viernes, 12 de febrero de 2016

La importancia de llamarse Lope

Érase una vez una pareja de locos que ya habían osado reproducirse una vez, y decidieron ampliar la peana de snortlings, que es como se dice en idioma orco "tener otro retoño". Cuando supieron que habían conseguido su objetivo, y que la futura cría de orco sería otro niño, se percataron de que les aguardaba una tarea abrumadora: ¿cómo llamarían al nuevo miembro de la familia? Ya con el vikinguito 1 le habían dado muchas vueltas hasta encontrar un nombre que les satisfizo a los dos, y la futura bimalamadre había pensado más en nombres de chica que de chico, así que preveía una dificultosa búsqueda en pos del nombre del vikinguito 2. Tenían claro que el nombre debía ser corto, poco dado a sacarle diminutivos, no demasiado convencional pero tampoco excesivamente friki, que no costara pronunciarlo y, a ser posible, que tuviera un significado especial para ellos, y, por supuesto, que les gustara a ambos. No os hacéis una idea de cómo se reducen las opciones con esos parámetros de búsqueda.

Así que la pareja de locos se puso a la tarea. Mientras el futuro papá se empeñaba en trollear a la futura mamá con propuestas bizarras, la futura mamá se empezaba a desesperar por la falta de ideas que la acuciaba. Pero, poco a poco, empezó a vislumbrar entre el caos una pequeña luz. Recordó el título de una película (que no ha visto aún, por cierto) que cuando se estrenó le llamó la atención, primero por su condicionamiento como filóloga, pero también porque le chocó ver el nombre que daba título a la película desprovisto de la coletilla que siempre le acompaña: la película se llamaba Lope, porque era una biografía de Lope de Vega. Desnudo de la numerosa compañía que llevaba siempre consigo (el autor más famoso de los Siglos de Oro se llamaba Félix Lope de Vega y Carpio), aquel nombre hoy en desuso adquiría un curioso atractivo.

El caso es que la futura madre no conservó esa impresión en la superficie consciente por mucho rato, pero ahí quedó latente. Aunque había leído y asistido a representaciones de obras suyas, y reconocía su maestría como dramaturgo, no era especialmente fangirl de Lope de Vega, y sólo por homenaje al Fénix de los ingenios no le habría puesto su nombre a un hijo suyo. Pero de alguna manera su inconsciente hizo que aquel nombre flotara de nuevo hacia la superficie, y la futura madre cayó en la cuenta de un detalle en el que no había reparado hasta entonces: Lope significa "lobo". Así, tal cual. Deriva directamente del latín, concretamente del acusativo de "lupus", que es "lupem" (la mayor parte de las palabras de origen latino en español no provienen del nominativo, sino del acusativo, simplemente porque se usaba mucho más en el habla cotidiana). Como el lobo es un animal fetiche para la futura madre, igual que para el futuro padre (ambos son unos Stark convencidos, para más inri, si es que lo tienen todo...), la idea comenzó a convencerle cada vez más. El nombre tenía un significado relevante para ambos, sonaba bien, era corto y no daba lugar a diminutivos, no estaba de moda como otros nombres castellanos antiguos que últimamente se han puesto de ídem (los Mateos son los nuevos Javis, que lo sepáis. Preveo un futuro terrible en el que la mitad de los niños de la clase se llamarán Mateo, mientras que la otra mitad se llamará Izan. Sociólogos, ahí tenéis un campo de trabajo muy fértil, os lo digo en serio), y además casaba de maravilla con el apellido del futuro papá.

Así que la futura madre le propuso el nombre al futuro padre; al principio éste no lo acababa de ver claro, pero poco a poco le fue entrando más por el oído, y terminó por entusiasmarle incluso más que a la futura madre. Así que decidieron que ése sería el nombre del vikinguito 2, y cuando lo comunicaron a familia y amigos recibieron respuestas muy variopintas, la mayoría positivas pero otras, como poco, llenas de perplejidad, cuando no de manifiesto rechazo ("¿pero eso es un nombre?"), lo cual sólo consiguió reafirmarlos en su decisión :P. Así, la futura madre respiró tranquila, porque, como buena filóloga, para ella los nombres son importantes, y poder dirigirse a su futuro cachorrito con el nombre adecuado le hizo sentir aún más ilusión por su llegada.

Sí: si hubiera sido niña, nos habríamos podido plantear llamarla Estrella

Así que, hijo mío, ésta es la historia de cómo escogimos tu nombre. Sabemos que no es muy común (por lo menos ahora mismo, a saber si no se pondrá de moda de aquí a unos años), y esperamos que no te suponga una carga. Créeme, nos costó elegirlo porque es una tarea que nos tomamos muy en serio, porque para nosotros eres muy importante. Seguramente, junto con tu hermano, lo más importante que hemos hecho y haremos en la vida. Porque somos una familia, una manada. Y tú eres una parte fundamental de nuestra manada. Porque "cuando cae la nieve y sopla el viento blanco, el lobo solitario muere, pero la manada sobrevive" (Eddard Stark dixit), y por eso siempre nos tendrás cuando nos necesites. Porque te queremos. Lope, hijo mío, estamos deseando ver tu preciosa carita y abrazarte. Te esperamos.