lunes, 1 de diciembre de 2014

1, 2, 3, responda otra vez

Ayer teníamos puesta la tele en Kiss TV, un canal de vídeos que es igual de repetitivo a la hora de programar los vídeos que emite igual que su homólogo radiofónico, pero al menos está un poco más actualizado, así que de vez en cuando lo ponemos para escucharlo de fondo si no nos apetece encender el ordenador para escuchar Spotify. (Sí, lo nuestro con la música es vicio.) En un momento dado, emitieron este vídeo de un tal Cris Cab, que por lo menos a mí no me sonaba de nada (supongo que por eso cuenta con la colaboración del omnipresente Pharrell Williams, o sea, el tío de "Happy" o "el pavo de sombrero ridículo", para que los que no estamos puestos en novedades nos quedemos un poco con la copla), y la canción me llamó la atención. Primero, porque no está mal. Os la enlazo aquí por si la queréis escuchar:

 


Lo segundo que me sorprendió es que, como me está ocurriendo en los últimos meses, pensé: "Otra canción que suena a Police". Me había pasado antes con los Maroon 5 y este otro tema suyo (ojo, el vídeo es un poco fuertecito si eres impresionable)


 


Pero la primera vez que me sucedió fue con una canción que tiene un sonido Police aún más descarado, ésta de Bruno Mars:




La verdad es que Bruno Mars es un reciclador nato de estilos musicales, pero como parece majete y sus canciones tienen gracia, se lo perdono :P. En verdad, prácticamente todos los artistas que hoy día confeccionan las listas de éxitos son auténticos recicladores de estilos anteriores. Ya se sabe que no hay nada nuevo bajo el sol, y es difícil a estas alturas inventar algo que no suene a conocido, pero en los últimos años se reciclan estilos musicales de forma cada vez más descarada. El revival de los 80 ha sido bastante exhaustivo, tanto que hasta los que vivimos nuestra infancia y adolescencia en esa década nos estamos saturando ya :P, pero al fin y al cabo los principales consumidores de estos productos son chicos que podrían ser nuestros hijos y no tienen apenas referencias de esa época, así que lo que hagan artistas y grupos como los que he citado, u otros que no por ser más indies son más originales, lo cual no quita para que sean buenos (me pregunto cuántos chavales de instituto podrían ubicar en sus respectivas décadas a Joy Division y Editors). Pero destaco el caso del reciclaje de The Police porque me parece especialmente significativo, dado el sonido tan distintivo que tenía el grupo de Sting. Tanto que en su momento el éxito que consiguió, por supuesto, generó imitadores, pero estando aún presentes los originales, las imitaciones no prosperaron demasiado, porque cualquier comparación resultaba odiosa. Pero ya han transcurrido suficientes años como para que más de una generación entera no sepa quiénes eran The Police y, si acaso, les suene aquella canción de un tío que vigilaba constantemente a su ex (según unas interpretaciones, según otras podría ser un padre preocupado por su hijo, o vete tú a saber) porque la escuchaban de pequeños en un anuncio de la tele. Sí, os sonará raro, pero si hay chavales de 15 que no saben quién es Bruce Springsteen (atestiguado por un horrorizado amigo mío), pues ¿por qué van a saber qué grupo tocaba "Every Breath You Take"? Prafraseando aquel leit motiv de un famoso concurso que por supuesto esos chavales tampoco conocerán, ni por veinticinco pesetas ni por veinticinco céntimos de euro podrían dar más respuestas que ese ejemplo.



Así que se abre la veda para reinventar el estilo Police y presentarlo como algo novedoso y fresco. Y quien dice Police, dice muchos más grupos emblemáticos. Supongo que es una constante en la Historia que cada generación se crea que ha inventado la rueda (yo también tengo lagunas tan grandes como el lago Baikal antes de que se desecara), pero en la era pop esa constante se ha acelerado tanto que vamos reciclando décadas a razón de una por año, o incluso por estación. Seguramente es una impresión muy subjetiva, pero creo que desde los 90 no se ha inventado nada realmente nuevo; si acaso en estilos como el hip hop o la música electrónica se puede haber innovado algo más, pero lo supongo más por desconocimiento, así que les concedo el beneficio de la duda. En la moda textil ocurre igual: ya dicen que el reinado de los pantalones pitillo de los últimos años, por ejemplo, pronto se verá derrocado por el regreso de las campanas (¡nooooooooooooo, por favooooooooooooor!).

La verdad, no sé si este ir y venir de las modas es para mejor o para peor. Para peor, sin duda, por una parte, ya que llega un momento en que te cansas de escuchar tus discos favoritos de toda la vida, pero tampoco encuentras nada nuevo que te motive realmente como antaño. Por otro, dada la aceleración con que se recuperan modas y estilos, puede que llegue un momento en que todo se amalgame y tal vez ocurra el milagro de que hasta en las emisoras más mainstream se escuche todo tipo de música y en las tiendas de ropa haya tal mezcla de estilos que puedas vestir como te pete... Aunque no caerá esa breva, para la industria es mucho más fácil copiar un estilo hasta la saciedad por vez, es mucho más fácil trabajar así para las cadenas de producción. En fin, lo bueno de llegar a cierta edad es que lo que esté de ultimísima moda te la sopla bastante. Además, me temo que durante unos cuantos años en lo que más puesta voy a estar va a ser en los clásicos Disney y las canciones que más tararearé serán las de Pocoyó y Peppa Pig, o lo que toque cuando Eric tenga la edad suficiente XD. Hasta puede ser curioso comprobar cómo está el panorama cuando vuelva a asomarme por ahí fuera dentro de, no sé, quince años :P. A lo mejor hasta me sorprenden con algo nuevo, who knows?

lunes, 3 de noviembre de 2014

Ride the comet

He compartido esta noticia antes en Facebook y Twitter, pero me apetecía también comentarla por aquí. No sé si os he comentado alguna vez lo que me gusta desde siempre todo lo relacionado con la astronomía. Es una de mis grandes pasiones desde que era pequeña, y si no hubiera sido por mi manifiesta inutilidad para las matemáticas, es fácil que hubiera estudiado algo relacionado con ella. Mi héroe de la infancia, lo he dicho muchas veces, es Carl Sagan, y "Cosmos" me parece la mejor serie documental sobre astronomía, cosmología y ciencia en general que he visto nunca. Tengo pendiente de ver la serie nueva presentada por Neil De Grasse, me han dicho que aunque distinta no decepciona; ojalá.

Así que, aunque sea de letras, en parte por afición y en parte porque no me queda más remedio, siempre me han interesado las noticias científicas, y dentro de éstas las que informan sobre sucesos y hallazgos astronómicos y sobre la investigación espacial. Por no hablar de la ciencia ficción, claro, pero eso es otro tema que da para otras entradas. Así que hoy he visto enlazado en Twitter una noticia que contenía un cortometraje y, aparte de gustarme mucho el corto en sí, me ha parecido una manera estupenda de promocionar una misión espacial. Se trata de la misión Rosetta (supongo que llamada así por el famoso fragmento que sirvió para descifrar la escritura jeroglífica egipcia). Concretamente, Rosetta es el nombre que se le ha dado a (copio de Wikipedia) "una sonda espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA) que fue lanzada el 2 de marzo de 2004.1 La tarea de la sonda es la de orbitar alrededor del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko en 2014 y 2015, enviando un módulo de aterrizaje -Philae- que se situará en la superficie del cometa. Tanto el orbitador como el aterrizador tienen numerosos instrumentos científicos que analizarán minuciosamente el cometa y sus características, uno de los cuales incluso perforará la superficie en busca de muestras internas. [...]
El objetivo principal de la sonda es investigar la composición y características del cometa de destino, lo que puede dar información sobre la formación del sistema solar.6 Existe una muy bien fundada suposición de que los cometas son los objetos menos modificados del sistema solar desde su formación hace 4600 millones de años.
Una hipótesis importante que puede ser confirmada es si el agua de la Tierra procede de los cometas que impactaron contra ella cuando se enfrió y la menor temperatura permitía retener el agua. Se cree que la mayor parte del agua de los océanos tiene esta procedencia, puesto que es difícil que esta agua sea un remanente de la formación original de la Tierra.6
Otra pregunta crucial es si el agua de los cometas tiene materia orgánica y de qué clase.6 La respuesta puede ayudar a entender el origen de la vida en la Tierra."

Y ahora, os enlazo la noticia en la que venía insertado el corto:

La Agencia Espacial Europea crea un corto de ciencia al estilo "Juego de Tronos" para explicar la misión Rosetta

Olvidaos de "Juego de Tronos": el único vínculo con la serie basada en la saga de Canción de Hielo y Fuego es que el actor coprotagonista del corto es Aidan Gillen, que interpreta a Petyr Baelish, Meñique, en la serie. En fin, supongo que buscan dar más tirón a la noticia con un titular de impacto, aunque no me parezca una táctica de periodismo riguroso, pero la cuestión es que el corto es muy bueno. Me parece una forma ingeniosa de promocionar algo que debería interesar a todo el mundo. Ya sé que mucha gente opina que no se debería destinar dinero a la exploración espacial mientras haya otras necesidades más urgentes en la Tierra, como acabar con el hambre, pero no creo que ese argumento tenga validez real. Para empezar, no es que no haya suficiente dinero y recursos como para combatir el hambre y la pobreza y al mismo tiempo impulsar el desarrollo científico y tecnológico, que los hay más que suficientes; otra cosa es que los gobiernos y poderes económicos utilicen esos recursos para otras cosas. Y, por otro lado, la investigación al servicio de la exploración espacial (el subconsciente intenta traicionarme todo el rato y me susurra "carrera espacial", en recuerdo de los años de la Guerra Fría) nos ha proporcionado nuevos materiales y recursos tecnológicos que han resultado muy útiles para la industria y las tecnologías médicas y de otros muchos ámbitos en las últimas décadas. Así que, sí, explorar el espacio en el que vivimos no es sólo una aventura, también es útil y beneficioso para la humanidad. 

Pero, incluso aunque no tuviera utilidad, ¿por qué renunciar a uno de los impulsos más arraigados en el ser humano, como es el de explorar y conocer lo que nos rodea, y maravillarnos con lo que descubrimos? Si la mayor parte de la humanidad que vive al margen de los descubrimientos científicos de los últimos siglos se informara y se interesara por el universo del que somos parte, desde lo más microscópico hasta las galaxias más lejanas, se asombraría y se deleitaría tanto que tal vez dejaran de hacer caso a tanta magufo como hay por ahí suelto y que muchas veces sólo busca su propio beneficio. No me hace falta creer que las pirámides las construyeron los alienígenas. Me parece mucho más fascinante saber cómo se creó el sistema solar, o cómo surgió la vida, y además es cierto.

Me despido con el vídeo de la canción que da título a la entrada. Vedlo y escuchadlo, merece la pena.


viernes, 31 de octubre de 2014

This is Halloween, nanananananana

Ya es 31 de octubre. En España, tradicionalmente, la noche de Todos los Santos. En otros lares, la noche de Halloween. Ahora a mucha gente le ha dado criticar que se celebre la fiesta de Halloween aquí como una moda importada por los todopoderosos Estados Unidos, ajena a nuestra cultura y nuestras tradiciones, y se propagan chascarrillos que comparan celebrar Halloween aquí con que se haga una procesión en honor al Cristo de los Faroles en Wisconsin, por ejemplo. Pero si lo piensas, es curioso que ambas festividades coincidan en la misma fecha, ¿no? Obviamente, como muchos sabéis, es porque tienen el mismo origen: la fiesta de Samhain, el año nuevo del antiguo calendario celta. Como no soy experta en el tema y en este otro blog, muy recomendable por otro lado, lo explican mucho mejor, aquí os enlazo esta entrada para los que queráis informaros del origen de esta celebración: Samhain o el origen de Halloween. Muy resumidamente, Samhain era una fecha clave porque señalaba el comienzo del nuevo año, a mitad de camino entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno, ya que era cuando acababa la temporada de cosechas: empezaba a dominar la oscuridad, llegaba el frío y tocaba recogerse en casa hasta que volviera la primavera. Como marca de la muerte de un ciclo que se extinguía y del comienzo de un nuevo ciclo, la noche de Samhain era un tiempo peligroso en el que las fronteras entre el reino de los vivos y el de los muertos se diluían, propiciando el reencuentro con los familiares fallecidos, a los que se rendía tributo y homenaje, tanto por respeto como por precaución. 




Después llegó la romanización y posteriormente la cristianización de aquellos pueblos celtas que habían poblado gran parte de Europa, y según el grado de ambas influencias sus tradiciones fueron absorbidas y desaparecieron o se transformaron de distintas maneras.  En España terminamos celebrando el 1 de noviembre la festividad de Todos los Santos, en la que es tradición visitar los cementerios para honrar el recuerdo de los familiares fallecidos, y se adecentan y acicalan sus tumbas. Parece, pues, que la celebración oficial se ha trasladado al día, pero durante mucho tiempo se han mantenido en el imaginario popular multitud de leyendas sobre la víspera, la noche de Todos los Santos, como en el caso de la Santa Compaña en Galicia, que no se aparece exclusivamente en esa noche, pero sí es una de las más importantes. Mientras tanto, en Irlanda, que no fue romanizada aunque sí cristianizada, se mantuvieron muchas de sus tradiciones de origen celta con leves transformaciones, y muchas de estas tradiciones viajaron al otro lado del Atlántico con la oleada migratoria de irlandeses en el siglo XIX, mezclándose con otras tradiciones, evolucionando y dando lugar al Halloween que hoy conocemos. Muy mercantilizado, sí, muy banalizado, pero no es ninguna invención moderna (como tampoco la Navidad, por mucho que nos digan que la inventó la Cocacola).

En fin, que aunque ambas tradiciones parezcan muy distintas, tienen un origen común, remoto pero rastreable. Una noche de transición entre la vida y la muerte, en la que aquí se institucionalizó el culto religioso a los familiares muertos como recordatorio de los lazos perdidos y de la fugacidad de la vida, y al otro lado del mar, primero en la Isla Esmeralda y luego en el Nuevo Mundo, decidieron enfrentarse a esa fecha incierta y tenebrosa con picardía y humor, como ese Jack O'Lantern que consiguió burlar al mismísimo diablo. Curiosamente, desde una tradición prehispánica completamente distinta pero que seguramente ha influido también en el mismo Halloween americano, los mexicanos han alcanzado una solución parecida y celebran en estos días una de sus fiestas más importantes, en la que son capaces de reírse de la Muerte con respeto, devoción y jolgorio a partes iguales mientras se ponen morados de calaveritas de azúcar (otra coincidencia curiosa la de los dulces: aquí los huesos de santo, allí las calaveras, en Estados Unidos las calabazas cuyo relleno sirve para hacer pasteles...).

Eshto es una fieshtaaaaaaaaaaaaaaaa


En fin, que Halloween no nos es tan ajeno como podríamos creer. Y, por otra parte, ¿desde cuándo que una fiesta no sea autóctona ha sido un impedimento para adoptarla? Como si nos hiciera falta una excusa para irnos de parranda siempre que tenemos ocasión :P. Personalmente estoy encantada de adoptar todos los Halloween, Oktoberfest y demás fiestas que haga falta, hasta el Día de la Marmota XD. Que a tus seres queridos los puedes recordar y honrar siempre que quieras, no sólo una vez al año, y las fiestas no hacen daño :P. Por circunstancias personales, este año más que Halloween lo que voy a celebrar es la recogida de níscalos, para la que también ésta es fecha muy propicia, pero os deseo a todos los que queráis celebrarlo un feliz y divertido Halloween, Samhain o lo que os apetezca en la compañía que os sea más grata. Para vosotros va dedicado este vídeo, ya un auténtico clásico:



Nos vemos el mes que viene ;).

lunes, 27 de octubre de 2014

We are standard

No es una noticia nueva, pero tampoco había encontrado el momento hasta ahora para ponerme a escribir. Supongo que ya os habréis hartado de ver noticias y fotografías sobre la tremenda transformación que, cirugía mediante, se ha infligido Renée Zellweger. Por si aún queda alguien en el planeta que no se haya enterado, he aquí el antes y el después:





La primera vez que vi las fotos, pensé: "No puede ser. Es otra persona, se han equivocado". La explicación principal a una transformación tan radical es el retocado brutal de los ojos: por lo que explican en este artículo: La explicación médica al cambio radical en el rostro de Renée Zellweger, le han practicado lo que se llama una blefaroplastia, esto es, básicamente le han quitado piel de los párpados, supongo que para hacer que los ojos parezcan más grandes y redondos. De paso, se le ha cambiado la posición de las cejas, que también influye bastante en la expresión. También parece que le han retocado más partes de la cara, pero los ojos son los que marcan el cambio definitivo, porque afectan totalmente a su expresión, a su identidad incluso. No sé ella, pero yo me asustaría mucho si me mirara al espejo y viera a otra persona. Porque eso es lo que parece. A lo mejor ella está encantada de la vida con tener una cara nueva, y yo puedo entender que cuando un rasgo en particular que está muy desproporcionado (como una nariz excesivamente aguileña) destaca demasiado, la persona que lo sufre puede tener un gran complejo y la eliminación o el cambio de ese rasgo le puede ayudar bastante. Pero, salvo casos excepcionales, un cambio tan radical a mí me da mucho yuyu. Encima, el cambio, al menos para mi gusto, no ha sido a mejor: no la veo más guapa y además ha perdido justo lo que le daba personalidad. Nunca ha sido un bellezón, pero sí era bastante mona y tenía un algo que le daban justo esos pequeños ojos rasgados, de expresión pícara y llena de vida. Ahora no es más que otra actriz hollywoodiense con los rasgos típicos de cualquiera de esas actrices que salen en una de esas películas de Antena 3 los sábados por la tarde: todas tan parecidas, rubias, monas, rasgos muy equilibrados, muy regulares, muy estandarizados.

Porque ésa es la sensación que me da su nuevo rostro: que es estándar. Supongo que todos habéis oído hablar de las típicas narices de operada, pequeñitas, respingonas, como hechas en un único molde. Como la que se hizo Jennifer Grey, la actriz conocida por Dirty Dancing y por nada más, porque después se operó la nariz y se fastidió la cara y la carrera de actriz que prometía:



 

Veo esto y no puedo evitar acordarme de una de las mujeres más bellas del séptimo arte, Sophia Loren, que una vez contó que de joven, cuando empezaba su carrera como actriz, le habían sugerido que se operara la nariz para aumentar su atractivo (como si le hiciera falta). Ella se negó, alegando que su nariz era una parte fundamental de su rostro y que si la cambiaba, cambiaba todo y dejaba de ser ella. Así que continuó luciendo su rostro hermoso y único. Evitó la estandarización. Porque no es algo nuevo, el afán por uniformizar los rasgos para alcanzar el ideal de belleza de cada época ha estado siempre presente: desde la palidez artificiosa de las estatuas femeninas y la raya de los ojos tan marcada en los egipcios, pasando por el famoso perfil griego de las estatuas clásicas, a los labios finos, los ojos grandes y dulces y las frentes despejadas de las madonnas medievales que reflejaban los gustos de cada momento, o esa costumbre tan cruel de vendar los pies de las niñas chinas de buena familia para que no crecieran de forma natural y se quedaran reducidos a pequeños muñones envueltos en seda.

Hoy día los cirujanos plásticos no recurren a técnicas tan brutales e inhumanas, pero pueden cambiar completamente la cara y el cuerpo de una persona. No es el único modo de estandarizarnos: a raíz de la noticia me acordé de una conversación que tuve este verano con Carlos y con una amiga nuestra, Erika. Como en ese momento estábamos sin ordenador, había retomado la costumbre de ver la tele :P (que ahora he vuelto a perder, de hecho todavía no me he molestado en resintonizar los canales digitales). De vez en cuando veía un programa que echaban (supongo que aún seguirá) en ese canal tan peculiar que es Divinity: "Cambio de look". Es una especie de reality que consiste en cambiar de apariencia a una persona de manera más o menos integral, desde su peinado a su forma de vestir, pasando por su maquillaje y lo que haga falta. En muchos casos, las personas (siempre mujeres, parece que los hombres no necesitan ese tipo de cambios o no se sienten presionados para ello) necesitan un verdadero cambio, no sólo porque vayan hechas unos adefesios sino porque esos cambios repercuten en otros aspectos de su vida: un look más adecuado les puede ayudar a encontrar trabajo, lucir menos desaliñadas les ayuda a mejorar su autoestima, lo que repercute en el resto de aspectos de su vida, en sus relaciones... Nos contaba Erika que en algunos casos el cambio era integral y ayudaban a que esas personas superaran graves problemas personales, lo cual me parece bien. Pero había otras personas que en principio llevaban vidas normales y a las que, al ver cómo eran "antes", pensaba: "Pero si tampoco va tan mal; vale que no le vendría mal dejar de usar esa minifalda, o le puede venir bien jubilar ya ese poncho hippy que está ya pasadísimo y no la favorece, pero por lo demás ¿qué problema hay?". Mujeres que tenían su propia imagen, más o menos afortunada, pero no especialmente cantosa ni desfavorecedora. Pero sus familiares y amigos insistían en que tenían que cambiar de look, que era algo imprescindible para que su vida mejorara y que no podían soportar verlas así. A las mujeres que querían cambiar de look les presentaban varias opciones en cuanto a colecciones de prendas de vestir y peinados, seleccionados por los amigos y familiares junto con los estilistas del programa, para que eligieran los que más les gustaban y aplicaran esos cambios. El aliciente del programa, claro, está al final, cuando se muestran el "antes" y el "después", y lo curioso es que en el después siempre aparecían bastante favorecidas, eso no lo niego, pero de una manera similar en todas ellas: a mí la impresión que me da es que las vestían a todas de presentadoras de televisión, por explicároslo de una manera gráfica. Como unas Marilós Montero de la vida, vamos. Y las ves y dices: sí, está guapa, pero ¿va a ir a comprar al supermercado con ese vestidito tan mono y ese peinado de peluquería? ¿Y cuando esa moda se pase dentro de unos años, entonces qué harán?

Modas. Estándares. Tu cara no es igual que la de esas modelos, así que eres fea. Si no te gusta tu cara, en vez de aceptarte tal como eres y mejorar sin perder tu esencia, cámbiatela. Aunque, en realidad, no estés más guapa. Aunque ya no parezcas tú. Aunque veas una mentira frente al espejo todas las mañanas del resto de tu vida.

martes, 21 de octubre de 2014

Video killed the radio star

¡Hola de nuevo! Mi inspiración caprichosa ha vuelto para daros la brasa otra vez. Hoy la culpa es de un vídeo que vi compartido hace poco en el Caralibro, un vídeo ochentero donde los haya. Ya se sabe que se suele decir que los ochenta fueron la edad de oro de los videoclips, y no por nada: es cierto que fue cuando se sentaron las bases definitivas de la manera estándar de grabar videoclips tal como estamos acostumbrados a visionarlos ahora, y se crearon verdaderas obras maestras como el archicitado "Thriller" de Michael Jackson, sin olvidar otras joyitas como "Wild boys" de Duran Duran, "Sledgehammer" de Peter Gabriel o "Take on me" de A-Ha, y vídeos tan entrañablemente gamberros como el "We're not gonna take it" de Twisted Sister. Luego llegarían los años 90, tan feos y sosos, en los que se pusieron de moda los vídeos en blanco y negro de atmósfera depresiva, pero eso es tema para otra entrada. Aun así, no han logrado borrar el recuerdo de los vídeos de los 80, tan expresivos y divertidos.

Pero también, como no podía ser menos en una época de estética tan extrema como los 80, hubo desvaríos rayantes, a medio camino entre el terror y el ridículo más desopilantes. Vídeos que te provocan desde la risa cómplice y nostálgica de cuando éramos jóvenes y horteras (ahora sólo somos sosos :P) hasta el deseo de arrancarte los ojos por no sufrir más. En concreto, el vídeo que me ha impulsado a escribir sobre el lado oscuro de los clips ochenteros ha sido éste, que además mereció su "versión literal", con la que gracias al descojono que provoca se puede superar el horror estético que te induce:






Si habéis sobrevivido al shock, podemos continuar. Otro clásico de los vídeos cutres de la época es el "Tarzan boy" de Baltimora. No sólo por el abuso del chroma y ese efecto raro que hacían con los colores, sino porque el pobre Baltimora iba vestido y maquillado como si se hubiera encargado de ello su sobrina de cinco años con el maletín de la señorita Pepis. No llega al nivel de WTF del vídeo de Bonnie Tyler, pero es que eso es casi imposible. A cambio, es una buena muestra de cómo se las gastaban en tan gloriosa década:




Y, cómo no, siendo una como es una heavy con solera, no puedo dejar de recordar algunos de los vídeos más impactantes del metal ochentero. Hay mucho donde elegir, pero lo primero que se me viene a la cabeza es este inefable vídeo que perpetraron los Mötley Crüe al comienzo de su carrera. Algo así sólo se podía producir en los 80, sin duda.


En una línea parecida, a medio camino entre la estética de los primeros videojuegos y la de las imitaciones de Mad Max y de la imaginería fantástica de cartón piedra a lo "Señor de las bestias" (que ya tiene tela), se atrevieron a producir su primer vídeo conocido los Queensryche, banda que luego se volvió bastante más sobria (y produjo discos cojonudos como "Operation: Mindcrime" o "Empire"). Pero antes de eso, el metal ochentero corría fuerte por sus venas y les impelía a crear vídeos como este "Queen of the Reich" (por otra parte, canción muy en la onda de la NWOBHM y entrañablemente powermetalera que me sigue gustando aunque ya haya perdido un poco la costumbre de tolerar que me perforen los tímpanos con esos chillidos, y conste que Geoff Tate me parece un cantante genial).
  
Podría seguir con muchos ejemplos, pero no quiero cansaros. Si la entrada tiene éxito, me podría plantear escribir otra con más vídeos horribles/cutres/hilarantes. O mejor todavía, proponed vosotros los vídeos que queráis: aquellos que, a pesar de su estética bizarra y sangraojos, o precisamente por ella, os hace sonreír cuando los volvéis a ver o escucháis las canciones que escenificaban. Por ahora, me despido con un vídeo absolutamente icónico de los 80; no es exactamente horrible (de hecho, seguramente a muchos les alegrará la vista), pero a su manera es un clásico digno de esta improvisada lista, y ha sido imitado y parodiado hasta la saciedad: "Simply irresistible" de Robert Palmer. Que lo disfrutéis.


sábado, 18 de octubre de 2014

Mi alma por mi rey

Dos reyes.
Un trono.
Una guerra.
Cuando la lealtad choca con el rencor,

el amor muere por la traición
y el alma de un hombre se parte en dos.

Wooolaaaaaaaaas. La falta de tiempo y de ideas han propiciado que otra vez tardara un poco en escribir una nueva entrada, pero teniendo en cuenta la media que llevaba últimamente no está mal que haya tardado menos de un mes en volver a escribir :P. Además, la ocasión lo merece. Si no recuerdo mal, ya lo comenté en la última entrada de septiembre: tenía proyectado hacer una reseña de lo que estaba leyendo cuando lo terminase. Y voy a cumplir mi promesa.



¿Y qué es lo último que he leído? Pues se trata de la novela corta (bueno, corta para los estándares de su autora :P) cuyo título encabeza esta entrada: Mi alma por mi rey, de Virginia Pérez de la Puente. Forma parte del ciclo de Ridia o de El Segundo Ocaso, integrado por varias novelas de las cuales hasta ahora se han publicado cuatro: La elegida de la muerte, El sueño de los muertos y las dos precuelas de ésta, Soñando con bosques (publicada en edición no venal, o sea, gratuita) y Mi alma por mi rey. Si queréis más información, aquí la encontraréis: El Segundo Ocaso: novelas.

Hasta ahora, la novela que más éxito (y merecido) ha tenido ha sido El sueño de los muertos, que ya comenté en su momento: El sueño de los muertos. La elegida de la muerte como novela debut era muy estimable y la recomiendo, pero se notaba que en El sueño de los muertos la autora había progresado y ya desplegaba todas sus armas de escritora con gran eficacia: trama muy bien construida, historia muy interesante, estilo impecable, personajes complejos y carismáticos, diálogos brillantes... Elementos que ya incluía en su primera novela, pero que en la segunda había madurado y pulido. En su momento no pude comentar Soñando con bosques por falta de tiempo, pero se trataba de una novela corta que también demostraba una gran calidad y se hacía muy amena de leer, además de añadir el interés de presentarnos el origen de algunas de las incógnitas que se nos planteaban en El sueño de los muertos sobre los personajes protagonistas. En la misma línea se presenta Mi alma por mi rey, pero diría que Virginia se ha vuelto a superar. Esta novela corta nos revela otra parte de la historia de los personajes de ESDLM, a pesar de lo cual se puede leer independientemente sin necesidad de que hayas leído las otras novelas, aunque si has leído las anteriores eso le añade más interés, por supuesto. Pero más allá de ese interés, lo que cuenta es la calidad de la novela en sí. Y os puedo asegurar que no defrauda en absoluto: todos los elementos que citaba antes (trama, personajes, estilo, etc.) como siempre son sobresalientes, pero destacaría en especial el retrato de los personajes y su desarrollo. Aunque para los que hayamos leído previamente ESDLM nos puede dar la impresión inicial de que el protagonista es un joven Angarad de Teilhil enfrentado a un grave dilema personal, el resto de los personajes tienen una gran relevancia y están brillantemente retratados con los rasgos de carácter justos y necesarios para comprenderlos, empatizar con ellos y admirarlos u odiarlos según sea el caso. Pero ninguno deja indiferente, desde luego. Y según avanzas en la lectura, te das cuenta de que algunos son auténticos robaescenas, como se diría en lenguaje cinematográfico, y en el caso concreto de uno, que para mí es el auténtico protagonista, he acabado enamorándome de él como personaje, con todos sus defectos y virtudes: Vanakao de Venver, la auténtica revelación desde mi punto de vista como lectora de ESDLM. El padre de Nikao de Venver, personaje secundario pero importante en la trama de ESDLM, aparece aquí como un hombre de pasado tortuoso y presente complicado que no le ayudan precisamente a superar sus inseguridades, justo en el momento en que más necesita superarlas. La relación con su mujer Tenakia, otro personaje admirable, destaca por su falta de convencionalismos y es un punto más a favor de este gran personaje.

No me puedo dejar en el tintero (debería decir en el teclado :P) a otro gran personaje que aparece al final del relato y que ya viene asomando la patita desde La elegida de la muerte, pero que en Mi alma por mi rey empieza por fin a desplegar todo su potencial, el cual espero que estalle en todo su esplendor en la próxima novela de la saga: el jovencísimo y sorprendente emperador de Monmor. Eso sí que es crear hype, ya lo creo que sí. Como las nuevas incógnitas que aparecen en esta novela corta y que espero que también se resuelvan en la próxima novela de la saga... O si no nos enfadamos, señora  De la Puente :P. Servidora no pega leches como Bud Spencer, pero puede ser muuuuuuuy pesada. Sólo aviso.

En fin, que por todas estas razones recomiendo encarecidamente la lectura de esta novela (y de las anteriores, of course). Y aún añado otra: su precio ridículamente asequible. Por un eurito la tenéis en Amazon, como aperitivo de lo que será la próxima novela de El Segundo Ocaso: Mi alma por mi rey.  Si no tenéis un libro electrónico, no hay problema, se puede leer en el ordenador (yo lo he hecho porque tengo mi kindle estropeado), pero merece la pena.
Si esto es sólo el aperitivo, no sabéis con qué avidez espero el plato principal.      

miércoles, 1 de octubre de 2014

El hombre y el oso

Pues nada, se ve que después de tanta sequía ando desatada y vuelvo a la carga, dos entradas en la misma semana, toma ya. La verdad es que se trata de algo puramente anecdótico, pero no todo va a ser follar, digooo, filosofar, que para algo ya indico en el subtítulo del blog que esto, básicamente, trata de mis desvaríos.

El caso es que hoy en el Facebook nos hemos estado echando unas risas a costa de una "noticia" (de alguna manera hay que llamarla) que ha enlazado mi amiga Virginia Pérez de la Puente (de la que, por cierto, voy poco a poco leyendo su última novela, que pronto comentaré por aquí, ya voy avisando :P; de momento, lo que he leído tiene muy buena pinta, espero poder confirmar la primera impresión). He aquí el germen de esta entrada:

Justin Bieber se deja crecer el bigote

Efectivamente, señoras y señores. Justino Biberón se está dejando crecer un amago de bigote que de momento no pasa de una pelusilla testimonial que apenas se distingue si no llevas gafas de aumento. Qué digo gafas de aumento, el telescopio Hubble a lo mejor capta algo si afinan mucho el enfoque, pero lo dudo. Yo misma me puedo dejar más bigote, las cosas como son, y sé de amigos que gracias a esta noticia dejarán de tener complejo de barbilampiños, porque al lado de esta criaturita de Dios parecerán hipsters asalvajados. Por supuesto, la "noticia" (ya digo que la llamo así porque no sé de qué otra forma llamarla; bastante habrá tenido el pobre becario de ABC con tener que redactarla) ha servido de cachondeo generalizado y la conversación ha derivado en lo que consideramos que sí son auténticos bigotes, viniendo a colación dignos ejemplares del mostacho frondoso como Freddie Mercury, Sacha Baron-Cohen en su papel de Borat, etc. También se han mencionado otros ejemplos de ejemplares masculinos propietarios de frondosas barbas, que ahora abundan más por mor de la moda que se ha difundido en los últimos años entre los hipsters antes mencionados.

Otra polémica, por cierto, la de la moda barbuda. Por una parte, se agradece que la barba haya dejado de ser patrimonio de unos pocos para normalizarse; la verdad es que en los últimos años se estaba imponiendo tan dictatorialmente la moda de los hombres depilados que es una gozada contemplar el brote frondoso del vello facial. Ojo, tampoco hay que pasarse: la barba a lo ZZ Top no es precisamente sexy :P. Por otra parte, el efecto contraproducente es que ahora parece que llevar barba es cosa de hipsters, y los hombres que siempre la han llevado ahora están mosqueados porque los confunden con esos modernillos :P. Personalmente, me encantaría que la moda se normalizara y por fin dejarse la barba se considere una opción normal  dentro de la estética masculina y no una cosa de bohemios y guarros vaguetes. Cómo me gustaría ver con barba a presentadores de telediario, empresarios, presidentes... Oh, wait. No, a ÉSE no. No lo quiero ver ni con barba ni sin barba, argh. En fin, olvidemos esto último que he dicho por el bien de nuestra salud mental :P.

El caso es que a mí siempre me han gustado los hombres con barba. Me ponen mucho, los veo más viriles y seductores. Tanto que de hecho estoy casada con un hombre con barba XD (conste que también está guapo cuando se afeita y le quiero igual con o sin ella, pero como más me gusta es con barba). Sé que no soy la única, aunque la mayoría de las mujeres suelan decir que prefieren a los hombres afeitados (o lo decían hasta que vieron a Brad Pitt con barba :P). Y el caso es que no sé exactamente de dónde me viene esa fijación por las barbas, porque durante mi infancia y adolescencia no tenía ningún referente cercano, todos los hombres de mi entorno iban afeitados. Supongo que el principal responsable de mi filia serán las hormonas, pero pensando en ello he caído en que puede haber un lejano culpable. Y ahora es cuando entro en modo abuelita Cebolleta e invoco a la memoria de los viejunos de mi generación: ¿quién de vosotros se acuerda de una serie que echaban en la tele a principios de los años 80, llamada Grizzly Adams? Pues servidora se ha acordado esta mañana, al hilo de esa conversación surgida gracias al despejado labio superior de Justinito.

La serie en cuestión estaba protagonizada por un tal Grizzly Adams, que vivía en una cabaña en las montañas Rocosas (o por ahí, las montañas del salvaje Oeste, vamos) en el siglo XIX, y cuyo mejor amigo era un oso grizzly, de ahí su sobrenombre. El tal Grizzly Adams parecía tener un don especial para comunicarse con los animales, también se llevaba bien con los indios y todo era muy guay y muy naïf en general. Supongo que si ahora viera un capítulo de esa serie me moriría de vergüenza ajena, pero en su momento me gustaba mucho. Buscando información sobre la serie, me he encontrado con que está basada en un personaje real de esa época, James Capen Adams, llamado Grizzly porque tuvo varios osos de esa especie como mascota. La verdad es que su historia no es tan idílica como en la serie, de hecho poco tiene que ver; el Grizzly Adams real era un trampero y cazador que se ganaba la vida cazando y amaestrando animales salvajes (principalmente osos, pero también de otras especies, incluso un tigre que le hirió gravemente) y montó su propio espectáculo, así como también trabajó para otros circos como el famoso Barnum, mientras que en la serie se le presenta como un fugitivo de la ley que huye por haber sido injustamente acusado de un crimen y se refugia en las montañas, donde vivirá como un ermitaño acompañado, como decía, por su oso Ben, un indio y un viejo buhonero amiguetes suyos. Y, como no podía ser de otra manera, Grizzly Adams lucía una barba digna de concurso:




¿Os suena el pavo? Por cierto, el actor se llama Dan Haggerty y después ha tenido mucho éxito en películas como... y series como... pues eso. El caso es que cuando veía la serie yo era todavía demasiado pequeña para que mis hormonas se dieran cuenta de algo, pero algo de impronta me debió de dejar porque ahora mismo si veo a un rubiaco barbado así por la calle me vuelvo una vez, y dos, y a la tercera ya estaría arrastrándome por el suelo agarrada a su tobillo :P. Bueno, ahora no lo haría, vale (soy una patata casada, soy una patata casada) pero antes sí XD.

En fin, ¡que viva la hermosura capilar! ¡Vivan los hombres oso! ¡Hombres con barba, no dejéis que esto se quede en una moda pasajera! ¡Dejad que la naturaleza siga su curso! Y, sobre todo, no lo dudéis, con barba estáis mucho más fermosos. Para muestra, unos cuantos botones:


¡Ahú!

domingo, 28 de septiembre de 2014

Hasta el infinitivo y más allá

Mother of the beautiful love. No escribía aquí desde mayo. Me he tirado todo el verano sin escribir una sola línea. Ni siquiera tardé tanto en volver a escribir después de que naciera Eric. En fin, hay que aclarar que he estado casi dos meses sin ordenador disponible y escribir una entrada de blog desde mi mierdamóvil, aparte de técnicamente inviable, supongo, aunque fuera posible sería lo más parecido a cortarse las venas con una pastilla de jabón. 

Total, que aquí estoy de nuevo, porque ya tengo ordenador otra vez gracias a que mi hermano me ha prestado uno, y ahora no sé qué narices escribir. Oh, no será por falta de temas. Este verano se me presentaron varios que me tentaban a escribir, y me tenía que aplicar la dieta de ajo y agua por falta de medios. El problema es que hablar de esos temas, ahora que ya se han discutido y olvidado, parece que ya no viene a cuento. Aunque, la verdad, daría lo mismo: para cuatro gatos que me leen, y más que nada porque son amigos, qué importará lo que comento si no lo va a leer prácticamente nadie. Por otro lado, aunque tuviera tiempo de escribir sesudos ensayos sobre esos temas, tampoco podría porque apenas tengo sesos, básicamente :P. Ay, amigos, qué depresión. Tanta coña que ha habido con la frase promocional de la película Lucy este verano (aquella magufada de que sólo utilizamos un 10% de nuestra capacidad cerebral) y la triste verdad es que ni usando el 100% doy más de mí. Así que poco tengo que aportar, para mi desgracia y para vuestro bien.

Aunque el caso es que algunos de esos temas no deberían olvidarse, pero vivimos en una sociedad de la información que consume las noticias y ventila sus desechos sin haberlas digerido apenas, y cuando hablas de algo que ocurrió hace un mes parece que te estuvieras refiriendo a algún suceso ya lejano. Hace menos de una semana que ha dimitido Gallardón porque el gobierno se ha echado atrás con su reforma de la ley del aborto y aquí paz y después gloria. Y no debería ser así, porque ya veréis como en la próxima legislatura el tema volverá a colear de nuevo. Gallardón puede ser un cabronazo y su dimisión una buena noticia que debería haberse anunciado mucho antes, pero no es que quien le vaya a sustituir sea mucho mejor; por otra parte, al gobierno le ha venido bien esa cortina de humo para ocultar noticias más preocupantes, como los decretazos-ómnibus perpetrados con vacacionalidad y alevosía. Se nos inculca la impresión de que en verano no ocurre nada, lo cual es la mejor excusa para que nos la sigan metiendo doblada.

Pero no todo van a ser invectivas apocalípticas. A pesar de todo, he disfrutado del verano en la mejor compañía, y seguiré disfrutando de ella ahora que se acerca el invierno. Ah, por cierto, por fin me he casado XD. Sí, hablando de Gallardón, me libré de su tasazo XD. Algún día tengo que completar aquella entrada que perpetré hace tiempo sobre la absurda burocracia de este país que convierte actos cotidianos como casarse en laberintos surrealistas. Por lo demás, mi hijo ha cumplido año y medio sano y salvo, lo cual es un mérito por su parte (lo digo porque lo mío, más que en la categoría de mala madre, entra en la de madre catastrófica, pero no daré más detalles no sea que los abuelos de la criatura lean esto y nos quieran quitar la custodia), hemos terminado de ver Cómo conocí a vuestra madre con el consiguiente trauma y he engordado un montón. Ahora sólo me falta volver a conseguir trabajo, adelgazar esos kilos (o arruinarme comprando un montón de ropa nueva porque ahora no me vale casi nada), asegurarme de que Eric sigue creciendo sano y salvo y dejar de ser un desastre. ¿Quién dijo miedo?



jueves, 22 de mayo de 2014

Vota, coño, vota

Ayer, después de mucho tiempo, leí "¡Indignaos!", de Stéphane Hessel. Diréis: "a buenas horas". Pues sí, a buenas horas XD. Lo tenía en casa desde hace bastante tiempo, pero entre otras lecturas pendientes y el poco tiempo que me deja Eric para leer, lo iba postergando, y no será porque no se lee rápido. De hecho, me lo ventilé ayer en el metro, mientras salía a arreglar papeleos varios y el niño se quedaba a cargo de mis suegros. Es curioso, mientras lo leía tenía la sensación de que todo lo que este hombre exponía en su ensayo era tan de sentido común y tan sencillo y evidente que no me explicaba por qué fue tal bombazo cuando se publicó. Pero después me di cuenta de que, al fin y al cabo, lo he leído muy a toro pasado, tres años después del 15 M, cuando todas sus tesis y otras cuantas más han sido debatidas hasta la saciedad. Ahora parece que todo el mundo cuestiona el sistema vigente, que se pone en duda la legitimidad de las instituciones más sacrosantas y se replantean ideas antes comúnmente aceptadas como verdades indiscutibles. 

Mucho más carisma que Cañete, dónde va a parar
Pero, pensándolo bien, antes de que la crisis sacara a la luz todas nuestras miserias y de que el señor Hessel y otros (al principio, pocos) llamaran la atención sobre la necesidad de replantearnos nuestra forma de vida, ¿quién reparaba en ello? ¿Cuándo se empezó a cuestionar en público y de forma masiva si era necesario mantener una institución como la monarquía? ¿Cuándo se empezaron a levantar voces contra el sistema electoral vigente y el bipartidismo que se sustenta en él? ¿Cuándo comenzó a decirse en voz alta que la Constitución de 1978 no es intocable? ¿Que el sistema capitalista especulativo actual es un callejón sin salida? ¿Que no es normal que tengas que endeudarte hasta la jubilación (si es que llegas a tenerla) para pagar tu casa, y que si no puedes pagarla la perderás pero deberás seguir pagando al banco? ¿Que el gobierno tiene que enterarse de una vez que España es un estado aconfesional y que por tanto no debería dar apoyo económico a la Iglesia católica ni a ninguna otra? ¿Que somos las mujeres las que tenemos que decidir qué hacer con nuestros propios cuerpos y no debería haber marcha atrás en este y otros derechos fundamentales?  ¿Que los servicios de la administración pública, la sanidad, la educación, etc., no deben ser valorados por su rentabilidad monetaria sino por el beneficio que representan para toda la sociedad? 

Un clásico que no pierde vigencia
Ya me gustaría poder votarle... 
Es verdad, llevamos ya varios años inmersos en estas discusiones. Y menos mal, porque antes ni se planteaban, y ya era hora. Pero precisamente porque no sólo no están resueltas sino que quieren que dejemos de discutir y nos quedemos calladitos, hay que votar (aparte de otras muchas cosas). Personalmente no votaré a ninguno de los partidos mayoritarios; eso es lo único que tengo claro, porque aún no sé a qué partido votar de los nuevos que han surgido en los últimos tiempos: es difícil desbrozar el populismo y la demagogia de las propuestas realmente nuevas y honestas. Pero votaré. Y más os valdría votar a todos vosotros también. A quien queráis. Incluso si queréis votar al PPSOE o a cualquiera de los partidos ya establecidos y con escaños, aunque no me parezca precisamente coherente si lo que queremos es salir del hoyo y no repetir los errores del pasado, pero no soy quién para deciros a quién tenéis que votar. Nadie lo es. Pero sí puedo deciros, porque como conciudadana vuestra las decisiones que toméis también me afectan a mí, que votéis. Porque si el día 25 vuelven a repartirse los escaños (europeos en este caso, pero eh, que las elecciones europeas sí importan, ¿o acaso no os habéis acordado de la familia de la señora Merkel unas cuantas  veces desde el 2008?) los mismos de siempre, bien sea porque no votéis, bien porque les votéis otra vez hagan lo que hagan, las consecuencias las sufriremos todos. 

Además, si hace bueno, luego os podéis ir de cañas. Ea. 

lunes, 7 de abril de 2014

El de las sábanas blancas


Me encanta ir al cine. Por motivos obvios, desde que nació Eric sólo he vuelto dos veces, pero aun así sigue siendo uno de mis pasatiempos favoritos, aunque desde hace años lo practique mucho menos. Cuando era jovencita iba muy a menudo; mis amigas y yo tuvimos una temporada en la que, por sistema, íbamos todos los domingos a alguno de los cines cercanos a nuestro barrio, elegíamos la película que más nos llamaba la atención y probábamos suerte. Nos tragamos algunos truños sin pretenderlo, pero también descubrimos maravillas como Atrapado en el tiempo (o sea, El día de la marmota) por casualidad. Mi cine de referencia era el Excelsior. Estaba situado en la Avenida de la Albufera, la arteria principal de Vallecas, y, aunque no fuera especialmente relevante desde el punto de vista arquitectónico, poseía una fachada interesante del estilo de los años 50 en que fue construido y, sobre todo, una de esas inmensas salas de butacas con palcos y gallinero que tanto echo de menos. Allí he visto las películas que me marcaron en la infancia, como E.T., y he asistido desolada a su cierre y al maltrato al que le han sometido posteriormente. En este blog podéis leer su historia si os interesa y ver el progresivo deterioro que ha sufrido; no han respetado ni la fachada, que ya digo que no es que fuera espectacular pero tenía su aquel, y primero la dividieron de mala manera entre un supermercado y un gimnasio, para acabar alicatando la fachada hasta hacerla irreconocible y convertirlo en una tienda de chinos:



Ya sé que los tiempos cambian, que hay que evolucionar, y que no todos los cines eran obras de arte de la arquitectura, y en muchos sus condiciones eran muy mejorables. Si no recuerdo mal, El día de la bestia (ya van dos entradas del blog que cito una película de Álex de la Iglesia, ¡ja, payo, dame argo!) la vi en el cine Bogart, y sus diminutas butacas rivalizaban en incomodidad con las del Arlequín, en la que vi La buena estrella, de Ricardo Franco. También es muy común en los cines antiguos, sobre todo en aquellos cuyas salas son pequeñas (como los Princesa de la plaza de los cubos) que no haya apenas inclinación en el suelo, con lo que ya puedes rezar para que no se siente un cabezón delante de ti. En fin, que también nos hemos acostumbrado a la comodidad de los grandes multicines como el Kinépolis, con salas gigantescas, imagen digital en pantallas enormes, sonido envolvente de la hostia y unos sillones que no sabes si vas a despegar con ellos a la luna o a dormirte la siesta de tu vida.

Pero hay una diferencia con respecto a los cines de antaño. Obviamente, la exhibición de películas en pantalla grande siempre ha sido un negocio. Pero en los últimos tiempos se ha exacerbado la dimensión mercantil, de modo que si vas al cine más de dos veces al mes y no aprovechas el día del espectador (que ya no existe en todos los cines) tu presupuesto mensual corre peligro. ¿Exagero? En Madrid la media del precio de la entrada de cine es de unos 8 euros, pero si te vas al Kinépolis (lo cito porque, por casualidades de la vida, es el que más cerca me pilla de casa), por ejemplo, ya son 10, y más o menos por esa cantidad te puede salir un combo grande de palomitas con sus respectivos refrescos. Yo puedo pasar de las palomitas, pero ahora pensad en una familia estándar (papá, mamá y dos churumbeles) y multiplicad por el precio de las entradas y las palomitas (porque los churumbeles sí que no pasan de las palomitas). En fin, nada que nadie no sepa a estas alturas. Pero algo debe de haber pasado para que, cuando era una joven estudiante con una exigua paga, pudiera ir al cine todas las semanas sin problema, y ahora me lo tenga que pensar. Mientras, los antiguos cines cierran y son reconvertidos en cualquier otro negocio, sin respetar siquiera su integridad arquitectónica. Ese peligro corre de nuevo el Palacio de la Música:


Es otro cine en el que vi algunas películas antes de que lo cerraran, como Entrevista con el vampiro. El proyecto inicial era devolverlo a la función para la que fue inicialmente construido, la de auditorio, lo cual me parecía una excelente idea. Pero ese mercantilismo arrollador que se ha exacerbado en estos tiempos de crisis ha poseído también al consistorio madrileño y a nuestra excelentísima se la suda mucho lo que hagan con un edificio emblemático mientras le suelten pasta. Ya lo hicieron con el Avenida, que se situaba a escasos metros. Total, si no han respetado en absoluto un cine con menos entidad pero con cierta relevancia como era el Excelsior, y lo mismo han hecho con otros muchos cines del resto de Madrid, ¿para qué van a respetar tampoco los cines de la Gran Vía, por muy significativos que sean? Me da la impresión de que los que construyeron esos cines, aunque lo hicieran por negocio, sí que tenían cierta noción de que el cine también es un arte y merece un entorno acorde.

Hoy eso no tiene la menor importancia. La cuestión es que vayas a dejarte el dinero en entradas y palomitas a precios desorbitados. Para eso se hacen los blockbusters de Hollywood y los enormes multicines que los proyectan. Yo soy la primera que me encanta ver las pelis de los Vengadores, por ejemplo, en pantalla grande, porque para eso están hechas y me entretienen. Pero me da mucha lástima que para ver, por ejemplo, Kamikaze, de la que me han hablado bien, me plantee que es mejor verla en casa; haciendo cuentas, a veces te sale más barato comprarte el dvd de una película que ir al cine a verla, y las que no tienen efectos especiales parece que da igual verlas en pantalla grande o pequeña. El problema no está en que tengas varias opciones para elegir cómo quieres ver una película; lo malo es que a veces no te dejan opción realmente, porque los multicines casi siempre programan un tipo determinado de películas, las más espectaculares, ya que siguen ese razonamiento de que "si no tiene efectos especiales, da igual verla en pantalla grande o pequeña", y porque los cines de barrio prácticamente ya han desaparecido. Así que al final sólo quedarán los grandes multicines a los que hay que acudir en coche para ver esas películas de superhéroes, y el resto, a verlas en casa en tu dvd o blu-ray, si es que sale rentable editarlas en ese formato. Y los viejos cines, convertidos en tiendas de ropa fabricada por niños asiáticos. Antes, los cines rivalizaban por tener la pantalla más grande para ofrecer los sueños más gigantescos. Ahora, cuanto más grande es esa pantalla, más pequeño es el cine.

lunes, 17 de marzo de 2014

Oh, happy day


Hoy, esta entrada está, por primera vez, escrita a medias con otra persona: mi pareja, Carlos. Cuando lo leáis, entenderéis perfectamente por qué. La ocasión merece la pena :). 

Allá por 1998, mientras estudiaba Informática en la Universidad Politécnica de Madrid, fui a hacer unas prácticas de “Ajedrez por Computadora” (sí, teníamos ese tipo de asignaturas) a casa de un compañero. Lo primero que me llamó la atención de su cuarto fue una colección de miniaturas de unos alienígenas muy coloridos. Me explicó que eran parte de su ejercito de Tiránidos de Warhammer 40k, un juego de miniaturas donde distintas razas se peleaban por el control de la galaxia. Me llamó tanto la atención que empecé a coleccionar mi propio ejército: Necrones (terminators del futuro).

Jugábamos cuatro amigos: Roberto (compañero de mi facultad), Juanma, Ricardo y yo, y la verdad es que el juego resultó ser bastante adictivo (lo he seguido manteniendo hasta hace poco, y ha llovido ya). Pero se hacía monótono jugar entre cuatro, así que Ricardo, el que tenía más espíritu emprendedor de los cuatro, decidió abrir un foro para poder hablar con otra gente sobre el juego.

Y poco a poco nos fuimos juntando un grupete bastante majo de personas variopintas, cada uno con nuestras distintas situaciones personales, pero que teníamos en común la afición por ese juego. Al principio todo era un poco frío, así que decidimos hacer una quedada para conocernos en persona. Y conectamos de mil maravillas.

Estuvimos varios años jugando en tiendas casi todos los fines de semana, incluso organizamos algún viaje en conjunto. Salíamos de marcha todos juntos y éramos bastante salvajes, así que nos ganamos a pulso un mote: “La Jauría”. Uno de los miembros, Borja, comenzó a trabajar para una tienda que vendía miniaturas, Atlántica.

Pero las tiendas empezaron a cerrar, y necesitábamos algún sitio donde poder jugar más a gusto, así que nos hicimos socios del Club Dragón, y nuestro grupo se vio incrementado con algunos miembros de dicho club.

En un momento dado, Borja empezó a jugar al World of Warcraft, un Multijugador Masivo de Rol por ordenador que poco a poco nos fue enganchando a varios. Empezamos a cambiar el salir de marcha por quedar a jugar en conjunto a dicho juego, con lo que algunos de nosotros pudimos ahorrar algo de dinerito.

En uno de esos famosos “No hay huevos” que tenemos los tíos a veces, un compañero de juego y yo empezamos a pensar en hacer un viaje largo. Y pensamos en ir al lugar más alejado posible: Nueva Zelanda. Y lo que empezó como una broma acabó convirtiéndose en realidad: al final nos marcamos 26 horas de vuelos y aeropuertos para plantarlos en la otra punta del mundo.

Fueron tres semanas de andar por una mezcla entre la comarca y el mundo perdido, descubriendo sitios salvajes y haciendo millones de fotografías. Al ir a etiquetar una de esas fotografías, pensé en una frase de la primera película de El señor de los anillos, pero no lograba recordar como era exactamente, así que la busqué en Google: “Montañas, Gandalf, montañas”. Y la segunda entrada que me aparecía era de un blog, que por curiosidad seguí leyendo.

Resultó ser un blog bastante interesante, de una tal Nymeria Solo, donde hablaba de sus aficiones y su forma de ver el mundo con la que yo estaba bastante de acuerdo. Me gustó tanto lo que leí, que empecé a pensar en como podría localizarla (en su blog sólo podía comentar gente que ya tuviera otro blog, y no quería hacerme uno sólo para eso). Casualmente entre la gente que le comentaba encontré a alguien conocido: Mario, compañero de trabajo de Borja en Atlántica.

Así que busqué en el facebook de Mario a ver si por casualidad la tenía como amiga. Y ahí estaba, en una foto que me había llamado mucho la atención, hecha por su buena amiga María: con la melena al viento bailando Metallica. La mandé un mensaje para felicitarla por el Blog... y el resto es historia ;).




Cuando tenía catorce años, leí por primera vez El señor de los anillos. La historia me fascinó tanto como para convertirse en mi libro favorito, que fui releyendo a lo largo de los años. Con el tiempo, se estrenaron las películas de Peter Jackson. Fui a ver la primera de ellas con mis amigos del barrio de toda la vida y recuerdo que salimos fascinados del cine: habíamos estado en la Tierra Media, y todavía seguíamos inmersos en el hechizo.

Estaba tan entusiasmada que deseaba compartir esa euforia con más gente, así que, cuando instalaron Internet en casa de mis padres, me registré en un foro sobre Tolkien y su obra: Elfenómeno. Hace tiempo que dejé de escribir en ese foro (ya no escribo en ninguno, la verdad, la falta de tiempo es lo que tiene :P), pero gracias a él conocí a gente estupenda con la que seguí manteniendo contacto. Algunos de ellos crearon a su vez otra web con su propio foro, Asshai, para poder hablar sobre otros libros que habían descubierto hacía poco y que les tenían fascinados: la saga de Canción de Hielo y Fuego, de George R. R. Martin,

En un principio no había pensado leer esos libros, pero una amiga común de esos foreros de Asshai a la que también conocido en Elfenómeno, Hara Lannister, me convenció de que los empezara a leer. Por probar, cogí prestado Juego de tronos en una biblioteca de mi barrio, no fuera a ser que no me gustara, que no me quería gastar una pasta en un ladrillo de libro para tenerlo luego acumulando polvo en un estante. Pero me gustó, vaya si me gustó. Me enganchó como hacía mucho tiempo que no me enganchaba un libro. Así que, como sabía que había algunas librerías en el centro de Madrid que estaban especializadas en literatura fantástica y no me apetecía meterme en el mogollón de la FNAC (apenas soporto las aglomeraciones), una mañana cogí el metro, salí a la Gran Vía, me metí por la calle de los Tudescos y, después de comprobar que en Madrid Cómics no vendían libros, me metí en la siguiente tienda que encontré al entrar en la plaza de la Luna: Atlántica Juegos, que entonces estaba en el lado opuesto de la plaza a donde se encuentra ahora. Vi libros en el escaparate, entré y pregunté a unos chicos muy amables (luego supe que se llamaban Mario y Borja).

Me explicaron que no tenían Juego de tronos porque se había agotado y de momento no habían sacado otra edición, pero que tenían el siguiente, Choque de reyes, y que en poco tiempo, para la próxima Feria del Libro (esto era por febrero o marzo, si no recuerdo mal) iban a sacar la tercera parte, Tormenta de espadas. Me hice con Choque de Reyes (más tarde me compraría Juego en una nueva edición), y decidí que cuando me leyera Tormenta me apuntaría a Asshai para poder por fin comentar los libros en los foros sin comerme spoilers. Allí me reencontré con mis viejos amigos foreros, y también coincidí con Mario, el de Atlántica; como él y sus compis son tan majos, seguí siendo cliente de Atlántica, y a día de hoy todavía son mis proveedores oficiales de los libros de Canción y de otras drogas :P. 

Como decía Javier Krahe, no todo va a ser follar :P (en este caso, leer por placer), así que, mientras todo esto ocurría, en uno de mis interregnos entre trabajo y trabajo empecé un curso de gestión y producción editorial en Alcalá de Henares, en el que coincidí con un grupo de chicas, casi todas alcalaínas. El curso no nos sirvió para encontrar trabajo en el ramo, pero sí para crear y luego consolidar una amistad que todavía mantenemos. Tanto que, unos años después, me fui a vivir a Alcalá, compartiendo piso con mi amiga Bego. Durante casi año y medio compartimos piso y mucho más. Tanto, que ayer sábado por la noche lo comentábamos otra de mis mejores amigas, María, y yo, en la boda de otra amiga nuestra, Bea: ¡cuántas cosas hemos vivido juntas, cuántas noches de marcha por Alcalá! Una de las noches más memorables acabó a las tantas de la mañana, como era habitual, en el Ego, uno de los garitos con música más potable de la ciudad complutense. Hay testimonio gráfico en el Facebook, conmigo meneando la melena al son de una canción de Metallica (la versión de “Whiskey in the jar”, si no recuerdo mal).

Mi vida social, desde luego, era intensa entonces: conservaba a mis amigos de toda la vida, salía con mis amigas de Alcalá y también por Madrid con los gnomos de Asshai (lo de “gnomos” es otra historia que debe ser contada en otra ocasión) y seguía bastante activa aún por los foros. Como algunos de los gnomos contaban sus experiencias e idas de olla en sus propios fotologs (como sabéis, el Fotolog es como un blog para pobres :P, cutrecillo pero muy fácil de usar, y si sus administradores no la hubieran cagado grandemente poniéndolo patas arriba sin ton ni son, habría seguido utilizándolo), para poder hacerles comentarios me abrí una cuenta en Fotolog y también acabé dando la brasa con mis propias idas de olla por esa vía. Hablaba de todo un poco, igual que hago ahora en este blog. Un día subí una foto de mi última escapada a la sierra, que había ocurrido hacía ya varios meses, y comenté lo que me apetecía volver a subir. “¡Montañas, Gandalf, montañas!”, exclamaba en el título de esa entrada, emulando al querido tío Bilbo en la película de Peter Jackson.

Y entonces fue cuando, pasados unos meses, un tipo desconocido me mandó un mensaje por Facebook. Resulta que, buscando esa frase de la película, había dado con mi blog. Le había gustado lo que había leído, y como daba la casualidad de que había visto que teníamos un amigo en común, Mario de Atlántica, había decidido mandarme un mensaje. No me fiaba mucho, la verdad, y estuve a punto de no contestarle, pero como vi que conocía a Mario (luego supe que también a Borja y a toda la plantilla de Atlántica), pensé “bueno, supongo que será de fiar”, y le pregunté por qué buscaba esa frase. Me dijo que era para poner un pie a una foto que había hecho en Nueva Zelanda, porque en ese momento estaba subiendo las fotos del viaje a su facebook, y que podía agregarle para verlas... Y ahí me picó, porque me pudo mi lado friki de El señor de los anillos :P. Así que le agregué... y el resto es historia :P.

Por eso a nuestro hijo lo llamamos Eric Ringhammer: porque es hijo del Anillo Único y del Martillo de Guerra. Si su padre no hubiera conocido a aquel compañero de facultad que tenía en su casa unas figuritas muy molonas... Si su madre no se hubiera entusiasmado leyendo El señor de los anillos... Si no hubieran coincidido en frecuentar cierta tienda donde trafican con drogas peligrosas como libros y figuras de juegos de tablero... Si a su padre no le hubiera dado por ir a Nueva Zelanda y subir fotos del viaje a su facebook, y a su madre no le hubiera dado también por subir otras fotos de viajes no tan lejanos pero casi igual de frikis en su fotolog... Si no hubiera ocurrido todo lo que os hemos contado, hoy no celebraríamos el primer año de vida de nuestro vikinguito. Un vikingo con querencias celtas, ya que tenía que haber nacido un 6 de marzo pero decidió esperar hasta el 17, día de San Patricio, santo patrón de Irlanda; en vez de un pan bajo el brazo, prefirió traer una Guinness. Digno hijo de sus padres :P. Feliz cumpleaños, hijo. Eres nuestro pequeño milagro:



viernes, 14 de febrero de 2014

El luchador

Pues ayer vi "El luchador". Sí, al cabo de los años y en la tele, pero oye, tiene su mérito ver una película casi entera en la tele cuando tienes un bebé :P. Y el caso es que la historia en sí no es nada que no hayamos visto millones de veces en telefilmes, ni tampoco tiene nada que ver con el resto de películas de Aronofsky que he visto, pero me tocó mucho la patata. No sólo porque el papel esté hecho tan a la medida de Mickey Rourke que da escalofríos (y, de paso, recordemos que este hombre es un gran actor, por mucho que se le vaya la pinza y que se haya destrozado a sí mismo en todos los sentidos), sino por la magistral sencillez  con que está contada y lo bien que retrata a los personajes y sus circunstancias (la galería de luchadores de lucha libre de segunda o tercera división es brutal, el tío de las grapas me dejó en estado de shock, pero no más que la gran humanidad del "Ayatolá", por ejemplo). Y ese final, perfecto tal como es. Pero reconozco que también me tocó la patata por otra cosa: ¡conocía todas las canciones de la banda sonora! XD Ay, los ochenta... Me sentí viejuna, pero me resultaba extrañamente agradable sentir esa nostalgia, porque además de escuchar esas canciones también me divertía viendo los teatrales combates de la WWF cuando empezó a emitirlos aquí Telecinco. De hecho, el papel de Randy the Ram me recordaba bastante al Último Guerrero. Así que esas coincidencias hicieron que la película me tocara un poco más la patata :P. En fin, creo que en el fondo la película de lo que habla es de ese momento en que nos damos cuenta de que nuestros sueños de juventud no se han cumplido, o al menos no como esperábamos. Pero eso no tiene por qué ser una tragedia; a veces ganas otras cosas en compensación que no te esperabas pero que valen más. Ya hablaba de algo parecido en otra entrada de este blog: La maldición de Heráclito. En fin, ya sabéis que una como buena abuela Cebolleta que es de vez en cuando se tiene que poner nostálgica y dar un poco la brasa con sus batallitas, es lo suyo :P. Pero supongo que tarde o temprano a todos nos pasa. Lo que no esperaba era que me ocurriera con esta película.

Y el momento en que me sentí totalmente identificada fue el que podéis ver en el minuto 1:37 del tráiler XD:

 ¡¡¡Yeaaaah!!! Bueno, no odio a Kurt Cobain, de hecho me encantan Nirvana, Pearl Jam y Soundgarden, pero, joder, no hacía falta cargarse la diversión. Los 90, por si alguien no lo recuerda, fueron muy sosos y deprimentes; sólo se salvan las camisas de cuadros y poco más :P. ¡Vivan los 80! Y, como Randy the Ram, vamos a echarle pelotas:


miércoles, 22 de enero de 2014

Killing me softly with this song



Como suele ser habitual en este blog, y más desde que cierto vikinguito me tiene bastante ocupada, escribo una nueva entrada al cabo de ni se sabe... Felicitaros el nuevo año a estas alturas ya queda bastante raro, ¿verdad? :P Daos por felicitados y ya está. Qué narices, si creo que ya lo hice en la última entrada XD.

En fin, aquí estoy de nuevo, con una entrada que prometí que sería más liviana que las últimas, que me habían quedado muy intensas :P. Hace unas semanas se pusieron de moda en el facebook unas cuantas cadenas: “los diez libros que más te hayan influido”, “un autor de cómic para llenar de imágenes de cómic el facebook”, “un pintor para lo mismo”, etc. A raíz de eso, se me ocurrió comentar los libros que que no había podido leer por insufribles (y, creedme, ya es difícil, con lo que me gusta leer). Ahora se me ha ocurrido comentar aquí las canciones que han terminado por resultarme más insoportables. No necesariamente tienen por qué ser truños que destaquen por su mal gusto; todos sabemos el daño que puede hacer que te repitan machaconamente una canción hasta que acabas odiándola. Es el caso de varias de las que voy a comentar aquí, aunque os aviso de que habrá otras que si queréis escucharlas será bajo vuestra responsabilidad; luego no vengáis a reclamarme por daños auditivos y cerebrales :P.

Así que comienzo. El orden no es indicativo de ninguna jerarquía ni de un odio mayor o menor hacia cada canción, aunque supongo que las primeras que me vengan a la cabeza será porque mi inconsciente me las sugiera con más fuerza :P.

“Corazón partío”, de Alejandro Sanz




A mí Alejandro Sanz nunca me ha gustado, aunque al comienzo de su carrera ni me iba ni me venía. Pero con el tiempo se ha sabido ganar a pulso el odio de buena parte del mundo mundial, y a ello contribuyó que repitieran en todas las emisoras y cadenas de televisión esta canción chorrocientos millones de veces. La odiamosssssssssssss, tesssssssssssoro. La odiamos mucho.

“Walking on Suinshine”, de Katrina and the Waves





¡Síiiiiiiiiiii! La odio. Ya dije que en esta lista también tenían cabida canciones que seguramente pensaréis: ¿pero por qué, si es buena? No digo que esta canción no sea buena, o al menos pegadiza. Pero precisamente por eso la odio: ¡¡¡estoy hasta los mismísimos de ella!!! Es la típica canción buenrollera que ponen en todas las fiestas y recopilaciones porque es divertida, todo el mundo la conoce y la baila, a todo el mundo le gusta... PUES A MÍ NO. Si al principio me pudo hacer gracia, también acabé de ella hasta el moño después de oírla otros chorrocientos millones de veces.

“Suavemente”, de Elvis Crespo





Posiblemente, si hay una canción que tenga que elegir entre todas las demás como la más odiada y aborrecida sea ésta. Los que tenéis menos de treinta años os habéis librado de la tortura por excelencia de los sábados por la noche a principios de los noventa: entrar en cualquier garito, CUALQUIERA, y que estuviera sonando esta canción. Y no una vez o dos, no. Cada media hora te la repetían hasta que te daban ganas de: a) arrancarte las orejas para no escucharla más o b) degollar al pincha con el cd de la canción. Si ya me hacían poca gracia la salsa, el merengue y similares, después de esta moda pasajera pero letal como una apisonadora los acabé aborreciendo para los restos.

“Still Loving You”, de Scorpions





Aquí supongo que es cuando todos os lleváis las manos a la cabeza y exclamáis: “¿Pero por quéeeeeeeee? Si es tan bonitaaaaaaaa... Es la mejor balada de heavy de la historia”. Por eso la he acabado cogiendo tanta manía: porque como es el ejemplo más típico de balada heavy y como tal la han machacado por todas partes hasta la extenuación, he terminado por odiarla. Bueno, a malas, la puedo soportar mejor que otras canciones que odio, claro, pero aun así me cuesta. Si acaso, como mejor la aguanto es en la versión cañera que hicieron los Sonata Arctica, que al menos la hace sonar  de forma diferente. Pero, por los dioses, si podéis, evitad pincharla en mi presencia. De verdad, los Scorpions son uno de mis grupos favoritos, adoro “Holiday” o “Always Somewhere”, pero no puedo con “Still loving you”. Y tampoco trago mucho “Winds of Change” por lo mismo...

“Colgando en tus manos”, de Carlos Baute y Marta Sánchez




Fijaos que a esta canción al principio no la tenía especial manía. La primera vez que la oí incluso me hizo gracia. Pero ocurrió lo de siempre: la machacaron tanto que la pillé una manía que pego un respingo cada vez que oigo por ahí alguna nota que se escapa de alguna televisión o radio. Tampoco contribuye a mejorarla la tontería de los intérpretes.

“Live is Life”, de Opus



Seguramente a los que seáis más jóvenes este tema tampoco os sonará, pero si habéis crecido en los ochenta como yo, seguro que lo sufristeis. Otro tema sencillo y pegadizo del que acabé harta no, lo siguiente, por pura repetición. Menos mal que fue un “one hit wonder” y que yo sepa de esta gente no se volvió a tener noticias.

“Échame una mano, prima”, de Niña Pastori

http://youtu.be/hxmYstGVLKo (No sé por qué, no puedo enlazar el vídeo directamente. Eso que os ahorráis.)

¿Una mano? Las dos le echaba, al cuello. La primera canción con la que se hizo famosa la Niña Pastori, aquel “Tú me camelas”, todavía me gustó y todo, aunque también acabé un poco harta. Pero la que terminé por odiar profundamente es ésta. No sólo porque sea repetitiva de por sí, es que encima tuve que aguantarla una semana entera sin descanso por culpa de un chiringuito de las fiestas de mi antiguo barrio (que desde hace años se sitúan justo al lado de la casa de mis padres) que tenía puesta la puñetera canción en bucle. Para cortarse las venas, de verdad.

En fin, por ahora (y para bien de mi salud mental y de vuestros oídos) no se me ocurre ninguna canción más a la que tenga especial inquina. Supongo que mi cerebro no da más de sí; además, lo que se me viene ahora a la cabeza no son temas individuales, sino géneros completos como el reguetón, las sevillanas (otra moda que me saturó hasta la extenuación), o artistas a los que no soporto en general y que me provocan urticaria sólo con oír unas notas de cualquier canción suya (así, a bote pronto, me acuerdo de José Luis Perales, Julio Iglesias, Modestia Aparte, Un Pingüino en mi Ascensor, prácticamente cualquiera de Operación Truño, El Canto del Loco, Carlos Goñi con y sin Revólver...). Ahora es vuestro turno: ¿qué canciones odiáis y por qué? No os cortéis :P.