viernes, 30 de noviembre de 2012

You will survive

Hoy es el último día de mis compañeras (y compañeros, que también los hay :P) de Castor en la Biblioteca Nacional. Si habéis leído anteriores entradas en este blog, sabréis que he trabajado allí, de forma más o menos continuada, desde el año 2006 hasta enero de este mismo año 2012, con algún paréntesis y por medio de dos empresas, Castor y Ever. Todo empezó de forma más o menos fortuita, como suele ocurrir. Siempre me había llamado la atención el trabajo en las bibliotecas, pero en su momento estudié Filología Hispánica, porque también me gustaba y porque ni siquiera me había enterado de que hacía pocos años que habían restablecido la carrera de Biblioteconomía y Documentación (sí, por lo que me contó un compañero, resulta que era una antigua carrera que se cargaron a principios del siglo XX de los planes de estudio universitarios, tanto tiempo ya que nadie se acordaba de ella). Unos años después de terminar mi carrera y de dar tumbos por el mundo laboral, conocí a mis queridas alkalinas en un curso de gestión y producción editorial que hice en Alcalá de Henares. El curso no sirvió para que consiguiera trabajo, pero sí para conocer a unas amigas que espero que sean para toda la vida, y para que dos de ellas, Bego y Vero, me aconsejaran que hiciera el curso de auxiliar de bibliotecas y centros de documentación de la Cámara de Comercio. Ya estaba cansada de cursos, pero tampoco tenía nada mejor que hacer, así que dije, ¿por qué no? 

¿Estará aquí nuestro futuro?
Hice ese curso, y en él conocí a Olga, una compañera de curso que poco después fue contratada por Castor para trabajar en la Biblioteca Nacional, y ella misma fue la que me sugirió que les mandara currículum. Eso hice, y ese verano me llamaron para trabajar allí supliendo a los que estaban de vacaciones. Después hubo un paréntesis en el que estuve trabajando en las oficinas de la Casa del Libro, luego estuve más tiempo trabajando de nuevo en la Nacional, esta vez contratada por Ever, y en el 2009 volví a Castor. Dicen que una vez castora, castora siempre :P. No tanto por la empresa, de la que podría hablar mucho pero prefiero no decir nada, sino por la maravillosa gente con la que he tenido la suerte de encontrarme allí. Los compañeros del Salón General, de Revistas, de Cervantes, de Información, del SDB y de otras secciones de las que seguramente me olvido pero por mi mala cabeza, no por mi voluntad, también los del Depósito Legal con los que estuve dos años, que se dice pronto, los de la sede de Alcalá de Henares... Muchos ya se fueron en su momento, buscando mejores horizontes. Incluso ha habido un caso de un castor que se transformó en un flamante señor Zorro, y que ahora afronta una lucha diferente pero parecida. Otros han seguido aguantando como campeones. Algunos ya hemos pasado por el trance de tener que enfrentarnos al mar abierto porque no nos dejaron seguir en el barco, entre otras cosas porque lo están desmantelando: ya se han llevado las velas, están tirando los remos para hacer leña con ellos y no pararán hasta que sólo quede el casco de la nave, desguarnecido y a la deriva. Me da pena pensar dónde acabará encallando. Tal vez, dentro de no tantos años, un náufrago se topará en una playa desierta con unas estatuas sobresaliendo de la arena. Él seguramente no lo sabrá, pero una de ellas podría ser la de Miguel de Cervantes, esa otra que asoma por allí la de Félix Lope de Vega y Carpio, y aquella otra coronada probablemente sea la de Alfonso X el Sabio...

¿Serán esos los últimos restos de la Biblioteca Nacional? Quién sabe. De momento, hoy mis últimos compañeros de Castor cruzarán la pasarela que les llevará a otra orilla por obra y gracia de un ERE que dejará en la calle a 45 personas en total. Como todo cambio, asusta. Pero también promete un nuevo camino que puede llevar a otros puertos donde desembarcar en tierras inexploradas y promisorias. Ánimo, mis chicas y chicos, hay vida más allá de Castor y de la Biblioteca Nacional ;). Un beso, un abrazo y mucho ánimo para cada uno de vosotros, todos los que estáis, los que no estáis pero habéis estado y de una forma u otra ahí seguís (si me olvido de algunos, que seguro que sí, que me disculpen, que ya digo que no es por mi voluntad sino por mi mala memoria): Olga, Marta, Cris, Inés, Sandra, Laura, Celia, Maca, Almudena, Miguel, César, Roci, Ro, Raquel, Nuria, Fernando, Manu, Igor, Ricardo, Kike, Álvaro, Raúl, Elena, Carol, Abdón, Covi, Pattry, Nat, Santi, Carmen, Charo, Dolores, Sole... Además de algunas de mis alkalinas que también pasaron por allí, claro.

Va por vosotros.

martes, 27 de noviembre de 2012

Los patriotas

Hoy no escribo yo la entrada. Sólo la dedico a difundir un artículo que me ha parecido muy interesante y esclarecedor, y que suscribo totalmente. Es curioso, yo nunca me he sentido especialmente patriota, pero ahora va a resultar que soy más patriota que los que así se llaman a si mismos... Es un artículo largo, pero merece la pena leerlo. Como dice su autor, Vicenç Navarro, catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas en la Universidad Pompeu y Fabra, al final del artículo, "Le ruego al lector que haya considerado de interés este artículo, que lo distribuya ampliamente, pues los medios de mayor difusión no publican jamás este tipo de artículos. La dictadura mediática exige una respuesta movilizadora que permita presentar otros puntos de vista distintos y críticos de la sabiduría convencional del país que se reproduce a través de tales medios." No creo que mi blog tenga un gran alcance, pero algo aportará, aunque sea sólo un par de pasitos más.

Aquí os enlazo el artículo:

¿Quiénes son los patriotas?

Que tengáis buena tarde :).

jueves, 22 de noviembre de 2012

Vídeos de primera

Una de las mejores cosas que puedes hacer en la vida es rodearte de buenos amigos. Si encima tienen talento y gracia como estos amigos míos, mejor que mejor. Y lo mejor de todo es que esto lo han hecho por pura diversión, para que nos echáramos unas risas con ellos. Así que creo que se merecen de sobra que les dedique una entrada.

El caso es que estos amigos míos vieron el vídeo de la canción "Everything Changes" de Eytan and the Embassy. Se les ocurrió que podían hacer algo similar, pero con otras canciones, formando un popurrí. El resultado es el que vais a ver en el vídeo que ellos mismos realizaron: hicieron algunos ensayos previos, por supuesto, pero el vídeo es tal cual lo vi yo junto con el resto de la panda de locos que nos juntamos, en vivo y en directo, sin cortes ni trucos. Tras unas cortinas que separaban el improvisado plató, estaban nuestros amigos realizando el vídeo, y gracias a un circuito cerrado de televisión que habían montado nosotros podíamos ver de manera simultánea lo que hacían a través de una pantalla de televisión, en la que se veía exactamente lo mismo que vais a ver en el vídeo. Lo único que ha sido modificado es la pista de audio, supongo que para mejorar la calidad del sonido, lo que por una parte es una pena porque no se escuchan nuestras risas (esperamos ansiosamente el making off), pero todo lo demás está tal cual, sin ningún arreglo. Teniendo en cuenta los medios técnicos con los que contaban, que seguramente no tienen nada que ver con los que se usaron en el vídeo original, con el que apenas hay diferencia, lo de estos chicos tiene mucho mérito. Por no hablar de lo divertido que es el vídeo :D. Así que os dejo ya el vídeo en cuestión (en Youtube y también en un enlace a Vimeo, para los que tengáis dificultades para verlo en el móvil) para que lo disfrutéis:


 


;-)

lunes, 12 de noviembre de 2012

Abierto por huelga general

Como sabéis, el 14 de noviembre está convocada una huelga general. No sólo aquí, sino en otros países europeos: Italia, Francia, Portugal, Grecia, Bélgica, Malta y Chipre. Es decir, los países más machacados por la crisis y la política de la nefasta Troika salvo Irlanda, además de Francia y Bélgica, que me imagino que estarán poniendo sus barbas a remojar; supongo que Malta y Chipre también estarán sufriendo esa crisis, aunque sean tan pequeños que no salgan en las noticias.

Reconozco que no seguí la huelga anterior de 2010. Ya sé que suena a excusa, pero con mi antiguo sueldo de nimileurista iba tan pillada que no me podía permitir perder un día (ya sabéis que por un día de huelga no te descuentan sólo lo que te correspondería cobrar por ese día, sino también la parte prorrateada por vacaciones, pagas extras y demás; total, que la broma te puede salir por un pico). También, la verdad, no estaba muy conforme (y sigo sin estarlo) con los sindicatos convocantes. Entonces todavía no había surgido oficialmente el 15M como movimiento que pudiera aglutinar a los que no queríamos seguir a los sindicatos oficiales pero tampoco estábamos conformes con la situación, así que ese día fui a trabajar. Algunos compañeros y amigos míos sí hicieron huelga y aplaudí su decisión. Con todo lo que vino después, de haberlo sabido probablemente sí habría hecho huelga, aunque el resto del mes las hubiera pasado canutas. Pero ahora que se convoca otra huelga me vuelven a escamotear la posibilidad de seguirla: estoy sin trabajo.

Bonito panorama, la verdad. Casi seis millones de españoles no podremos hacer huelga laboral porque no tenemos trabajo. Por otra parte, el gobierno actual, que cada día va adquiriendo un gris más cadavérico, digno de zombis resucitados de los años 70, se dedica a criminalizar y perseguir las manifestaciones en la mejor tradición del no tan antiguo régimen. Eso ha provocado que desista de asistir a las manifestaciones que se convocarán para ese día, y me da rabia porque en cierto modo es un triunfo para ellos. Pero en mi estado no quiero arriesgarme a llevarme un porrazo o un empujón de un antidisturbios y que mi niño sufra las consecuencias. Nunca antes me había planteado ese problema: hace años, asistí a manifestaciones como la del no a la guerra o a la del 12M, y también estuve en las primeras concentraciones y manifestaciones del 15M; en ellas siempre vi a todo tipo de personas, incluidas familias con niños, y el único inconveniente que sufrí fue en una de las de Acampada Sol, que quisimos llegar a entrar en Sol pero estaba tan petado que nos tuvimos que volver a subir por donde habíamos bajado, la calle Montera, y durante unos minutos sufrimos cierta incomodidad por el apelotonamiento. Pero nunca se me había ocurrido que volveríamos a ver escenas como las de las últimas manifestaciones, especialmente las de "Rodea el Congreso", en las que los antidisturbios persiguieron con saña a los manifestantes. Que se quiera criminalizar la resistencia pasiva o la convocatoria de manifestaciones me suena tan orwelliano que me da escalofríos. 

Así pues, el seguimiento de los métodos tradicionales de huelga, al menos en mi caso, parece descartado. También habría que ver si esos métodos siguen siendo válidos, aunque no tanto por los métodos en si, sino porque sus efectos ya no son los mismos que antes. Los sindicatos mayoritarios están vendidos desde el momento en que se financian con subvenciones del Estado, y el gobierno actual desdeña tan descaradamente las reivindicaciones de los huelguistas que parece que no sirve de nada convocar una huelga. Mucho me temo que el día 15 Marianico el Corto declarará tan ufano que el seguimiento de la huelga ha sido ridículo y se volverá a atribuir el apoyo de la mayoría silenciosa que, según él, otorga porque calla. 

Pues no, Mariano. Porque no asista a alguna de las manifestaciones convocadas para el día 14 o no acuda a mi puesto de trabajo, más que nada porque no lo tengo, no quiere decir que esté apoyando tu desmantelamiento de los últimos vestigios del escasito Estado de bienestar del que apenas habíamos empezado a participar. Hay otras maneras de apoyar la huelga. Una de ellas es la huelga de consumo, y espero que haga la suficiente pupa. Al menos ahí sí puedo contribuir, absteniéndome de comprar nada, de desplazarme en transporte público o privado y consumiendo la menor cantidad de energía posible. Igual que el día 15 iré a hacerme unos análisis que en principio tendrían que haberme hecho el día 14: la administrativa que me atendió en citaciones me advirtió de que ese día había huelga, y yo misma le sugerí que me diera cita para otro día, el siguiente o el que fuera: por un día que tarde en hacerme esos análisis no me va a pasar nada, y es mi forma de apoyar a los profesionales sanitarios a los que les están quitando, entre otros muchos derechos, el de poder asistir en condiciones dignas a los que necesitamos sus servicios.

Y gritaré, gritaré bien alto. Obviamente, no lo haré a través de los medios tradicionales que vosotros controláis: ya me imagino que la televisión pública hará un seguimiento informativo de la huelga similar al que ya hizo en su momento Urdaci, reduciendo la importancia que pueda tener la huelga tanto como pueden reducir al absurdo las siglas a las palabras. De la prensa escrita, para qué hablar: seguro que La Razón y sus colegas volverán a hacerle la competencia a El Mundo Today con titulares propios de un festival del humor idiota. Pero lo haré por otros medios como las redes sociales, o como estoy haciendo ahora mismo con este humilde blog, que no llegará muy lejos, poco más allá si acaso del portal de mi casa, pero si no es él, otros pueden conseguirlo. Gritaré: no, Mariano, no te voté, no me representas, no estoy de acuerdo contigo en nada de lo que haces, y no conseguirás convencerme. Tal vez el día de mañana mi hijo no tendrá las mismas oportunidades que tuve yo, pero lo que sí puedo hacer es enseñarle que otro mundo es posible.

lunes, 5 de noviembre de 2012

La flor del Norte

No soy buena reseñando libros, artículos y otros escritos. Vergüenza debería darme como filóloga que soy, pero nunca he conseguido dominar el arte del comentario XD. Aun así, de vez en cuando encuentro obras que pienso que merece la pena comentar porque me han parecido muy valiosas, tanto por su valor artístico propio como por el conocimiento añadido que aportan. Es el caso de una novela histórica que me ha prestado mi amiga María, y que paso a comentar:

La novela en cuestión es La flor del Norte, de Espido Freire. La verdad, la leí porque mi amiga me la recomendó y me fío mucho de su criterio, ya que en general la novela histórica no es que no me atraiga, sino que me temo que, como género, está bastante contaminado de morralla. Con eso de que el argumento, en cierto modo, ya está servido, me da la impresión de que es pasto de muchos malos escritores que, a falta de imaginación, creen que con meter un poco de intriga y algunas escenas escandalosas, ya tienen servido el best seller. Por no hablar de la nefasta moda de la novela de intriga esotérica que utiliza la Historia como excusa para desencadenar la trama, que para el gran público inició Katherine Neville con El 8 y consagró Dan Brown con El código da Vinci. Ejemplos claros, sobre todo el último, del best seller en su peor sentido: entretenidos de leer, no lo niego, pero absolutamente nada más, sobre todo en el caso de Dan Brown; pura literatura kleenex de usar y olvidar. Puesto que no me sobra tiempo precisamente para desperdiciarlo con mala literatura, en cuanto una novela me huele aunque sea ligeramente a esa clase de subgénero, la descarto.

Realmente, como en otros géneros, el resultado depende sobre todo de la maestría del autor. Dejando aparte esa marea de novela pseudohistórica mal escrita, quedan bastantes ejemplos estimables de novela histórica bien escrita. Ya son clásicos ejemplos como Yo, Claudio de Robert Graves, así que no me extenderé más. En cambio, no había leído nada de Espido Freire, ni siquiera la novela con la que alcanzó la fama y el premio Planeta, Melocotones helados. Reconozco que una vez más mis prejuicios me llevaban a asociarla con contemporáneas suyas del estilo de Lucía Etxebarría que no me simpatizan especialmente, como diría el Chavo del 8 :P, aunque no ponía en duda que su obra tuviera cierta calidad literaria. Pero, como digo, no me sobra tiempo para leer y siempre tenía otros libros pendientes. Pero hice caso de mi amiga, y ahora me alegro de ello. La flor del Norte, tanto por su temática como por lo logrado de su estilo, me ha satisfecho más de lo que me esperaba.

¿Y qué o quién es esa flor del Norte? Así es como llamaban a Kristina Haakonardóttir, Cristina de Noruega, hija del rey Haakon IV de Noruega, que por carambolas de las alianzas matrimoniales entre casas reales europeas acabó casada con don Felipe, infante de Castilla y hermano de Alfonso X el Sabio. De ella no se sabe mucho, aparte de que murió en Sevilla, en 1262, por causas desconocidas, a los 28 años de edad. La suposición habitual es que no fue capaz de adaptarse al clima andaluz, y eso unido a la melancolía de la lejanía de su tierra natal precipitó su fin. De su largo viaje a través de Inglaterra y Francia da cuenta una saga de Sturli Thordasson, sobrino del famoso poeta islandés Snorri Sturlusson, autor de la Edda menor y otras sagas.

Basándose en esos pocos datos y en lo que se conoce de ambas cortes, noruega y española, de esa época, Espido Freire construye una trama muy interesante y verosímil. Se puede decir que la novela tiene dos partes, aunque no estén diferenciadas formalmente: la vida de Kristina en la corte de su padre, y su posterior periplo por la Castilla de Alfonso X. Como me atrae muchísimo todo lo que tenga relación con los países nórdicos, su cultura y su historia, no puedo negar que la primera parte me ha encantado. Se nota que las fuentes históricas de ese período todavía deben de estar influidas por las leyendas de la época y es difícil deslindar lo que es mito de lo que es historia, pero eso no le quita mérito al relato y le dota de un gran encanto. Me ha parecido deliciosa la manera en que Freire retrata la corte noruega, cómo se nota que la transición entre el feroz mundo vikingo marcado por las luchas entre los dos clanes noruegos principales, los bagler y los birkebeiner, y la corte de Bergen, más refinada y que aspira a asimilarse a otras cortes europeas e integrarse en el orbe cristiano, aún no está completada y la frontera entre el antiguo orden pagano y el nuevo cristiano aún es muy difusa. De entre la familia real, destaco especialmente el personaje de la abuela de Kristina, Inga de Varteig, de origen humilde pero con una determinación por sobrevivir tan férrea y una astucia tan afilada que llegó a ser reina y madre y abuela de reyes.

Podría parecer que la parte "castellana" es menos atractiva en ese sentido, ya que, aparte de estar bastante documentada históricamente, nos es más cercana. Pero también es muy interesante conocer los entresijos de la itinerante corte castellana de Alfonso X, y ver al rey y a su numerosa y variada familia a través de los ojos de Kristina. Comprobamos la paradoja del rey del que ha perdurado su fama de sabio a través de los siglos y que, sin embargo, empeñado como estaba en conseguir la corona del Sacro Imperio Romano (empeño al que, por cierto, el padre de Kristina había renunciado, demostrando más sentido común), desangraba el reino de Castilla con impuestos para obtener más oro con el que sufragar su empresa, que como sabéis al final resultó vana. También resulta apasionante el personaje de su suegro, Jaime I de Aragón, que aparece brevemente pero deja una huella propia de un coloso de su tiempo. Por no hablar de la variada colección de hermanos de Alfonso X, cada uno con su propio carácter, y de las intrigas de la reina Violante, su esposa. Lo mejor es el retrato de la sociedad de la época, tan estratificada. No sólo la división entre clases es muy patente, cosa que en la sociedad noruega también ocurre aunque parezca menos evidente, sino que, sobre todo, nos resulta chocante la naturalidad con que todos, incluida la propia Kristina, asumen el hecho de que exista la esclavitud. A Kristina no le resulta extraño en absoluto que pueda disponer de sus esclavos como quiera, incluidas prácticas extremas como la castración para obtener eunucos, y sin embargo ella misma considera que los trata de manera bastante benevolente.

Es uno de los grandes aciertos de la novela: reflejar la, a nuestros ojos, contradictoria personalidad de la protagonista, que sin embargo no lo es en absoluto: ella piensa y actúa como cualquier mujer noble de la época lo haría, y no ve ninguna contradicción en ello porque para la mentalidad de la época no la hay. La autora hace un esfuerzo, y a mi juicio lo consigue, por reflejar esa mentalidad, y para ello se apoya formalmente en un estilo arcaizante pero que suena natural, no impostado. Es una delicia leer ese castellano medievalizado pero fluido en el que la trama se va desvelando de forma gradual y muy bien dosificada, hasta llegar a un final que puede sorprender y que, obviamente, no es más que una conjetura, pero no por ello deja de ser muy verosímil, y un buen colofón para una historia que tal vez no fue así, pero pudo serlo y, en cualquier caso, reúne las virtudes que creo que deben caracterizar a una buena novela histórica: respetar los hechos históricos en los que se basa y con ellos urdir una trama verosímil y que atrape al lector a través de una narración bien hilada y estructurada y un estilo artísticamente digno y logrado, consiguiendo que hechos y personajes históricos que de por si ya son atractivos lo sean aún más si cabe, sin faltar a la verdad.

En fin, creo que queda claro que recomiendo esta novela :P. Si os animáis a leerla, espero que la disfrutéis.