miércoles, 29 de febrero de 2012

Diabetes aguda

Aviso: quien sufra de diabetes o de alergia a las moñadas, mejor que no lea esta entrada. Estoy desde ayer con un subidón de glucosa por culpa de este precioso y tiernísimo dibujo:



La culpa es de James Hance, un excelente dibujante y pintor que tiene una sensibilidad muy pop para hacer magníficos e hilarantes mash-ups de mitos de la cultura popular, especialmente del cine y la televisión de las últimas décadas, mezclándolos a veces con clásicos de la pintura occidental con un gran estilo. Vamos, un cebo irresistible para cualquier friki de pro :P. Aquí os dejo el enlace a su página web, que no tiene desperdicio: James Hance: relentlessly cheerful art. Además de sus ilustraciones, también podemos encontrar una parodia deliciosa de un pequeño "Wookie the Chew" sospechosamente parecido a un tal Winnie the Pooh. Lo dicho, cuidado con los efectos secundarios: carcajadas escandalosas, cara de bobalicón sonriente y subidones de azúcar mortales. 

En fin, que llevo un buen rato deleitándome con su página, y no tiro de tarjeta para comprar una ilustración porque, como perceptora de un subsidio por desempleo no sólo empiezo a sentirme una delincuente por chuparle al Estado un dinero que, lo que son las cosas, yo pensaba que ya había abonado antes con mis cotizaciones, pero parece que no, que lo estoy robando a punta de pistola, sino que encima lo cobro a partir del día 10, con lo que ahora no estoy a principios de mes, como esos puñeteros afortunados y abusones de los mileuristas, sino a finales. Pero, aunque hay muchas que son excelentes, mi ilustración favorita sigue siendo ésta, la de Han y Leia Frederiksen. Me provoca tanta ternura... Y, por supuesto, me encantaría que en un futuro muy, muy lejano, alguien a quien unos cuantos ya conocéis y yo sigamos juntos y tan ñoños como la parejita del dibujo. Si es que hasta me da la impresión de que nos parecemos un poco a ellos XD. 


Bueno, ya lo dejo. Si se te está derramando la glucosa por las orejas, no te quejes, que ya he avisado desde la primera línea :P.

martes, 28 de febrero de 2012

Días de cine


Anoche, aprovechando que la habían repuesto en los cines a los que vamos normalmente, fuimos a ver Eva. Una película magnífica, con una historia bien desarrollada y resuelta, unos actores estupendos (destaco especialmente a Lluís Homar, merecería una entrada aparte su espléndida actuación) y unos efectos especiales logradísimos que dejan en evidencia a producciones estadounidenses mucho más promocionadas, y que no están por encima de la historia que se cuenta, sino a su servicio, como debe ser. Y es una película española, qué cosas. ¿Una película española de ciencia ficción y además bien hecha? Pues sí, es posible. Aparte de llevarse premios en otros festivales, también ganó en los Goya los de mejor actor secundario (Lluís Homar, ya digo, genial), mejor dirección novel y mejores efectos especiales, cómo no. Personalmente, a mí me ha gustado más que No habrá paz para los malvados, que se llevó los premios principales; la actuación de Coronado es inmensa y no discuto su Goya, pero la película en si es irregular, adolece de un comienzo demasiado lento, aunque luego reconozco que gana ritmo y el resultado global acaba siendo bastante aceptable. 

Aun así, me alegré de que No habrá paz para los malvados fuera la triunfadora de los Goya. Tal vez sea señal de que algo está cambiando, y hasta los académicos del cine parece que se están dando cuenta. Ahora falta que lo hagan también los productores. El público parece que sí lo tiene más claro. No conozco los datos de Eva, pero la recaudación de No habrá paz para los malvados ha ido paralela a su éxito en los premios, y lo mismo pasó hace un par de años con otra película genial, Celda 211, que arrasó en taquilla tanto o más que en los festivales de cine, y un poco antes, con El laberinto del fauno, dirigida por Guillermo del Toro pero producida íntegramente en España, o con REC, película perteneciente a un género que personalmente no me gusta pero que tiene mucho público. ¿Por qué las cito? Porque tienen algo en común con Eva y con No habrá paz para los malvados: todas son películas de género, sea carcelario, de ciencia ficción, policíaco, fantástico o de terror, incluso mezclan dos o más géneros. El cine de género, esa rara avis en el cine español. Dependiendo de lo que entiendas por cine de género, claro. Porque en el cine español lo habitual es que parezca que sólo hay dos, si se entienden como tales: películas sobre la guerra civil y la posguerra, y comedia costumbrista. No por tener un género u otro, o no ser estrictamente de género, eso quiere decir que esas películas sean automáticamente buenas o malas. Pa negre, que abunda en la tenebrosa y macabra posguerra en una zona muy concreta de Cataluña, es una magnífica película, y El laberinto del fauno también se ambienta en esa posguerra tan trillada. La diferencia está en que la primera, realmente, cuenta el terrible proceso de maduración a la fuerza de un niño obligado a cargar con las culpas de sus padres, y en cierto modo eso mismo le ocurre a la pequeña protagonista de El laberinto del fauno, en cuya historia el entorno de posguerra es apenas un vehículo para el enfrentamiento entre fuerzas ancestrales, en el que la maldad congénita del capitán franquista no es más que una manifestación de la maldad primigenia que anida en el ser humano. Son historias universales que, al ser narradas a través de un formato aparentemente más restringido, ganan sin embargo en alcance. 

Porque ese es el gran mérito del cine de género, cuando está bien realizado: dotar de un envoltorio atractivo a historias que en realidad pueden tratar de lo que nos afecta y nos interesa a todos. Los arquetipos (que no estereotipos) que fijaron los primeros cuentacuentos que narraban historias a la luz de las hogueras siguen funcionando a la perfección, porque son universales. Seguimos sintiendo las mismas pasiones y cometiendo los mismos errores que cuando vivíamos en cavernas, el héroe sigue siendo el héroe, lleve una lanza con punta de pedernal o un sable láser, el amor todavía nos vuelve locos y el dolor por la pérdida de un ser querido o la dicha del reencuentro se sienten igual. La forma cambia, pero el fondo permanece, y la efectividad en la transmisión de esas historias depende sobre todo de la pericia del narrador. Cuando éste se empeña en seguir usando la misma fórmula y no cambia de registro, o se empeña en adoctrinar sin matices y despreocupándose de hacerlo de forma atractiva, su auditorio se aburre. Los cineastas y productores españoles deberían tomar nota. El público quiere cine de género, sí. Pero no del de la guerra civil. Y bien hecho, por favor. No es imprescindible que sea una obra maestra, pero al menos que entretenga. Gracias.

martes, 21 de febrero de 2012

Recursos inhumanos

Llevo días notando que mi nivel de cabreo aumenta. No debería dejar que me influyan estas cosas; al fin y al cabo, salvo por estar ahora mismo sin trabajo, por lo demás no me puedo quejar, y desde luego no debo dejar que eso influya en mi vida personal, porque no merece la pena estropear lo bueno que tengo por unas circunstancias que no he elegido. Pero ves las noticias sobre los abusos policiales contra chavales de instituto en Valencia, te enteras de que en Madrid la flamante alcaldesa Botella (¿a qué esperamos para reciclarla ya?) sigue empeñada en sustituir trabajo especializado y remunerado por voluntarios, o lees sobre cómo la reforma laboral nos va a convertir en esclavos de facto, y no puedo evitar que la indignación me posea. Para los que gobiernan y los que nos emplean (entiéndase "emplear" también en el sentido de "utilizar") no somos más que números, útiles para producir la riqueza que les sustenta, y cuando no somos útiles o protestamos porque no queremos ser sólo números, sacan la porra o la tijera, lo que les venga mejor en ese momento. 

Por eso siempre me ha disgustado esa expresión, "recursos humanos", para nombrar lo que antes era el departamento de personal en las empresas. No es que "departamento de personal" fuera una expresión muy afortunada desde un punto de vista estilístico, pero al menos era más neutra. Pero "recursos humanos" me suena a eso, a recursos, materiales, números. Y no somos números. Están queriendo reducirnos a todos, especialmente a la generación que ahora se encuentra activa, a números, a meras herramientas que cuando se estropean o no funcionan como se espera de ellas se reemplazan por otras y listo; estadísticas que entran y salen por la puerta giratoria del despido libre y el contrato basura. Pues no, no somos números, ni robots programables, ni instrumentos desechables. Tal vez soy afortunada, pero el caso es que tengo muchos amigos y todos tienen algo que ofrecer, algo mucho más valioso que una simple estadística en excel a fin de mes. Amigos que escriben con gran estilo buenas historias o ensayos de ideas claras y deslumbrantes, que pintan y dibujan con mucho talento, que cosen magníficos trajes y elaboran adornos preciosos, que cocinan como auténticos chefs, que saben tocar diversos instrumentos musicales, que tienen una sensibilidad especial respecto a cualquier clase de arte, que tienen una gracia única para hacerte reír con cualquier tontería, que son cultos y pueden darte conversación sobre cualquier tema, que sienten pasión por sus aficiones y habilidad para desarrollarlas, que ven lo que ocurre a su alrededor y piensan y razonan en consecuencia, que tienen talento, en suma, sea de la naturaleza que sea. Personas inteligentes, preparadas y con espíritu, y la inmensa mayoría de ellas están infravaloradas y explotadas en trabajos mal pagados, cuando tienen trabajo. ¿Cómo estamos dejando que toda una generación, y las que vendrán después, sea arrojada a la papelera de las estadísticas? No debemos permitirlo. No somos estadísticas, somos personas.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Under pressure

Ayer fue un día curioso. El Caralibro estaba inundado de mensajes sobre San Valentín, la mayor parte de ellos para despotricar sobre una celebración que, al menos en España, tiene un origen puramente comercial. Que sí, que San Valentín existió en el siglo III, o al menos eso asegura la Iglesia, y casaba a jóvenes parejas de enamorados en contra de la prohibición del emperador del momento... Vete a saber. Seguro que en los países en los que tiene una tradición más arraigada en realidad es la adaptación cristiana de una antigua fiesta pagana o algo así. El caso es que casi todo el mundo tiene una opinión negativa de esta celebración y la considera una falsedad, pero la presión es tal que los que no tienen pareja se sienten abandonados ese día, y los que la tenemos, si no la celebramos, parece que somos unos rancios. Pues vale, me da igual :P. Personalmente siempre he pasado de San Valentín, tanto antes, cuando no salía con nadie, como ahora que estoy con Carlos. Sí hay otras fiestas que, por motivos personales, me hace ilusión celebrar: me gusta hacer regalos por Reyes, y por los cumpleaños también (aunque hay meses en que me suponen estar al borde de la ruina XD, pero merece la pena cuando ves la ilusión que le hace al regalado recibir sus obsequios :) ). 


El caso es que, incluso aunque nos pueda gustar hacer regalos porque nos resulta gratificante ver esa ilusión en los que los reciben (en el fondo subyace ahí un poso de egoísmo, porque lo hacemos también para sentirnos queridos a través del agradecimiento que recibimos, pero es un egoísmo positivo porque beneficia a la otra persona, así que no seré yo quien le ponga pegas :P), hay ciertas reglas no escritas sobre el intercambio de regalos. Desde el sistema del  potlatch hasta la curiosa costumbre entre los hobbits de hacer regalos de cumpleaños no al que los cumple, sino éste a sus allegados (ficticia, de acuerdo :P, pero no por ello menos válida como ejemplo de lo que quiero expresar), pasando por los regalos que nos hacemos en las celebraciones típicas de nuestra cultura, como cumpleaños, fiestas señaladas y acontecimientos como la BBC (bodas, bautizos y comuniones), todos parecen regirse por un delicado sistema de equilibrio que muchas veces nos pone al borde del abismo. ¿Quién no se ha sentido como Sheldon Cooper en aquel genial episodio de The Big Bang Theory en el que éste se las veía y se las deseaba para corresponder a Penny como se merecía a su regalo de Navidad (perdón, Saturnalia :P)? XD 






Parece que, al final, todo este sistema de intercambio de regalos obedece a una manera de redistribuir la riqueza entre los miembros de una comunidad. Al menos, a eso quedaría reducido desde una perspectiva materialista. Me gusta pensar que no se limita sólo a eso ya que, al fin y al cabo, al menos eliges hacer los regalos a las personas que quieres (sí, bueno, vale, luego está lo típico de "tengo que hacerle un regalo a mi cuñao porque si no quedaré mal con él y con mi hermana, etc.", a veces no se puede evitar :P) y vale que, como decía más arriba, ahí también entra un componente de egoísmo, pero si es un egoísmo positivo y nos hace felices a todos, ¿qué más da? El problema es cuando el mercado entra a saco y te impone una obligación no ya con las personas que quieres, sino con él mismo: "Consume, consume, que así funciona el sistema". Primero: consumiré si puedo. Si no, ajo y agua. Segundo: lo haré cuando yo pueda y quiera, no cuando tú me digas. Así que, que le den morcilla a San Valentín. Ayer no hice nada; sí lo hice el sábado, porque el 11 es nuestro día. De ahí la foto: vistas desde el teleférico del Parque de Atracciones, Carlos me invitó porque no había subido nunca y me encantó ^^. 


Sed felices el día que queráis :).


PD: no podía faltar la canción que le da título a esta entrada, claro: 



viernes, 10 de febrero de 2012

Aurora boreal

Podría hablar de Garzón, pero no lo voy a hacer. No porque no me interese ni me preocupe, que me preocupa y mucho. Pero ya se está hablando de ello de sobra, y al fin y al cabo la condena a Garzón no es más que una consecuencia, él sólo es uno más que sufre la podredumbre del sistema, sólo que en su caso a mayor escala, con mayor repercusión, porque es un personaje público que tenía un cargo importante desde el que podía hacer daño a los cocodrilos. Pero los cocodrilos siguen ahí, con sus sonrisas kilométricas, enfangados en el barro, como lo están sus colegas del Nilo desde hace millones de años. Da la impresión de que en España han gobernado siempre, y seguramente así ha sido. Como en todas partes, me diréis. Pues sí, pero en pocos sitios se revuelcan tan obscenamente en el barro y enseñan sus dientes como aquí. El resto, en vez de colocarles un palo entre las mandíbulas para que no puedan cerrarlas sobre nuestros cuellos, nos seguimos dejando alcanzar por esos dientes a la orilla del agua, como incautas jirafas, o nos vamos en busca de otros ríos, otros lagos, pero no les plantamos cara, y cuando alguno lo intenta los cocodrilos le arrebatan el palo, riéndose en su cara. Ahora todos queremos ir a algún país aparentemente más civilizado que el nuestro, tipo Noruega, aunque no sea oro todo lo que reluzca como parece en "Españoles por el mundo". Levantamos el cuello y escrutamos el cielo en busca de una aurora boreal, pero seguimos con las patas metidas en el barro, porque en el fondo envidiamos a los cocodrilos y mientras soñamos sueños polares hay una parte dentro de nosotros, pequeña, mezquina, que sueña con que nos crecen dientes. Algunos lo consiguen. Y así seguimos, enfangados, desde tiempos inmemoriales, y seguiremos si nadie coge un palo y lo agarra bien fuerte. Dentro de doscientos millones de años, las cucarachas que hereden el planeta realizarán excavaciones arqueológicas y encontrarán millones de huesos de cocodrilos y jirafas enterrados en el mismo estrato de mierda fosilizada. 


  
La imagen no es mía, claro, qué más quisiera. La he sacado de Taringa.

jueves, 9 de febrero de 2012

Mudanza

Imagen que no tiene nada que ver, pero ¿quién si no yo la pondría? :P
Ya os habréis enterado de la última movida con el Fotolog. Han cambiado el formato, y de paso se han comido todos los comentarios de los amigos, a mí me han desaparecido casi la mitad de las fotos de 2009, otros han perdido entradas enteras... Un desastre, un cabreo y una pena, porque desde el 2008 que empecé a escribir allí había plasmado mucho de lo que he vivido en estos últimos tres años y pico. El formato era cutre, de acuerdo, pero muy cómodo y fácil de manejar. En fin, parece que están empeñados en cargarse su propio invento, al menos desde hace tres días o así no parece que vayan a arreglarlo, así que por si acaso me he decidido a abrir por fin un blog de verdad :P. De modo que toca mudanza. Ufff, con la pereza que me dan las mudanzas... Después de dos en año y medio, sé de lo que hablo :P. Y eso que supuestamente sólo tenía que trasladar el contenido de una habitación XD. La pena es que esta vez no puedo traerme nada: todas las entradas del Fotolog se quedarán allí, a merced de lo que quieran hacer con ellas. Por lo pronto, de las que aún se pueden ver estoy copiando el texto de las que más me gustó cómo me quedaron, o tienen un significado especial para mí. Es como si estuviera haciendo fotocopias cutres de una parte de mis cartas de amor o de mi diario. Ya sé que os parecerá una exageración y una tontería, pero mi Fotolog tenía un valor sentimental importante para mí. Algunos saben por qué ;).

En fin, toca empezar de nuevo en otra parte, parece que esto se está convirtiendo en una constante de mi vida :P. Tal vez la vida sea eso, una sucesión de mudanzas, impuestas o elegidas. Ya iré amueblando esta habitación poco a poco. Hay tiempo ;). Y el camino sigue y sigue...