Ya es 31 de octubre. En España, tradicionalmente, la noche de Todos los Santos. En otros lares, la noche de Halloween. Ahora a mucha gente le ha dado criticar que se celebre la fiesta de Halloween aquí como una moda importada por los todopoderosos Estados Unidos, ajena a nuestra cultura y nuestras tradiciones, y se propagan chascarrillos que comparan celebrar Halloween aquí con que se haga una procesión en honor al Cristo de los Faroles en Wisconsin, por ejemplo. Pero si lo piensas, es curioso que ambas festividades coincidan en la misma fecha, ¿no? Obviamente, como muchos sabéis, es porque tienen el mismo origen: la fiesta de Samhain, el año nuevo del antiguo calendario celta. Como no soy experta en el tema y en este otro blog, muy recomendable por otro lado, lo explican mucho mejor, aquí os enlazo esta entrada para los que queráis informaros del origen de esta celebración: Samhain o el origen de Halloween. Muy resumidamente, Samhain era una fecha clave porque señalaba el comienzo del nuevo año, a mitad de camino entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno, ya que era cuando acababa la temporada de cosechas: empezaba a dominar la oscuridad, llegaba el frío y tocaba recogerse en casa hasta que volviera la primavera. Como marca de la muerte de un ciclo que se extinguía y del comienzo de un nuevo ciclo, la noche de Samhain era un tiempo peligroso en el que las fronteras entre el reino de los vivos y el de los muertos se diluían, propiciando el reencuentro con los familiares fallecidos, a los que se rendía tributo y homenaje, tanto por respeto como por precaución.
Después llegó la romanización y posteriormente la cristianización de aquellos pueblos celtas que habían poblado gran parte de Europa, y según el grado de ambas influencias sus tradiciones fueron absorbidas y desaparecieron o se transformaron de distintas maneras. En España terminamos celebrando el 1 de noviembre la festividad de Todos los Santos, en la que es tradición visitar los cementerios para honrar el recuerdo de los familiares fallecidos, y se adecentan y acicalan sus tumbas. Parece, pues, que la celebración oficial se ha trasladado al día, pero durante mucho tiempo se han mantenido en el imaginario popular multitud de leyendas sobre la víspera, la noche de Todos los Santos, como en el caso de la Santa Compaña en Galicia, que no se aparece exclusivamente en esa noche, pero sí es una de las más importantes. Mientras tanto, en Irlanda, que no fue romanizada aunque sí cristianizada, se mantuvieron muchas de sus tradiciones de origen celta con leves transformaciones, y muchas de estas tradiciones viajaron al otro lado del Atlántico con la oleada migratoria de irlandeses en el siglo XIX, mezclándose con otras tradiciones, evolucionando y dando lugar al Halloween que hoy conocemos. Muy mercantilizado, sí, muy banalizado, pero no es ninguna invención moderna (como tampoco la Navidad, por mucho que nos digan que la inventó la Cocacola).
En fin, que aunque ambas tradiciones parezcan muy distintas, tienen un origen común, remoto pero rastreable. Una noche de transición entre la vida y la muerte, en la que aquí se institucionalizó el culto religioso a los familiares muertos como recordatorio de los lazos perdidos y de la fugacidad de la vida, y al otro lado del mar, primero en la Isla Esmeralda y luego en el Nuevo Mundo, decidieron enfrentarse a esa fecha incierta y tenebrosa con picardía y humor, como ese Jack O'Lantern que consiguió burlar al mismísimo diablo. Curiosamente, desde una tradición prehispánica completamente distinta pero que seguramente ha influido también en el mismo Halloween americano, los mexicanos han alcanzado una solución parecida y celebran en estos días una de sus fiestas más importantes, en la que son capaces de reírse de la Muerte con respeto, devoción y jolgorio a partes iguales mientras se ponen morados de calaveritas de azúcar (otra coincidencia curiosa la de los dulces: aquí los huesos de santo, allí las calaveras, en Estados Unidos las calabazas cuyo relleno sirve para hacer pasteles...).
En fin, que aunque ambas tradiciones parezcan muy distintas, tienen un origen común, remoto pero rastreable. Una noche de transición entre la vida y la muerte, en la que aquí se institucionalizó el culto religioso a los familiares muertos como recordatorio de los lazos perdidos y de la fugacidad de la vida, y al otro lado del mar, primero en la Isla Esmeralda y luego en el Nuevo Mundo, decidieron enfrentarse a esa fecha incierta y tenebrosa con picardía y humor, como ese Jack O'Lantern que consiguió burlar al mismísimo diablo. Curiosamente, desde una tradición prehispánica completamente distinta pero que seguramente ha influido también en el mismo Halloween americano, los mexicanos han alcanzado una solución parecida y celebran en estos días una de sus fiestas más importantes, en la que son capaces de reírse de la Muerte con respeto, devoción y jolgorio a partes iguales mientras se ponen morados de calaveritas de azúcar (otra coincidencia curiosa la de los dulces: aquí los huesos de santo, allí las calaveras, en Estados Unidos las calabazas cuyo relleno sirve para hacer pasteles...).
Eshto es una fieshtaaaaaaaaaaaaaaaa |
En fin, que Halloween no nos es tan ajeno como podríamos creer. Y, por otra parte, ¿desde cuándo que una fiesta no sea autóctona ha sido un impedimento para adoptarla? Como si nos hiciera falta una excusa para irnos de parranda siempre que tenemos ocasión :P. Personalmente estoy encantada de adoptar todos los Halloween, Oktoberfest y demás fiestas que haga falta, hasta el Día de la Marmota XD. Que a tus seres queridos los puedes recordar y honrar siempre que quieras, no sólo una vez al año, y las fiestas no hacen daño :P. Por circunstancias personales, este año más que Halloween lo que voy a celebrar es la recogida de níscalos, para la que también ésta es fecha muy propicia, pero os deseo a todos los que queráis celebrarlo un feliz y divertido Halloween, Samhain o lo que os apetezca en la compañía que os sea más grata. Para vosotros va dedicado este vídeo, ya un auténtico clásico:
Nos vemos el mes que viene ;).