lunes, 15 de junio de 2015

Antes todos éramos Charlie

Supongo que ya estaréis enterados respecto a la polémica sobre los tuits de Guillermo Zapata, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid apenas recién estrenado con el equipo de Ahora Madrid y ya a punto de dejar su puesto, por lo que parece. Todo viene de aquí: Los tuits antisemitas del nuevo concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid. Por si tenéis activado el AEDE Blocker, os aclaro que es la noticia del ABC en la que se daba cuenta de unos tuits supuestamente antisemitas del nuevo edil. Eso sí, sacados de contexto, tal como él mismo explica en esta entrevista de El Diario a Guillermo Zapata.  En el momento en que escribo esto, que yo sepa aún no se ha decidido si este hombre dimitirá de su cargo o no. El caso es que él ya ha explicado (por desgracia, un poco tarde, ahí es donde probablemente falló) que no es antisemita en absoluto ni quería mofarse de las víctimas del terrorismo, entre otras lindezas, sino que esos tuits eran ejemplos de chistes macabros dentro de una conversación tuitera con Nacho Vigalondo (al que habían censurado en El País por una situación parecida) sobre la validez del humor negro. 

Esta conversación se desarrolló en 2011, cuando aquí todavía muchos no sabíamos qué era Twitter hasta que nos enteramos por las noticias sobre la Primavera Árabe. En ese momento, Guillermo Zapata no estaba embarcado en ninguna carrera política, y probablemente si le hubieran dicho que podía llegar a ser concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid le habría parecido un chiste, no sé si macabro o surrealista. Admito que eso no tiene por qué disculparle: aunque me gusta el humor negro (me encantan, por ejemplo, las tiras de Cyanide & Happiness), personalmente tengo mis límites y no me hicieron gracia, por ejemplo, los chistes que en su momento se sacaron sobre Miguel Ángel Blanco, Irene Villa o Lady Di (supongo que mi límite está en cuando se personaliza a las víctimas de ese humor). Pero tampoco se me ocurrió que los que contaban esos chistes fueran malas personas necesariamente, ni los censuraba por ello (como mucho les decía "joder, macho, qué bestia", y a otra cosa). Lo queramos o no, el humor negro forma parte de la cultura humana, como una expresión más de desahogo ante situaciones dolorosas; más o menos desafortunada, pero está ahí, por mucho que le pese a la corrección política. Creo que más que de censurar, se trata de educar a todos en valores éticos que potencien la empatía y el respeto por los demás, y es posible que esos chistes de tan mal gusto acaben desapareciendo, entre otras muchas manifestaciones más o menos negativas de la naturaleza humana.

Pero, mientras tanto, esos chistes están ahí, y Guillermo Zapata tiene que afrontar las consecuencias de haberlos citado en un medio en el que es muy fácil sacarlos de contexto y usarlos como arma arrojadiza. Él ya ha explicado que no era su intención en absoluto denigrar a nadie y ha pedido perdón, pero pongamos que, aun así, debe asumir una responsabilidad y, si es necesario, dimitir. Por unos tuits que escribió hace cuatro años, cuando era una persona anónima que no tenía intención de intervenir en política. Pero vale. Aceptamos barco, por mor de la transparencia y de dar ejemplo. Me parece correcto. Entonces, ¿por qué no dimite también, por ejemplo, Rafael Hernando, diputado del PP, por haber ofendido a los familiares de los desaparecidos durante la guerra civil y la posguerra a manos de los franquistas, cuando dijo que "algunos se han acordado de su padre, parece ser, cuando había subvenciones para encontrarle", como se cuenta en este artículo?: Cómo atizar a la memoria histórica (a través de diez casos) . Anda, que no ha dimitido. Y eso que él lo decía en serio, no en broma. Es más, se archivó la querella que víctimas del franquismo habían interpuesto porque "el Supremo considera que no fueron 'expresiones vejatorias' y las ampara la libertad de expresión": Archivada la querella de víctimas del franquismo contra Rafael Hernando. No sé, digo yo que o jugamos todos o rompemos la baraja, ¿no?

Ah, que no. Que ya no somos Charlie.

Pues vale.