Hoy es el último día de mis compañeras (y compañeros, que también los hay :P) de Castor en la Biblioteca Nacional. Si habéis leído anteriores entradas en este blog, sabréis que he trabajado allí, de forma más o menos continuada, desde el año 2006 hasta enero de este mismo año 2012, con algún paréntesis y por medio de dos empresas, Castor y Ever. Todo empezó de forma más o menos fortuita, como suele ocurrir. Siempre me había llamado la atención el trabajo en las bibliotecas, pero en su momento estudié Filología Hispánica, porque también me gustaba y porque ni siquiera me había enterado de que hacía pocos años que habían restablecido la carrera de Biblioteconomía y Documentación (sí, por lo que me contó un compañero, resulta que era una antigua carrera que se cargaron a principios del siglo XX de los planes de estudio universitarios, tanto tiempo ya que nadie se acordaba de ella). Unos años después de terminar mi carrera y de dar tumbos por el mundo laboral, conocí a mis queridas alkalinas en un curso de gestión y producción editorial que hice en Alcalá de Henares. El curso no sirvió para que consiguiera trabajo, pero sí para conocer a unas amigas que espero que sean para toda la vida, y para que dos de ellas, Bego y Vero, me aconsejaran que hiciera el curso de auxiliar de bibliotecas y centros de documentación de la Cámara de Comercio. Ya estaba cansada de cursos, pero tampoco tenía nada mejor que hacer, así que dije, ¿por qué no?
¿Estará aquí nuestro futuro? |
Hice ese curso, y en él conocí a Olga, una compañera de curso que poco después fue contratada por Castor para trabajar en la Biblioteca Nacional, y ella misma fue la que me sugirió que les mandara currículum. Eso hice, y ese verano me llamaron para trabajar allí supliendo a los que estaban de vacaciones. Después hubo un paréntesis en el que estuve trabajando en las oficinas de la Casa del Libro, luego estuve más tiempo trabajando de nuevo en la Nacional, esta vez contratada por Ever, y en el 2009 volví a Castor. Dicen que una vez castora, castora siempre :P. No tanto por la empresa, de la que podría hablar mucho pero prefiero no decir nada, sino por la maravillosa gente con la que he tenido la suerte de encontrarme allí. Los compañeros del Salón General, de Revistas, de Cervantes, de Información, del SDB y de otras secciones de las que seguramente me olvido pero por mi mala cabeza, no por mi voluntad, también los del Depósito Legal con los que estuve dos años, que se dice pronto, los de la sede de Alcalá de Henares... Muchos ya se fueron en su momento, buscando mejores horizontes. Incluso ha habido un caso de un castor que se transformó en un flamante señor Zorro, y que ahora afronta una lucha diferente pero parecida. Otros han seguido aguantando como campeones. Algunos ya hemos pasado por el trance de tener que enfrentarnos al mar abierto porque no nos dejaron seguir en el barco, entre otras cosas porque lo están desmantelando: ya se han llevado las velas, están tirando los remos para hacer leña con ellos y no pararán hasta que sólo quede el casco de la nave, desguarnecido y a la deriva. Me da pena pensar dónde acabará encallando. Tal vez, dentro de no tantos años, un náufrago se topará en una playa desierta con unas estatuas sobresaliendo de la arena. Él seguramente no lo sabrá, pero una de ellas podría ser la de Miguel de Cervantes, esa otra que asoma por allí la de Félix Lope de Vega y Carpio, y aquella otra coronada probablemente sea la de Alfonso X el Sabio...
¿Serán esos los últimos restos de la Biblioteca Nacional? Quién sabe. De momento, hoy mis últimos compañeros de Castor cruzarán la pasarela que les llevará a otra orilla por obra y gracia de un ERE que dejará en la calle a 45 personas en total. Como todo cambio, asusta. Pero también promete un nuevo camino que puede llevar a otros puertos donde desembarcar en tierras inexploradas y promisorias. Ánimo, mis chicas y chicos, hay vida más allá de Castor y de la Biblioteca Nacional ;). Un beso, un abrazo y mucho ánimo para cada uno de vosotros, todos los que estáis, los que no estáis pero habéis estado y de una forma u otra ahí seguís (si me olvido de algunos, que seguro que sí, que me disculpen, que ya digo que no es por mi voluntad sino por mi mala memoria): Olga, Marta, Cris, Inés, Sandra, Laura, Celia, Maca, Almudena, Miguel, César, Roci, Ro, Raquel, Nuria, Fernando, Manu, Igor, Ricardo, Kike, Álvaro, Raúl, Elena, Carol, Abdón, Covi, Pattry, Nat, Santi, Carmen, Charo, Dolores, Sole... Además de algunas de mis alkalinas que también pasaron por allí, claro.
Va por vosotros.
¿Serán esos los últimos restos de la Biblioteca Nacional? Quién sabe. De momento, hoy mis últimos compañeros de Castor cruzarán la pasarela que les llevará a otra orilla por obra y gracia de un ERE que dejará en la calle a 45 personas en total. Como todo cambio, asusta. Pero también promete un nuevo camino que puede llevar a otros puertos donde desembarcar en tierras inexploradas y promisorias. Ánimo, mis chicas y chicos, hay vida más allá de Castor y de la Biblioteca Nacional ;). Un beso, un abrazo y mucho ánimo para cada uno de vosotros, todos los que estáis, los que no estáis pero habéis estado y de una forma u otra ahí seguís (si me olvido de algunos, que seguro que sí, que me disculpen, que ya digo que no es por mi voluntad sino por mi mala memoria): Olga, Marta, Cris, Inés, Sandra, Laura, Celia, Maca, Almudena, Miguel, César, Roci, Ro, Raquel, Nuria, Fernando, Manu, Igor, Ricardo, Kike, Álvaro, Raúl, Elena, Carol, Abdón, Covi, Pattry, Nat, Santi, Carmen, Charo, Dolores, Sole... Además de algunas de mis alkalinas que también pasaron por allí, claro.
Va por vosotros.