lunes, 9 de julio de 2012

Verano

Siempre ha sido mi estación preferida. El verano era relax, no tener nada que hacer y disfrutarlo. Era piscina, era helados (que entonces no me engordaban, snifff), era calor, pero un calor que no me afectaba demasiado, que era infinitamente más agradable que el frío mordiente del invierno. Era luz, mucha luz, era tardes gloriosas de estar en la calle hasta las diez de la noche porque a las diez aún no era de noche. Eran tres meses de libertad.

Ella sí que sabe disfrutar del verano.
Luego, cuando dejé de ser una estudiante, cambió. Había veranos en los que no disfrutaba de vacaciones, porque era justo cuando me salía trabajo. Entonces no tenía descanso, pero aun así seguía disfrutando de la luz, del calor, de la piscina, ya un poco menos de los helados. Cuando sí tenía vacaciones, se me hacían cortas, pero disfrutaba el no tener que madrugar, el zanganear todo lo que podía. Nunca he hecho grandes viajes en vacaciones porque tampoco me ha sobrado normalmente el dinero, pero para mí unos días en el pueblo de unos amigos o simplemente salir a hacer excursiones a la sierra, a otros pueblos y ciudades, ya era suficiente. Pensaba que ya tendría tiempo, cuando consiguiera un trabajo mejor, un sueldo mejor que me permitiera ahorrar para hacer un viaje al extranjero: los fiordos noruegos, Irlanda, Italia, incluso destinos más lejanos como Australia y Nueva Zelanda...

Pero ese trabajo mejor, ese sueldo más alto, nunca llegó. Parece que es mi sino, llegar tarde a todas partes. Cuando repartieron los últimos trabajos buenos y estables, yo todavía iba tirando con uno de esos trabajos que te salen en verano. Por lo visto, no he sido la única. Ahora somos legiones de veraneantes que tenemos vacaciones forzosas. Aquí estamos, con el bañador debajo de la ropa, listos para irnos a una playa a aliviar el calor sumergidos en aguas frescas y transparentes, pero no tenemos dinero para el billete de avión. No tenemos dinero ni para llegar al aeropuerto, con lo que ha subido el billete de metro. Así que he vuelto a los veranos de mi infancia, pero ahora tengo que prepararme yo la tortilla si quiero ir a la piscina, y no sé si tendré plaza en el colegio público cuando llegue el próximo curso...

En fin, quién sabe qué otoño llegará detrás de este largo y cálido verano. Hablan de otoño caliente, temo que más bien pueda ser frío, muy frío. Yo tengo la suerte, de momento, de tener cobijo, pero a muchos les va a pillar a la intemperie. Como diría cualquier fan de Canción de Hielo y Fuego, somos hijos del verano que creímos que duraría eternamente, pero ahora nos encontramos con que se acerca el invierno, y será muy largo, y el Muro no sólo se está derrumbando, lo están tirando abajo los mismos que ocupan el Trono de Hierro. ¿Quién me presta un dragón?

De todas formas, el verano sigue siendo mi estación favorita. Así que, mientras me busco plaza para el próximo curso, disfruto de la luz, del calorcito, de unos días con buenos amigos, y del mejor compañero de viaje que podría imaginar y desear. Ah, y de los perritos calientes. No olvidemos los perritos calientes. Gracias a ellos este invierno me sentiré calentita aunque fuera esté nevando ^^.

6 comentarios:

  1. :( eso de llegar tarde a todo también me lo se yo. De todas formas, hay que intentar ser optimistas y pensar que realmente lo que pasa es que nuestro tren no ha salido todavía.

    Y si aún así dudamos de nuestro horario de salida sólo tenemos que ver que tenemos un gran compañero e inesperado compañero de viaje cada una ^^

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    1. Desde luego, de eso no nos podemos quejar ^^. Sólo por eso me ha merecido la pena esperar estos años :). Y también por eso no pierdo la esperanza, aunque vea venir el largo invierno.

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  3. Hola queremos que empieces la semana con buen pie, Envidienmiboda tiene una sorpresa para ti,
    http://envidienmiboda.com/2012/08/13/a-repartir-premios/

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