente como han marcado a mis amigos más jóvenes. Como mucho, la que más me ha podido impresionar en su momento fue La bella y la bestia, por aquello de que la vi en el cine cuando era una tierna jovenzuela que acababa de salir de la adolescencia y todavía tenía el pavo muy subido, así que las historias romanticonas aún me embaucaban. (Así me pasó, que cuando fui a ver Un paseo por las nubes salí del cine agilipollada perdida porque ayyyyy, qué bonita es la película y qué guapísimo es Keanu Reeves, con lo que, cuando volví a ver la peli unos años y un poco menos de tontería después en la tele, el bochorno que sentí fue mayúsculo 😅. Sospecho que si volviera a ver Matrix sufriría un bochorno parecido, aunque por distintos motivos. Keanu, te adoro pero también te temo 😅). Así que, ahora que Disney está aprovechando el filón de que: a) los que crecieron viendo sus películas quieren volver a verlas porque las adoran irracionalmente y b) los que son muy jóvenes y no las han visto aún picarán fácilmente el anzuelo con la espectacularidad visual de las nuevas versiones en imagen real, a mí todo este asunto de los reboots me la refanfinfla bastante, tanto para entusiasmarme como para cabrearme. La versión en imagen real de El libro de la selva la vi en Netflix y esa sí me gustó mucho, me parece una revisión muy bien enfocada al público actual, aparte de lo logradísima que está técnicamente hablando. Pero las demás que se han hecho o están en proyecto me dan igual, la verdad. No me niego a verlas si tengo ocasión, pero no las espero con ansiedad ni tampoco me cabreo cual fan fatal si les han cambiado el más mínimo detalle. La única adaptación que he odiado y seguiré odiando visceralmente hasta que me muera es La historia interminable porque comparada con el libro (que es probablemente mi segundo libro favorito de todos los tiempos tras, of course, El señor de los anillos) es una mierda de elefante empalada en un poste de telégrafos. Goteando y rezumando, además. Pero salvo esa excepción, soy bastante tolerante con las adaptaciones. Total, el original siempre lo tienes ahí; si no te gusta la nueva versión, no vayas a verla/leerla/loquesea. 

Esto es un dragón blanco, no ese puto caniche estirajado de la película que dicen que es Fújur >.<

Por eso me ha llamado la atención la virulencia que se ha desatado por parte de algunos fans contra la versión en imagen real de La sirenita porque la chiquilla que va a hacer de Ariel es negra. Oh, anatema, no es blanca y pelirroja, que como todo el mundo sabe es el fenotipo predominante entre las sirenas. Igual que todos los cangrejos marinos hablan y cantan con acento cubano y hay brujas marinas que se parecen sospechosamente a Divine, claro que sí. En fin, nada nuevo bajo el sol, hay tantos gilipollas como olas en el mar. Pero como el tema ayer estaba bastante candente en Twitter, me entró la curiosidad y me puse a buscar información sobre la muchacha en cuestión, que se llama Halle Bailey (que no Berry, sí, yo también me confundí la primera vez que leí el nombre 😂). Y resulta que es una chica monísima y sobre todo con mucho talento, que se ha hecho famosa cantando a dúo con su hermana y que tiene la edad adecuada, el aire pizpireto de la sirenita de animación y sobre todo la voz perfecta para el papel. Si no la habéis oído aún, escuchadla, por favor, que merece la pena (en el vídeo es la que toca la guitarra):


Así que, aunque nunca quise ser una princesa Disney, lo mismo esta vez sí voy a ver una película protagonizada por una princesa Disney. Porque creo que me va a gustar y por tocar un poco las narices a los gilipollas, por qué no. ¿Que le hago el juego a Disney? Ya lo sé, pero me da igual. Total, desde que compraron Marvel y Star Wars ya me tienen ganada y estoy deseando que saquen su proyectada plataforma en streaming para ver The Mandalorian, la última temporada de Rebels, que no la pude ver en su momento y las nuevas de Las guerras Clon... En fin, como diría Fry, "shut up and take my money", Disney 😅 .

¡Hasta el infinito y más allá! Ah, no, que esa es de otra... Da igual, también es Disney 😝