Mientras escribo estas líneas (siempre quise escribir esto 😁) ya se ha estrenado Joker de Todd Phillips, con Joaquin Phoenix de protagonista. Aún no la he visto así que no puedo opinar sobre ella, pero me ha llamado la atención algo que se comentó en Twitter. Cristina Fallarás llamaba la atención sobre el hecho de que algunos padres de familia estaban llevando a sus hijos a ver la película del Joker sin que supuestamente nadie les avisara de que no es una película apta para que la vean los niños. Muchos le respondieron que sí estaban avisados: la película se ha estrenado, como todas, con su clasificación por edades ya adjudicada, y por otra parte no hay más que ver el tráiler o incluso el póster promocional para saber que no es infantil, ni de lejos. En eso estoy de acuerdo, la responsabilidad sobre lo que ven los niños es principalmente de los padres. Pero me ha hecho recordar una anécdota. Mejor dicho, un par de anécdotas.
La primera es de cuando se estrenó Robocop, la original de Paul Verhoeven. En España la clasificación que le dieron fue para mayores de 16 años (en otros países la elevaban a 18). Lógico, porque si la habéis visto sabréis que la película tiene escenas bastante bestias. Bien, pues yo tenía 15 años cuando fui a verla. Pero lo mejor es que me llevé a mi hermano y a un amigo suyo que tenían 10 años y que querían ver esa peli tan guay del robot, a lo que ni mis padres ni los del amigo de mi hermano pusieron reparos. Recuerdo estar viendo la película, mirar sus caras de pasmo, a medio camino entre el susto y la fascinación y pensar "a lo mejor no tenía que haberlos traído". El caso es que no dijeron que se quisieran ir, y cuando la película terminó y les pregunté me dijeron que les había gustado. Hoy por hoy, mi hermano es un hombre normal con una vida normal al que no parece haberle afectado el trauma (del amigo hace años que no sé nada, espero que esté bien), pero no se me olvidará lo calladitos que estuvieron durante toda la película 😅.
La primera es de cuando se estrenó Robocop, la original de Paul Verhoeven. En España la clasificación que le dieron fue para mayores de 16 años (en otros países la elevaban a 18). Lógico, porque si la habéis visto sabréis que la película tiene escenas bastante bestias. Bien, pues yo tenía 15 años cuando fui a verla. Pero lo mejor es que me llevé a mi hermano y a un amigo suyo que tenían 10 años y que querían ver esa peli tan guay del robot, a lo que ni mis padres ni los del amigo de mi hermano pusieron reparos. Recuerdo estar viendo la película, mirar sus caras de pasmo, a medio camino entre el susto y la fascinación y pensar "a lo mejor no tenía que haberlos traído". El caso es que no dijeron que se quisieran ir, y cuando la película terminó y les pregunté me dijeron que les había gustado. Hoy por hoy, mi hermano es un hombre normal con una vida normal al que no parece haberle afectado el trauma (del amigo hace años que no sé nada, espero que esté bien), pero no se me olvidará lo calladitos que estuvieron durante toda la película 😅.
¿Quién es ese Crusaíto? No lo tengo en la base de datos |
La siguiente anécdota es de unos cuantos años después, cuando estrenaron Harry Potter y el prisionero de Azkaban. La situación era distinta: ya era adulta, y seguramente muchos pensarían que demasiado mayor para ver esa película. En cambio, a mi lado tenía sentado a un padre que había ido a ver la película con sus dos hijos pequeños. El mayor tampoco es que lo fuera mucho, tendría 6 o 7 años. Pero el pequeño era realmente pequeño, no tendría más de 3. El pobrecito se tiró media película abrazado a su padre murmurando "papá, tengo miedo". Aun así, no creáis que al padre se le ocurrió decir "venga, vámonos". Ahí se quedó sentado, con sus huevos morenos y su hijo pequeño en brazos. El mayor parece que sobrevivió sin daños apreciables, pero por si no la habéis visto ya os digo yo que esa película, por muy de Harry Potter que sea, no es para niños de menos de 10 o 12 años como poco.
El caso es que, como veis, lo de llevar a los niños a ver películas que no son apropiadas para su edad no es nada nuevo. Es más, seguro que antes era mucho peor. Precisamente estoy escuchando ahora el podcast de La Órbita de Endor sobre Poltergeist y tanto Antonio Runa como su colega Mario García comentan que ambos la vieron a una edad un poco inapropiada (lo típico de que echan la película en la tele y la ven los padres con los niños), con las consiguientes pesadillas, aunque también la disfrutaron y ahora es una película que aprecian mucho. En general, creo que la gente tiene un concepto bastante difuso, por no decir equivocado, de lo que es cine para niños o para adultos. Normalmente se suele identificar todo aquello que no sea realista, especialmente la fantasía, y ya no digamos el cine de animación, con cine infantil. Me comentaba también otra tuitera, Lara Santaella, que ella vio en los años 90 Urotsukidoji en la sección de películas para niños del Blockbuster. Toma ya. UROTSUKIDOJI. Me habría encantado ver las caras de esos padres cuando los tentáculos entran en acción mientras sus hijos abren los ojos como platos 😂.
¿Y por qué se hace esto? Puedo equivocarme, pero creo que la secuencia es esta: se tiene el concepto de que la fantasía/ciencia ficción/aventuras (todo lo que no sea realismo, vaya) es evasión, por lo que no refleja la realidad de la condición humana (jajajaja) y por tanto no puede ser serio ni complejo, ergo es para personas simples, ¿y quiénes son simples? Los niños (JAJAJAJAJA). Eso explica que sistemáticamente se desprecie como algo menor el cine de superhéroes, por ejemplo. Y, aunque no creo que Martin Scorsese sea precisamente tonto ni caiga en simplificaciones cuñadescas porque sí, tal vez explique en parte lo que ha declarado en los últimos días sobre las películas de Marvel, ya que según él no son cine: Martin Scorsese arremete contra Marvel
Ojo, no voy a ponerlo a parir como han hecho muchos estos dos últimos días en las redes. Nada más lejos de mi intención. Admiro a Scorsese, las películas que he visto de él me han encantado, y no dudo de que tenga un lugar de honor en la historia del cine porque es un genio que ha retratado esa condición humana como pocos en sus películas. Incluso admito que pueda tener bastante razón en lo que dice: el monopolio de Disney en las carteleras de cine está llegando a unos niveles peligrosos para el resto de la producción cinematográfica, y las películas más o menos independientes o que no entran en franquicias exitosas tienen dificultades para durar mucho tiempo en salas, incluso para ser estrenadas, sencillamente porque no hay suficientes salas de cine disponibles para que los estrenos se mantengan mucho tiempo, ya que las superproducciones copan la mayoría de esas salas. Es muy difícil hoy en día, tal vez ya imposible, que se produzca el fenómeno de las sleepers: películas que, recién estrenadas, no parece que vayan a conseguir un éxito reseñable porque no llaman la atención, pero sin embargo, con el boca a boca, van consiguiendo que se propague su fama y acaban recaudando muchos millones a lo largo de meses y meses en pantalla, resistiendo y triunfando en taquilla al final. Yo recuerdo haber visto El día de la bestia, por ejemplo, al cabo de casi un año de ser estrenada porque todavía seguía proyectándose en cines. Hoy, si una película dura más de dos meses en cartelera sin ser un blockbuster de Disney ya puede inscribirse en el libro Guinness de los Récords. Incluso estrenos de cineastas consagrados apenas consiguen recuperar la inversión porque desaparecen enseguida de la gran pantalla. A lo mejor por eso es por lo que el mismo Scorsese va a estrenar The Irishman en Netflix poco después de hacerlo en los cines, y lo mismo, no sé yo, está un poco picado con Disney en parte por eso, y no se lo reprocho, porque es para mosquearse. Precisamente de Netflix hace no mucho Christopher Nolan, que seguramente admira a Scorsese y lo tiene como referente, decía que las películas que se estrenaban en esa plataforma no eran cine. Entonces, ¿si veo sus películas en bluray en mi casa tampoco son cine? ¿Y Roma, que estrenó Alfonso Cuarón asimismo en Netflix, tampoco es cine? En fin.
Ojo, no voy a ponerlo a parir como han hecho muchos estos dos últimos días en las redes. Nada más lejos de mi intención. Admiro a Scorsese, las películas que he visto de él me han encantado, y no dudo de que tenga un lugar de honor en la historia del cine porque es un genio que ha retratado esa condición humana como pocos en sus películas. Incluso admito que pueda tener bastante razón en lo que dice: el monopolio de Disney en las carteleras de cine está llegando a unos niveles peligrosos para el resto de la producción cinematográfica, y las películas más o menos independientes o que no entran en franquicias exitosas tienen dificultades para durar mucho tiempo en salas, incluso para ser estrenadas, sencillamente porque no hay suficientes salas de cine disponibles para que los estrenos se mantengan mucho tiempo, ya que las superproducciones copan la mayoría de esas salas. Es muy difícil hoy en día, tal vez ya imposible, que se produzca el fenómeno de las sleepers: películas que, recién estrenadas, no parece que vayan a conseguir un éxito reseñable porque no llaman la atención, pero sin embargo, con el boca a boca, van consiguiendo que se propague su fama y acaban recaudando muchos millones a lo largo de meses y meses en pantalla, resistiendo y triunfando en taquilla al final. Yo recuerdo haber visto El día de la bestia, por ejemplo, al cabo de casi un año de ser estrenada porque todavía seguía proyectándose en cines. Hoy, si una película dura más de dos meses en cartelera sin ser un blockbuster de Disney ya puede inscribirse en el libro Guinness de los Récords. Incluso estrenos de cineastas consagrados apenas consiguen recuperar la inversión porque desaparecen enseguida de la gran pantalla. A lo mejor por eso es por lo que el mismo Scorsese va a estrenar The Irishman en Netflix poco después de hacerlo en los cines, y lo mismo, no sé yo, está un poco picado con Disney en parte por eso, y no se lo reprocho, porque es para mosquearse. Precisamente de Netflix hace no mucho Christopher Nolan, que seguramente admira a Scorsese y lo tiene como referente, decía que las películas que se estrenaban en esa plataforma no eran cine. Entonces, ¿si veo sus películas en bluray en mi casa tampoco son cine? ¿Y Roma, que estrenó Alfonso Cuarón asimismo en Netflix, tampoco es cine? En fin.
Lo que me descojoné cuando vi a Michael Keaton haciendo de El Buitre en Spiderman: Homecoming. Yo sé por que lo digo |
El caso es que, consideraciones aparte sobre si el dominio de Disney está poniendo en peligro el cine que no encaja en sus parámetros, cosa que no discuto (me gustaría mucho que Paco Fox se animara a hablar del tema, porque ya lo ha comentado en alguno de sus vídeos y creo que su opinión puede ser muy interesante), lo que a mí me molesta es que continúen estas discusiones bizantinas sobre si determinadas películas y géneros son o no cine. O literatura, o cualquier otra forma de expresión artística. En fin, que seguimos con la división entre alta y baja cultura. No voy a entrar a defender a las películas Marvel; por mucho que me gusten y me entretengan, soy capaz de reconocer que no son obras maestras tan profundas como los títulos más reconocidos de Scorsese y otros cineastas reconocidos. Pero tampoco me convencerá nadie de que Capitán América: Civil War o Vengadores: Endgame son malas películas. Aparte de su espectacularidad, su fabulosa puesta en escena y lo entretenidísimas que son, no creo que los personajes que las protagonizan sean simples, ni tampoco el desarrollo de sus conflictos. Y aunque sólo sirvan para entretener, ¿qué tiene de malo eso? Precisamente la película más conocida de Georges Méliès (a quien Scorsese rinde homenaje en La invención de Hugo), De la Tierra a la Luna, es ciencia ficción hecha para el entretenimiento del público. Y también es cine, e historia del cine. Ya he hablado en más de una ocasión del valor de la ciencia ficción y la fantasía para hablar de nuestro mundo a través de otros mundos y su capacidad para hacernos pensar y reflexionar sobre asuntos muy serios con más eficacia que mucha literatura y cine realista. Aunque eso no me invalida la existencia de cine y literatura de evasión, que también son necesarias. En fin, que mientras haya sitio para todos los tipos de expresiones artísticas, no veo por qué hay que pelearse. Que cada uno disfrute y saque provecho de lo que quiera. Y guardaos los carnés, que no nos hacen falta para nada.
Ay, se me ha metido un gafapasta en el ojo |