Como ya sabréis, anoche se emitió el último capítulo de la segunda temporada de esta serie producida por Amazon, a la que “cariñosamente” llamo Los anillos de joder. Ya os podéis imaginar que no le tengo excesivo aprecio. Entonces, os preguntaréis (y con razón): “Nymeria, ¿por qué la sigues?” La verdad: estoy escribiendo esto precisamente para ver si analizándola yo también termino por averiguar por qué coño veo algo que desde casi todos los puntos de vista es un desastre. Porque no es mi costumbre ver series o películas que no me gusten, os lo aseguro. He dejado sin ningún remordimiento a mitad de visionado o incluso antes series que mucha gente alaba y sigue con devoción, como Andor, a la que muchos tildan de “lo mejor que se ha producido de Star Wars en los últimos años” y que a mí me pareció un pestiño insoportable. Me alegro por ellos, que la disfruten, yo tengo cosas mejores que hacer y poco tiempo para perderlo con cosas que no me interesan.
Con lo bonitos que eran los anillos de las películas y para la serie me ponen estos anillos de regalo del Kinder Sorpresa
Me faltó el canto de un duro para dejar de ver los dichosos anillos antes de terminar la primera temporada. No es ya por la fidelidad a la obra original de Tolkien: tenía asumido desde antes de que la estrenaran que dicha fidelidad iba a brillar por su ausencia porque en una adaptación prima antes que el producto final sea atractivo para el espectador medio que seguir al pie de la letra la obra original (y es lógico, es un medio distinto y no puedes trasladar a la pantalla con exactitud lo cuenta la narración original) y, por otro lado, dado que aún no están disponibles los derechos de adaptación al cine o a televisión de El Silmarillion, iban a tener que basarse en los Apéndices de ESDLA, que ofrecen una información muy resumida y escasa, así que tendrían que rellenar con argumentos, tramas y personajes directamente inventados para la ocasión. No hay problema. Sólo pedía que al menos lo que contaran fuera entretenido, tuviera coherencia interna y no se diera de patadas directamente con lo que ya conocíamos de la historia que nos contó Tolkien. Ilusa de mí, pensaba que Amazon se ocuparía de contratar a guionistas competentes que hicieran un trabajo mínimamente decente.
Craso error.
No sé hasta qué punto es culpa de los guionistas y hasta dónde llega la injerencia de los productores haciéndoles cambiar sobre la marcha cosas que en el papel quedaban mucho mejor, en aras de la espectacularidad o de la inteligibilidad (que deben de suponer que tiene que estar al nivel de los tontos de baba, porque parece que eso es lo que nos consideran a los espectadores). Y no, no me vale la excusa de la segunda pantalla. Una cosa es exponer todo muy clarito y repetirlo varias veces para que te enteres por si estás pendiente del puto móvil, y otra es escribir unos diálogos sonrojantes de puro estúpidos, presentar situaciones más trilladas que la estructura de una novelita romántica de quiosco y diseñar personajes que son más tontos que un bocado en… ya sabéis, y que tienen interacciones y reacciones más estúpidas que los personajes de Prometheus de Ridley Scott. Los dos primeros capítulos de la primera temporada, bueno, se podían ver porque visualmente eran espectaculares y los personajes apenas empezaban a mostrar su naturaleza descerebrada y aún daban el pego (aunque esa Galadriel tirándose en mitad del mar para hacer un David Meca ya daba una preocupante pista de por dónde iban a ir los tiros). Por algo le habían encargado dirigirlos a José Antonio Bayona, que te podrá gustar o no, pero sabe hacer su trabajo. Pero en cuanto dejaron a los guionistas sueltos sin un director que les maquillara la vacuidad de los guiones… Ay, madre, qué desastre.
Aviso: a partir de aquí no me voy a cortar con los spoilers. Tampoco es que vaya a destripar las tramas a saco, pero comentaré los detalles que me parezcan necesarios. Si aún no has visto la serie, piensas verla en un futuro y no te gusta que te espoileen, mejor abstente de seguir leyendo. Avisados quedáis. Continúo:
Hay tramas que me han interesado entre poco y nada desde el minuto cero, como la de los numenoreanos, que me parecen unos clasistas aislacionistas y supremacistas asquerosos: no sé si era en el segundo o en el tercer capítulo de la primera temporada, había una escena en la que un personaje circunstancial soltaba paridas al más puro estilo trumpiano; ya imagino que la intención de los guionistas era dejar en evidencia ese tipo de pensamiento, pero la sutileza no es lo suyo, desde luego. También me cayó como el culo Isildur, del que ya sabemos que acabará fatal, pero no hacía falta subrayar con rotuladores gordos que es un niñato tan insoportable, de verdad. Los demás numenoreanos no me caen mucho mejor, y para mi gusto sólo se salva de la quema Elendil, tanto por el personaje, que es el único numenoreano con dos dedos de frente y tiene una dignidad inquebrantable, como por el actor, que le da un porte y un carisma impresionantes. Porque, ojo, la mayor parte de los actores no me disgustan: me gusta también la actriz que hace de la reina Míriel, y junto con Elendil forma una pareja estupenda que es lo único de interés que tiene para mí la trama de Númenor, y por suerte han sabido aprovechar esa química. Y aunque sigo opinando que no se les acaba de pillar el punto a los elfos en series y películas de imagen real, me gustan Elrond y Arondir, que me parece muy atractivo y el único que, tal vez por resultar exótico frente a los elfos arquetípicos de larga melena rubia y lisa, tiene un aire realmente élfico, y tanto Gil-Galad como Celebrimbor y el mismísimo Sauron me han terminado gustando en esta segunda temporada (a pesar de comenzar de forma absolutamente vergonzante para un maia supuestamente de los más poderosos), mientras que en la primera sufrían el tremendo lastre de unos guiones que les hacían quedar como imbéciles envarados, como en el caso de Gil-Galad y Celebrimbor, o como mierdecillas que intentaban aparentar lo que no eran, como en el caso de Sauron, que cuando fingía ser un hombre se quedaba en una pobre imitación del Trancos de Viggo Mortensen. Incluso Galadriel me gusta, su actriz sí da el pego como elfa y creo que lo ha hecho lo mejor posible, pero el empeño de los guionistas en hacerla más aborrecible incluso que a Tauriel en las películas de El Hobbit la ha degradado muchísimo. Todos han mejorado en esta segunda temporada, tal vez porque a los guionistas les dieron un toque y les dijeron que dejaran de poner a sus personajes en situaciones estereotipadas y ridículas (no lo acaban de conseguir, pero se nota cierta mejora), y los actores han podido demostrar mejor su valía. En esta segunda temporada Charlie Vickers ha recreado a un Annatar decente, incluso convincente, que destaca como maestro de las mentiras en las que envuelve al pobre Celebrimbor, manipulándolo con técnicas propias de un narcisista consumado y haciéndole una luz de gas brutal. Probablemente la trama de Eregion, junto con la de los enanos de Khazad-dûm, sea la mejor de esta segunda temporada, culminando con la batalla del séptimo capítulo, impresionante.
A mí no me miréis, hago lo que puedo con el guión
En cambio, la de los numenoreanos sigue sin interesarme lo más mínimo. Y menos mal que ya prácticamente desapareció la de las tierras del sur, completamente anodinas, como sus personajes: a ver si se cargan de una puñetera vez al niñato este, el Theo, que es incluso más insoportable que Isildur, y ya es decir, y encima van y los juntan en esta segunda temporada… Madre del amor hermoso, que venga ya el maremoto del hundimiento de Númenor y se lo lleve, por favor. Venga, que no os cuesta nada, ya os cargasteis a su madre, que tampoco pintaba nada salvo para inventarle una historia de amor con Arondir menos original que las películas alemanas de los domingos por la tarde en la 1. Hala, dadle mejor trama a Arondir, que esta segunda temporada tampoco le habéis dado gran cosa…
En cuanto a Adar y los orcos, pues tres cuartas de lo mismo. Otro personaje que está desaprovechadísimo, yo creo que Joseph Mawle lo dejó después de la primera porque se dijo “esto es una mierda como un piano y no me lleva a ningún lado, mejor me piro”. El caso es que Sam Hazeldine le ha sustituido muy dignamente, y es otro de esos personajes del que piensas “qué buen vasallo si tuviera buen señor”. Al menos le dan un final trágico con aires shakespearianos bastante decente, como espejo del falso final de Sauron en el primer capítulo de esta temporada, que en cambio era ridículo. Esto de crear situaciones espejo de otras dentro de la serie o de otras de los libros y las películas es un recurso que los guionistas se debieron de aprender a fuego, por cierto, porque lo usan para todo y así de paso se evitan mucho trabajo, que esto de pensar buenas historias es muy cansado; algunas veces les funciona, como en ésta o en el final del rey Durin, y otras no.
De
las tramas restantes, me interesan personajes sueltos: me gusta mucho el que
ya-sabíamos-que-era-Gandalf y también su companion hobbit, Nori, que me parece
encantadora en comparación con su parentela. Por lo demás, casi todo lo
referente a los protohobbits me parece bastante desastroso. Aunque es verdad
que los hobbits de Tolkien, a pesar de su naturaleza bonachona, sin ser unos
falsos no dejan de ser bastante desconfiados respecto a los foráneos, los
puñeteros pelosos son unos cabroncetes hipócritas de mucho cuidado: la familia
y la tribu son lo más importante, pero como se te rompa una pierna y no puedas
andar, te jodes, que no te vamos a esperar, ahí te pudras; y los fuertes de Marruecos
Rhûn son del mismo palo: tontos, paletos y cerriles. En cuanto al Mago Oscuro,
me parece que mucho lirili y poco lerele; nos han puesto la miel en los labios
con un supuesto Saruman que parece un malo de segunda de una exploitation de
Conan, pero guardándose el as en la manga por si luego tienen que alegar que
no, que no era Saruman, que era uno de los magos azules (que es lo que deberían
hacer si no quieren darse de hostias no ya con el canon, sino con el hecho de
que no tiene sentido que Gandalf ya lo haya conocido y calado y luego en la
historia posterior parezca confiar en él sin reservas, aunque ya sabemos que a
los guionistas esto se la suda bastante). Espero que en la próxima temporada le
den más relevancia, porque si no vaya desperdicio de personaje y sobre todo de
actor (reconocedlo, a vosotros también se os cayeron las bragas cuando
reconocisteis a Ciarán Hinds). De las brujas Eminem y los jinetes oscuros de
todo a 1 euro ya ni hablo. En cuanto a Tom Bombadil… Pues es el pegote que ya
nos temíamos que habría sido en las películas de Peter Jackson, se nota que lo
han metido no ya con calzador, sino a presión, pero aun así se deja ver, no
queda tan ridículo como temía y da lugar a una canción maravillosa, así que al
final no me quejo.
Hostias, los donuts. Ah, y Celeborn
Supongo
que después de todo esto que os cuento seguiréis preguntándoos: “¿Por qué coño
nos sueltas esta chapa cuando no te ha gustado casi nada de esta serie?” Bueno,
es que sí me han gustado algunas cosas, de las cuales ya he mencionado varias.
Algunas incluso me han encantado. La trama de los enanos me pareció interesante
desde la primera temporada, y qué queréis que os diga, los enanos lo molan
todo, incluso en esta serie. Me gustan mucho el príncipe Durin y Disa, aunque a
esta pobre le endilgan una escena Batman que me provocó un ataque de risa de lo
ridículo que era, porque no podemos tener nada 100% bonito, pero ella mola y
juntos hacen una pareja estupenda, así que vale, aceptamos pareja súper molona
de enanos como modelo de relación de pareja sana y súper potita. También me
gusta mucho el rey Durin (algo tendrá que ver que lo interprete Peter Mullan) y
en general cómo se refleja la idiosincrasia de la sociedad enana, que también
era lo mejor de la trilogía del Hobbit. Si es que los enanos son la segunda
raza de la Tierra Media que más mola (la primera es la de los hobbits, of
course). Eso incluye también el apartado
estético: mención especial a esas flipantes túnicas inspiradas en la
iconografía de los cuadros de Gustav Klimt. Y las tramas de los enanos, aunque
tenga momentos what the fuck porque guionistas, en general me han gustado,
incluso con ese despertar del balrog a mitad de la siesta, que me parece una
cagada pero le han dado un final épico, al menos, aunque sea copiado al de
Gandalf en La Comunidad del Anillo. Igual que en esta segunda temporada
me ha gustado la trama de Eregion, que culmina en una batalla impresionante: ya
he leído por ahí que está mal rodada, y puede que así sea, pero como soy una
ignorante total en cuestiones de estrategia y tácticas militares, me la suda y
ese séptimo capítulo me tuvo enganchada hasta el final; no pido más. ¿Y sabéis
lo que me flipa de la serie también? La banda sonora. Bear McCreary no se
limita a imitar a Howard Shore, sino que crea una música magnífica con entidad
propia, actualizada a la sensibilidad contemporánea y con temazos épicos y
emotivos que merecían una serie mejor para estar más acorde con su calidad. Ya
está disponible la BSO de la segunda temporada en Spotify, por si queréis
echarle un oído:
Por último, no puedo obviar el factor más importante en mi empeño en seguir viendo esta serie aunque haya estado a punto de dejarla cada vez que me cabreaba con una nueva cagada de los guionistas: soy una fan fatal de Tolkien. No hasta el punto de apuntarme a la STE o de leerme todos los volúmenes de Historia de la Tierra Media, pero sí como para haberme leído y releído bastantes veces El señor de los anillos, El Hobbit y El Silmarillion, además de otras obras cortas de Tolkien, incluyendo Los hijos de Húrin, y mira que Túrin Turambar me cae fatal porque es un auténtico singermornings, y de haberme visto también varias veces la trilogía de ESDLA de Peter Jackson en sus versiones extendidas e incluso repetir un par de veces con las películas de El Hobbit (es que, ay, Martin Freeman 💜). En resumen, mi amor por la Tierra Media me hace superar el cabreo y seguir viendo esta serie, al menos mientras no la caguen todavía más y mantengan al menos un par de tramas con interés. Y, bueno, también tengo que reconocer un aspecto menos positivo de mí que hasta ahora no conocía, y es que hasta cierto punto me divierte criticar las cagadas de la serie. Se ve que había en mí una pequeña faceta troll que no había tenido oportunidad de salir a la luz hasta este momento. Y también cierto masoquismo, me temo, no lo voy a negar. Pero no os preocupéis, no me voy a poner en plan fan tóxico de Star Wars. Cada uno que haga con la serie lo que quiera: verla, no verla, criticarla, defenderla… No me voy a meter ni con unos ni con otros. Mientras ellos no se metan conmigo, claro. Bueno, sí me voy a seguir metiendo con alguien relacionado con esta serie porque es una obligación moral: con Jeff Bezos. Porque es tan cabrón como Elon Musk pero nos tiene aún más pillados por los genitales a todos. Y porque se puede permitir el lujo de invertir una millonada indecente en esta serie y dejar que no se molesten en hacerla bien de verdad, coño, que eso es lo que tiene más delito.