Se acabó.
O, como decían algunos bromistas en las últimas semanas por las redes sociales, Sansacabó. No andaban muy desencaminados.
Efectivamente, esta entrada va sobre Juego de tronos y su final. Ya sabes, si no has visto la serie o por lo menos sus últimos capítulos y tienes intención de verlos, no leas esta entrada, SPOILERS, blablabla.
Creo que ya lo he comentado más de una vez por aquí. Para mí, lo realmente importante son los libros de la saga Canción de hielo y fuego, la obra de George R. R. Martin. La serie sigue siendo para mí un producto secundario; interesante, por supuesto, pero secundario. Aunque en los últimos tiempos ha cobrado más relevancia por su gran impacto social, que provoca entre otras cosas que si no quieres comerte spoilers a saco más vale que la veas y cuanto antes, y porque es posible que no conozcamos otro final de la historia que éste. Y eso es lo que de verdad me preocupa.
Para empezar, independientemente o no de las diferencias con la obra original y con la posible conclusión que le dé Martin a su obra escrita, el final y toda la última temporada de la serie, salvo el maravilloso capítulo 2 y el primero, bastante correcto, me han decepcionado. Técnicamente están muy bien rodados (apuntad el nombre de Miguel Sapochnik, el director de algunos de los mejores capítulos de la serie y de otros que, a falta de un mejor guión, al menos se ven casi sin respirar de lo bien conducidos que están); los actores, salvo alguna excepción bastante notoria (cof-cof-Kit-cof-cof-Haring-cof-cof), están muy bien, incluso sobresalientes (mención especial a Lena Headey, la mujer que expresa varias páginas de guión con un solo fruncimiento de labios o con alzar una ceja); la fotografía es espectacular; la ambientación ídem... Pero falla el guión. Ya digo que no es porque se alejen más o menos de los parámetros de la historia de Martin; al fin y al cabo, a partir de la sexta temporada la serie ya no tiene libros en los que basarse. Pero sí que continúan unos capítulos anteriores que ya habían establecido una base argumental y de desarrollo de personajes que no podían ignorar alegremente.
El caso más flagrante, probablemente, sea el de Jon Nieve. Dejando aparte que al personaje le ha tocado el actor menos dotado y carismático de todo el elenco (ya es mala puntería, porque es uno de los protagonistas), se veía venir desde varias temporadas atrás que tenía un papel muy relevante con una trama muy específica que le conducía a una conclusión prácticamente ineludible: en la sexta temporada se revelaba lo que ya muchos sospechábamos en los libros, que era el hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark, y que, en palabras de su auténtico padre, "suya es la Canción de Hielo y Fuego". Eso, para los Targaryen, remitía a una antigua profecía, la del Príncipe que Fue Prometido, una especie de salvador mitológico muy relacionado con otra profecía, la de Azor Ahai, que es tan semejante que si no se trata del mismo personaje poco le falta, y que pronostica el regreso de un héroe mítico que en su momento salvó al mundo de la primera Larga Noche y volverá para derrotar otra vez al sempiterno enemigo oscuro. A lo largo de la serie se van dando pistas, Melisandre lo ve (le cuesta, pero se acaba dando cuenta), lo resucita para que cumpla su propósito, Jon es el que convence a los demás de que el Rey de la Noche y sus acólitos tienen que ser derrotados porque de lo contrario destruirán toda la civilización de Poniente y todo parece indicar que tendrá que ser él quien derrote al Rey de la Noche para cumplir con su destino... Y ya sabemos lo que pasa: al final es Arya la que se carga al Gran Calippo mientras Jon se dedica a berrearle a Viseryon. A lo mejor pretendía rechazarlo con un escudo sónico, yo qué sé.
Que me diréis: "bueno, al final se cargan al Rey de la Noche igualmente y además lo hace Arya que mola millones, ¿qué más da?". Incluso me podríais argumentar que es una forma de truncar las expectativas, algo muy propio de Juego de Tronos, y que por tanto las profecías no tienen por que cumplirse, y blablabla. Perfecto, pero eso también hay que saber hacerlo. Entre otras cosas, porque hay un recurso narrativo que se llama la pistola de Chéjov y que es mucho más común de lo que parece. ¿En qué consiste? Si queréis informaros de forma exhaustiva y muy entretenida, os remito a un programa del Podcast de Hielo y Fuego:
Que me diréis: "bueno, al final se cargan al Rey de la Noche igualmente y además lo hace Arya que mola millones, ¿qué más da?". Incluso me podríais argumentar que es una forma de truncar las expectativas, algo muy propio de Juego de Tronos, y que por tanto las profecías no tienen por que cumplirse, y blablabla. Perfecto, pero eso también hay que saber hacerlo. Entre otras cosas, porque hay un recurso narrativo que se llama la pistola de Chéjov y que es mucho más común de lo que parece. ¿En qué consiste? Si queréis informaros de forma exhaustiva y muy entretenida, os remito a un programa del Podcast de Hielo y Fuego:
Pero mientras decidís si lo escucháis o no (si os interesa el tema os lo recomiendo mucho), os resumo en qué consiste esta figura (copio de la Wiki):
El arma de Chéjov es un principio dramático que postula que cada elemento en la narración debe ser necesario e irremplazable, o de lo contrario debe ser eliminado.123
Elimina todo lo que no tenga relevancia en la historia. Si dijiste en el primer capítulo que había un rifle colgado en la pared, en el segundo o tercero este debe ser descolgado inevitablemente. Si no va a ser disparado, no debería haber sido puesto ahí.34
Es decir: me estás dando pistas desde varias temporadas atrás que conducen inevitablemente a un final muy concreto... y luego me escamoteas ese final. Así que Jon es una pistola que no se dispara. A cambio, con un par de escenitas de Arya con Bran y con Melisandre que remiten a una escena muy anterior de cuando Arya se encontró por primera vez con Melisandre y que en su momento no tenía el significado que le dan ahora, ya me justificas que sea Arya quien se cargue al Rey de la Noche. No se ha notado que ha sido una improvisación de último momento hecha sólo para dejarnos con el culo torcido sin ningún otro propósito, NOOOOOO, QUÉ VA. (Por cierto, encima ni siquiera aprovechan la mención a los ojos verdes, porque Arya al final no se carga ni a Cersei ni a Daenerys. Es que hasta en eso nos la dan con queso). En conclusión: una cosa es subvertir los tópicos más comunes para sorprender y dar una productiva vuelta de tuerca a la historia, y otra jugar con las estructuras narrativas sin ton ni son.
Pobrecico mío, lo que ha sufrío :'( |
En fin, es sólo el ejemplo más evidente para mí de que Benioff y Weiss han rematado una historia muy compleja con un final muy simplón y apresurado, cargándose por el camino la coherencia narrativa y la de los mismos personajes. Jon, que nunca fue muy listo pero al menos tenía una motivación clara y un propósito, ha sido destrozado, despojado de su razón de ser y arrastrado por los suelos como una fregona para acabar siendo el pelele de Poniente. Daenerys, aunque su evolución sí me parece coherente y me la esperaba, ha sido destrozada igualmente porque esa misma evolución se la han ventilado de un episodio para otro cuando habría hecho falta una temporada entera para hacerla verosímil (¿recordáis la última entrada que escribí, precisamente sobre este tema? Me dieron ganas de borrarla después de ver el penúltimo episodio). Por no hablar del destino que han sufrido otros personajes como Jaime, cuya evolución también se ventilan en un arrebato digno de culebrón venezolano, o de la humillación que ha sufrido el personaje de Tyrion en las últimas temporadas, cuando ha visto rebajado su CI hasta tal punto que hasta Sansa le llega a echar en cara que le creía más inteligente. O la absurdez de la batalla de la Larga Noche (esos dothrakis lanzándose a la carga como lemmings suicidas, mientras Jaime, Brienne o Sam sobreviven a una avalancha de zombis que ríete tú de Guerra Mundial Z), la muerte ridícula de Rhaegal, Arya y su plot armor más poderosa que todas las armaduras de Tony Stark juntas, y, en fin, todo el último capítulo que es un puro despropósito. Creo que de éste sólo me han gustado de verdad dos momentos: cuando Jon por fin achucha a Fantasma (demasiado bueno es, yo le había metido un bocado por haberle dejado abandonado) y cuando Brienne completa la hoja de servicio de Jaime en el libro de los lores comandantes de la Guardia Real. Bueno, el destino de Arya tampoco está mal. Es lo que más le pega, ella siempre ha querido ser libre. Ah, y el momento Maléfica de Daenerys también mola mazo. Auguro que lo veremos en los próximos días en muchas fotos de perfil de Twitter y Facebook. Ah, y los que apostaran dinero, unas copas o lo que sea por que Bran iba a ser el futuro ocupante del Trono de Hierro (bueno, no exactamente porque a Drogon le dio un arrebato republicano, pero me entendéis) estarán dando palmas con las orejas XD.
Podría comentar muchas más cosas, pero no es plan de que os cortéis las venas a mitad de la parrafada. Sólo digo que, aunque en parte se lo haya buscado por haber sucumbido a la atracción del dinero, no me gustaría estar ahora mismo en la piel de George R. R. Martin porque se tiene que estar tirando de los pocos pelos que le quedan en la cabeza. Porque es posible que los guionistas hayan llegado al final que él les contó que tenía planeado, pero la forma en que lo han alcanzado seguro que no es la misma que Martin utilizaría. Ojalá lo podamos comprobar, aunque tengamos que esperar para ello. Porque su obra sí es importante para mí, no sólo por lo que he disfrutado leyéndola, sino porque está asociada a muchos momentos importantes de mi vida. Ya supongo que os parecerá un tópico, pero es verdad que le debo mucho a los libros de Martin. Pero, de nuevo, eso es otra historia que debe ser contada en otra ocasión; de hecho, ya conté algo por aquí hace tiempo. Algún día espero poder escribir otra entrada como ésta, pero para hablar del final de la saga escrita, si Martin llega a publicar A Dream of Spring. Porque la otra opción es que esa entrada sea un obituario dedicado a Martin, y no me hace gracia pensar en el tema, pobre hombre. Entonces podré valorar plenamente y contar lo que significa Canción de Hielo y Fuego para mí. (Spoiler: es mucho). Por eso, a pesar de la decepción que ha supuesto para mí esta última temporada, ha merecido la pena que se produjera Juego de tronos, que me ha dado muchos momentos de satisfacción. Sólo por ver en carne y hueso al gran Tyrion Lannister, que no podía haber tenido mejor representación; a la valerosa Arya, la gran heroína de Poniente; a la mayor superviviente de todos, Sansa, que empecé odiando y he terminado por admirarla; al admirable y añorado Ned; a la odiosa y fascinante Cersei; a Jaime, el hombre único en su especie, a pesar de su final; a Brienne, el mejor caballero de los Siete Reinos... Sólo por ellos ya ha merecido la pena. Y por los dragones. Por los gloriosos dragones.
Podría comentar muchas más cosas, pero no es plan de que os cortéis las venas a mitad de la parrafada. Sólo digo que, aunque en parte se lo haya buscado por haber sucumbido a la atracción del dinero, no me gustaría estar ahora mismo en la piel de George R. R. Martin porque se tiene que estar tirando de los pocos pelos que le quedan en la cabeza. Porque es posible que los guionistas hayan llegado al final que él les contó que tenía planeado, pero la forma en que lo han alcanzado seguro que no es la misma que Martin utilizaría. Ojalá lo podamos comprobar, aunque tengamos que esperar para ello. Porque su obra sí es importante para mí, no sólo por lo que he disfrutado leyéndola, sino porque está asociada a muchos momentos importantes de mi vida. Ya supongo que os parecerá un tópico, pero es verdad que le debo mucho a los libros de Martin. Pero, de nuevo, eso es otra historia que debe ser contada en otra ocasión; de hecho, ya conté algo por aquí hace tiempo. Algún día espero poder escribir otra entrada como ésta, pero para hablar del final de la saga escrita, si Martin llega a publicar A Dream of Spring. Porque la otra opción es que esa entrada sea un obituario dedicado a Martin, y no me hace gracia pensar en el tema, pobre hombre. Entonces podré valorar plenamente y contar lo que significa Canción de Hielo y Fuego para mí. (Spoiler: es mucho). Por eso, a pesar de la decepción que ha supuesto para mí esta última temporada, ha merecido la pena que se produjera Juego de tronos, que me ha dado muchos momentos de satisfacción. Sólo por ver en carne y hueso al gran Tyrion Lannister, que no podía haber tenido mejor representación; a la valerosa Arya, la gran heroína de Poniente; a la mayor superviviente de todos, Sansa, que empecé odiando y he terminado por admirarla; al admirable y añorado Ned; a la odiosa y fascinante Cersei; a Jaime, el hombre único en su especie, a pesar de su final; a Brienne, el mejor caballero de los Siete Reinos... Sólo por ellos ya ha merecido la pena. Y por los dragones. Por los gloriosos dragones.