lunes, 23 de marzo de 2015

El Ministerio del Tiempo

Entre las cosas que debo agradecerle a mi padre, hay una que me satisface especialmente. Se podría decir que es consecuencia de otra más importante: el amor por la lectura que nos han legado tanto él como mi madre, ya que siempre estuvo presente en casa, en forma de libros que llenaban la librería del salón, libros que veía a mi padre leer con regularidad. Mi madre, entre el poco tiempo que le dejaba cuidar de nosotros y los problemas de vista que arrastra desde joven, había perdido la costumbre de leer habitualmente, pero procuró fomentar también la afición en mi hermano y en mí no escatimando en la compra de libros de todo tipo, tanto de narrativa como de divulgación (después fuimos usuarios asiduos de la biblioteca municipal de mi barrio desde el momento en que la abrieron).

Ese amor por la lectura engloba otra querencia más concreta, el amor por las historias de ficción, que también disfruté desde siempre en formato audiovisual. Y, dentro de esas historias, a mi padre le gustaban la ciencia ficción y la aventura. Uno de mis primeros recuerdos es cuando, los domingos por la tarde, después de comer, mi padre y yo veíamos la mítica serie de "La Masa" (que era como en la prehistoria se conocía al increíble Hulk :P) protagonizada por Lou Ferrigno. Mientras, mi hermano se iba con mi madre a ver "La casa de la pradera", que a mí me parecía un inmenso pestiño, a la salita, donde teníamos la vieja televisión en blanco y negro, porque al pobre le asustaba ver la transformación que sufría Bruce Banner, cosa bastante lógica porque el pobre apenas tenía tres años y ver que un tipo normal se convertía en un monstruo verde feísimo debía de acojonar bastante a una criatura de esa edad XD.

Pasaron los años y con ellos las series y películas que me marcaron: Una nueva esperanza, que entonces era simplemente La guerra de las galaxias, en un cine de reestreno de mi barrio a los nueve años, edad ideal para quedar enganchada a las historias galácticas de por vida; "Ulises 31", que me llevó a leer la Odisea, primero con extrañeza porque ¿dónde estaban los robots, los alienígenas y las naves espaciales, y por qué hablaban tan raro? y después con placer; la mítica "V", que nos reveló que no todos los extraterrestres eran buenos como E. T.; ya en la adolescencia, series como "Star Trek: la Nueva Generación", películas como Terminator o Robocop, y un sinfín de lecturas de clásicos de la ciencia ficción y la fantasía en la biblioteca de mi barrio terminaron por convertirme en la friki que soy. Ya ni os cuento cuando se estrenaron las películas de Peter Jackson de El señor de los anillos, o lo que he disfrutado en estos últimos años con el boom de las películas de superhéroes de la Marvel, sólo por no cansaros con multitud de ejemplos más.

Todas estas películas y series con las que disfrutaba tenían algo en común: no eran de producción española. Se daba por sentado que la industria audiovisual española no tenía medios para producir series y películas propias de temática fantástica sin provocar vergüenza ajena, y por lo demás parecía que tampoco era algo que interesara especialmente al público, cosa que la cartelera se encargaba periódicamente de desmentir, pero los cineastas y realizadores españoles, salvo algunas honrosas excepciones en las dos últimas décadas como Álex de la Iglesia o Jaume Balagueró y otros directores más centrados en el terror, no se daban por aludidos, ni tampoco las cadenas de televisión, más allá de muestras muy puntuales como la estupenda La cabina de Antonio Mercero o las "Historias para no dormir" de Narciso Ibáñez Serrador. Sobre todo, a partir de los años 90, con el auge de las cadenas privadas, proliferaron como setas las series familiares tipo "Médico de familia" o "Los Serrano", que, más allá de su calidad (que no digo que no la tuvieran, al menos al principio, antes de que las estiraran como chicles que ya han perdido el sabor), a mí particularmente no me enganchaban mucho, pero parecían tener mucho éxito entre el público general. Nada que reprochar, al fin y al cabo era su objetivo. Pero, aunque con el tiempo la temática de las series se ha diversificado bastante y han evolucionado adaptándose a los tiempos actuales, aun así las cadenas televisivas no destacan especialmente por su afán de innovación, y suelen ir a lo seguro, lo que saben que ha triunfado previamente, de modo que lo habitual es que se copien unas a otras. El resultado es que acabé saturada de series clónicas "para toda la familia" (esto es, básicamente para los abuelos, que son los que se tiran todo el día viendo la tele) y llevaba años sin ver prácticamente la televisión, y desde luego ni me acordaba de lo que era estar pendiente de una serie de televisión en su medio original. Si una serie me interesa especialmente, la veo en internet o en dvd, a la hora que quiero y sin anuncios. Sí que veo algunas series cuando las pillo por entretenerme si no tengo otra cosa que hacer (situación cada vez más rara), pero se trata de series de estructura episódica que no tengo que seguir habitualmente para no perderme: "Bones", "Castle", "El mentalista", divertidas, bien hechas y poco exigentes con mi nivel de atención.  Posiblemente me haya perdido buenas series emitidas en las cadenas nacionales por el camino, pero ya digo que últimamente no es tiempo lo que me sobra.

Pero hace pocos meses se empezó a rumorear por internet que se estaba preparando una nueva serie que se salía de esos esquemas. Una serie de ciencia ficción, en apariencia similar a la idolatrada "Doctor Who" (idolatrada por los frikis, porque entre el público español en general, exceptuando a los televidentes catalanes, que en esto siempre han sido un poco privilegiados en comparación, no se conocía), y además producida por Televisión Española, lo que llamaba aún más la atención ya que, seamos sinceros, en la última legislatura la televisión pública no ha destacado precisamente por su afán de innovación. Dejémoslo en que los que la dirigen ahora están a otras cosas.

El caso es que la noticia me pareció tan extraordinaria que me mantuve atenta a las novedades, no sin cierta precaución por si terminaba siendo un fiasco, pero expectante por si me llevaba una sorpresa. Y tanto que me la llevé.


A estas alturas ya sabréis que estoy hablando de "El Ministerio del Tiempo". No es difícil deducirlo, ya que he titulado así esta entrada :P. También si sois usuarios habituales de Twitter y Facebook sabréis el revuelo que se ha montado. El caso es que cuando emitieron el primer capítulo, mi marido y yo, por primera vez en mucho tiempo, pusimos la tele aposta, y encima en el primer canal de Televisión Española, que no veíamos desde hace ni se sabe, dispuestos a darle una oportunidad, y si no nos convencía, dejarla pasar (como nos ocurrió, por ejemplo, con "Alatriste", y no creáis que no nos pesó; está visto que el espadachín de Pérez-Reverte tiene todavía menos suerte que Stephen King con las adaptaciones a cine y televisión).

Oh, maravilla. Cuando terminó ese primer capítulo, ya éramos fans convencidos. No es que sea la mejor serie del mundo, y es posible que fuéramos con las expectativas bajas para no llevarnos una gran decepción. Pero, aun así, superó sobradamente esas expectativas: no sólo no era una simple copia de "Doctor Who" como vaticinaban algunos talibanes agoreros, sino que bebía de múltiples fuentes y las mezclaba de forma muy inteligente para generar un producto muy digno y que no tenía nada que envidiar a series extranjeras aclamadas. Y, sobre todo, era lo más divertido que habíamos visto en años. No sólo por los continuos guiños frikis y el humor tan irónico y cotidiano que desprendían unos diálogos ágiles e ingeniosos, o porque, por una vez, se notaba que, aun sin una millonada brutal en efectos especiales, se contaba con los medios suficientes para producir algo digno y estos medios se aprovechaban al máximo y con eficacia, sino también por un guión trabajadísimo, imaginativo, valiente y sin complejos, que conseguía enganchar con una trama milimetrada que no daba un respiro y te dejaba con ganas de más, y era representado por unos actores extraordinarios que se notaba que disfrutaban como enanos: incluso Rodolfo Sancho, cuyo personaje me pareció al principio el más plano, ganó puntos en los siguientes capítulos y ahora me encanta, y qué voy a decir de Nacho Fresneda, que está absolutamente genial como Alonso de Entrerríos (mi personaje favorito y el de muchos, sin duda). También Aura Garrido es una revelación, y el resto de actores están todos fantásticos. En fin, se nota que todos los que participan en la serie disfrutan haciéndola, especialmente sus creadores, los hermanos Pablo y Javier Olivares, que, irónicamente, también fueron guionistas de "Los Serrano", lo que demuestra que los guionistas españoles, además de tener oficio, cuando se les deja trabajar con libertad son capaces de una versatilidad insospechada. Os recomiendo, por cierto, quedaros a ver los making off que se emiten después de cada capítulo, son interesantísimos.

Así que decidimos que íbamos a seguir viendo la serie, por supuesto. Pero entonces comenzaron los problemas: cambios de día y hora, audiencia más bien discreta aunque no escasa (por televisión, que vía online por la web de RTVE tiene muchísimos seguidores, y por otra parte la audiencia en televisión ha aumentado capítulo a capítulo), contraprogramación de otras cadenas con series que también tienen bastante audiencia... Como no sería la primera vez que ocurriera, y los espectadores ya estamos bastante maleados y escamados con los tejemanejes de las cadenas televisivas con tal de ganar audiencia a cualquier precio, muchos se temieron lo peor: que una vez terminada esta primera temporada, RTVE no se molestaría en producir más temporadas. Hoy en día, o triunfas como la cocacola en los primeros capítulos, o despídete (que se lo digan a la pobre "Firefly", o a otras series españolas que enseguida han desaparecido en cuanto no han dado el resultado esperado a la primera), y no parecía que Televisión Española estuviera muy por la labor de apoyar la serie. Tal vez la reacción de los fans parezca exagerada, pero, la verdad, viendo cómo está el percal televisivo en los últimos años, y para una vez que podemos disfrutar de una serie de calidad que no se parece a las demás sino que explora un campo tan poco trabajado y tan maltratado en la ficción española, el temor a que no te dejen seguir disfrutándola cuando ya te has ilusionado es comprensible. Por eso, y porque ya sabéis que me gusta compartir las cosas que me gustan, es por lo que escribo esta entrada. No digo que haya que ver la serie a la fuerza, hay gustos para todo. Pero si no la has visto, por probar a ver un capítulo no pierdes nada, y te puedes llevar una agradable sorpresa. También puedes verla online y luego seguirla en abierto, si te apetece y te cuadra. Esta noche, desde luego, voy a ver el quinto capítulo, que encima está ambientado en los años ochenta, mi década fetiche. Espero que lo disfrutéis. Yo seguro que lo haré.

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