jueves, 24 de mayo de 2012

Mis chulazos favoritos

La inspiración es caprichosa, ya sabéis. Me puedo tirar dos meses sin escribir nada aquí, y luego hacerlo dos días seguidos, como ahora es el caso. De hecho, la inspiración para esta entrada me viene directamente de la entrada de ayer, que surgió a raíz de la noticia sobre la boda de un superhéroe, Estrella del Norte. Mirando el cómic que me había regalado mi hermano, pensaba "vaya con el dibujito", porque hay que ver cómo dibujan a los superhéroes :)____. Muchos no me gustan, demasiado musculados o con trajes demasiado ridículos, pero en el caso de Estrella del Norte se aúnan el atractivo y la elegancia, juzgad vosotros mismos en la foto de la derecha. El personaje es homosexual, pero eso no me impide admirarlo :P.

Eso me hizo pensar en los personajes, reales o ficticios, que me han gustado desde que era una adolescente. Es un fenómeno que existe desde que en las cortes medievales las jóvenes damiselas suspiraban por los trovadores más atractivos y talentosos, incluso desde antes, pero en la era pop ha llegado a su máxima expresión, y como buena ochentera que soy, obviamente no me iba a sustraer de ello. Amores platónicos que, salvo en nuestros delirios adolescentes más exacerbados, siempre hemos sabido que no van a pasar nunca del umbral de la imaginación, pero ¿y lo bien que se lo pasa una (o uno) alegrándose la vista y entregándose a fantasías con nuestros ídolos favoritos? Así que hay voy con una lista de mis amores platónicos, o mis chulazos preferidos, que diría mi amiga Ninotchka Ni:

David Bryan dándolo todo al teclado
El primero podría haber sido Bon Jovi, of course. Fue, junto con Europe, el primer grupo heavy (podría discutirse mucho sobre si son heavies o no, pero por mor de la concisión, dejémoslo así) que me gustó, y en parte no voy a negar que influyó la imagen tan atractiva de sus componentes. Pero, aunque tampoco le haría ascos, no fue el mismo Jon Bon Jovi el que me encandiló. A mí el que de verdad me gustaba era su teclista, David Bryan, a la izquierda de estas líneas. Ahí lo tenéis, tal como a mí me gustaba, con sus pelos cardados :P. Con el tiempo he acabado aborreciendo esos cardados (no sabéis lo que estropean el pelo), pero como dice el Reno Renardo, crecí en los ochenta, y entonces era lo que molaba... Probablemente a muchas les parecerá una herejía que me gustara más que el cantante, pero a mí me gusta quien me da la gana, y fun y pin :P. Otro músico heavy, en este caso cantante, que me parecía monísimo de la muerte y muy achuchable, era Michael Kiske, con un peinado igualmente ochentero pero mucho más Pantene:
Michael Kiske luciendo torso

Ays, qué mono era ^^ Daban tantas ganas de atusarle esa melena dorada... *___* Aparte de eso, es un gran cantante, una de mis voces favoritas dentro del heavy metal. Luego renegó del metal, se cortó el pelo y engordó, que es lo que suele pasar (bueno, lo de renegar del metal no tanto, y además no sé por qué, aunque el caso es que parece que ha vuelto con el grupo que se ha montado con Kai Hansen, su antiguo compañero de Helloween), pero para la posteridad y para la imaginación queda esa imagen efébica que llenó carpetas de chicas heavies como yo. La verdad es que lo de los chulazos enseñando torso (y además sin depilar, que es algo que parece que ha desaparecido del mapa, los pelos en el pecho, snifff) era algo muy habitual en el heavy metal, sobre todo dentro del hard rock americano; podría dar muchos ejemplos, pero tampoco es plan de hacer esta entrada kilométrica, así que continuaré con la lista. Sólo añado, de momento, otro nombre que no puedo olvidar, porque también sigue siendo uno de mis cantantes favoritos. Se le ha acusado de haberse vuelto un moñas, sobre todo en la etapa más comercial de su grupo a finales de los ochenta, y en los últimos años lo de no aceptar muy bien el paso del tiempo le ha pasado factura en forma de estiramiento facial exagerado, pero aun así, ¿quién podía resistirse a un madurito tan interesante como David Coverdale?:

David Coverdale, la apoteosis del rizo rubio
Oh, yeah. Pedazo de hombre. Ya digo que no ha llevado nada bien el paso del tiempo y si ahora ves sus fotos actuales no sabes si está intentando convertirse en clon de Jane Fonda o es que le han pegado un susto de muerte y se ha quedado así, pero su gloriosa madurez ochentera nos ponía orgásmicas a todas. Al menos, su voz sí sigue siendo orgásmica...

Ya digo que podría citar muchos chulazos melenudos que nos hacían suspirar a mis amigas y a mí, porque había abundancia de ellos en los años 80. Ahí seguía el incombustible Paul Stanley, de Kiss, el auténtico adalid del pelo en el pecho; Joey Tempest, que tanto dinero dio a las peluquerías gracias a todas las chicas que iban pidiendo que les hicieran el mismo moldeador que a él; Yngwie Malmsteen, que tenía un culo tan perfecto como Jon Bon Jovi; James Hetfield, que, aunque os sorprenda, para algunas de nosotras también tenía su aquel... Y un largo etcétera con el que ya digo que no os voy a dar la brasa. Pero no sólo de rock vive la adolescente ochentera, y por supuesto recopilé un buen puñado de ídolos de las películas que marcaron mi juventud. 

El primero no podía ser otro que Daniel Day-Lewis. Si alguna de mis contemporáneas no se enamoró de este póster promocional de El último mohicano, que levante la mano y la llamaré mentirosa:

Esa melena al viento... ¡Aghfffs!



Es, seguramente, la película en la que más irresistiblemente guapo está. En otras tal vez no se luce tanto, pero esos ojos profundamente azules, esos rasgos marcados, ese aire atormentado, ese inmenso talento con el que actúa en absolutamente cualquier papel que te puedas imaginar... ¿Qué adolescente no se enamoraría de él, y seguiría babeando ya en la madurez? Si tengo que elegir un actor fetiche, me quedo con él.

Una toalla para secarle, por favor...
Otro actor con el que suspiraba y que posiblemente os sorprenda es Kevin Bacon. Tiene una cara rara, lo sé, como también sé que algunos lo consideráis directamente feo, y con ganas, pero tiene algo que siempre me ha puesto. Nunca ha llegado al estatus de estrella, pero siempre se ha mantenido con tesón y buenas actuaciones. Desde que se hizo famoso de yogurín en Footloose hasta hoy, que encarna a un morboso Sebastian Shaw en X Men: First Class, ha pasado mucho tiempo, pero se mantiene bastante bien. Para que veáis lo impresionante que ha llegado a estar el que hoy sigue siendo un madurito interesante:









Keanu Reeves. Ay, omá, qué rico

Potente, ¿verdad? Otro actor, más joven y con tipo de atractivo totalmente distinto, pero que también empezó a hacerse famoso a finales de los ochenta, aunque su gran década fueron los noventa, es Keanu Reeves. Una vez superada su desgarbada adolescencia, se convirtió primero en oscuro objeto de deseo del cine independiente con Mi Idaho privado, se reveló después a las masas como todo un bombón en Le llaman Bodhi, y se convirtió en una estrella de las carpetas, sobre todo, gracias a Speed. Después ha seguido su carrera con altibajos, alternando éxitos como Drácula o Matrix con incursiones en la comedia romántica que por nuestra salud es aconsejable olvidar. Reconozcámoslo: no es un actor al que le vayan a dar un Oscar. Pero en la mayoría de las ocasiones cumple, y sigue teniendo un no se qué que qué sé yo que pa qué :P. Es lo que tiene la mezcla de razas (es medio chino, hawaiano, inglés y qué sé yo qué más), que produce unos ejemplares verdaderamente superiores :P.

Sean Bean, vuelve el Hombre
El chulazo al que voy a referirme ahora, sin embargo, es de pura cepa inglesa. Pero quién podría objetarle nada, por mucho que sea de la pérfida Albión a... Sean Bean (babas, babas, babas). Ese hombre spoiler que transpira masculinidad por todos los poros de su cuerpo... Realmente, ya le conocíamos de muchas películas anteriores, aunque casi siempre como secundario (de lujo, eso sí), pero ya en su Inglaterra natal se había creado una merecida fama como héroe romántico con una serie histórica que arrasó entre las inglesitas: Sharpe. Algún día tengo que hacerme con los deuvedeses de esa serie, ambientada en las guerras napoleónicas, tiene que ser todo un espectáculo. Pero todos sabemos que el papel que le llevó a la fama mundial fue el de Boromir en la trilogía de El señor de los anillos. No sólo imponía su presencia como orgulloso gondoriano, encima bordaba su papel, dándole una complejidad y una humanidad que, por mucho que suene a herejía, superaba al propio personaje de la obra de Tolkien. Es más, cada vez que coincidía en escena con otro chulazo que marcó a muchas, Viggo Mortensen, que también se dio a conocer al gran público con su papel de Aragorn, por muy bien que éste hiciera su papel y muy macizo que también estuviera, Sean Bean se lo comía con patatas. Después ha persistido en su manía de morirse en casi cada película y serie en la que aparece, de ahí que le llamemos cariñosamente "hombre spoiler" y que se ganara merecidamente su papel de Eddard Stark en la serie de Juego de tronos, pero se le sigue queriendo y babeando profusamente por él. Sean, espoiléame lo que quieras, corazón, yo me dejo XD.

Ay, esa sonrisilla de medio lado...
Y antes de que esta entrada se haga más larga que un día sin pan o lo que nos queda de año hasta que estrenen El hobbit, voy terminando con el que es mi último chulazo favorito: Robert Downey Jr. Ejemplo clarísimo de que no es necesario tener unos rasgos perfectos o un cuerpo de gimnasio (aunque no va mal equipado :P) para provocar sueños húmedos. Para eso ya tiene carisma de sobra. Podría haber sido el típico chico malo echado a perder, como Mickey Rourke, pero tuvo el suficiente sentido común como para regenerarse a tiempo, y hoy es una auténtica estrella. Pocas veces un actor y un personaje estuvieron tan hechos el uno para el otro como Robert Downey Jr. y Tony Stark (Iron Man), pero también luce su maravilloso encanto, su gran talento interpretativo y su enorme sentido del humor como Sherlock Holmes y en muchos otros papeles (una película que os recomiendo, por ejemplo, y que no es demasiado conocida, es Kiss Kiss, Bang, Bang: lo adoraréis y además os lo pasaréis bien con la propia película). Esa combinación de chulería (pero con gracia) y trasfondo sensible no se puede resistir... 

¡Ah! Una última mención: Michael Fassbender. No podía terminar sin al menos traer a colación al último descubrimiento del olimpo masculino hollywoodiense, un hombre que, además de ser un actorazo, es de los pocos que consiguen aunar belleza y masculinidad sin parecer ni un afeminado ni un macho man sobrado de hormonas. Una belleza clásica, casi comparable a la del mismísimo Paul Newman, ejemplo máximo de la belleza viril. Deseando estoy que llegue el estreno de la próxima de X Men... ¡Y es que encima hace de Magneto, el mejor villano de la Marvel! ¿Qué más se puede pedir? Yo no necesito más, desde luego.

Esto sí que es un atractivo magnético...

Me dejo unos cuantos más en el tintero, pero ya no quiero abusar más de vuestra paciencia. Estaré encantadísima de que hagáis vuestras aportaciones comentando cuáles son vuestros chulazos favoritos, y también de que me rebatáis respecto a los míos si no estáis de acuerdo ;). ¡Opiniones, disertaciones, explayaos, babead!

PD: cariño, de verdad, no te preocupes, que te sigo queriendo igual XD. Éstos son de papel y celuloide, tú eres mi chulazo de verdad :-*.

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