Echando un vistazo al Twitter, veo un tuit del Hematocrítico, un cachondo mental al que, si no lo conocéis aún, ya estáis tardando. Yo lo conocí, como me imagino que mucha gente, por su magnífico y descacharrante Tumblr El Hematocrítico de Arte, pero también hace otras cosas, como escribir una columna en El Diario. Por lo que comentaba en el tuit, parece que la última que ha escrito no le ha sentado muy bien a algunos, a juzgar por los comentarios. La columna en cuestión es ésta: Papá, ¿qué te has puesto?
Como podréis ver, en ella se comentan en tono humorístico las fotos de padres con un sentido estético bastante relajado a la hora de vestir. Fotos que, por cierto, están subidas por sus hijos con el consentimiento de los mismos padres. Una gracia sin mayores consecuencias, y parece que los que se lo toman con más humor son los propios retratados. Pues bien, en los comentarios al artículo de Hematocrítico les ha faltado tiempo para criticarlo: que si eso con las madres no se atrevería a hacerlo, que si está de moda meterse con los hombres... Y yo me quedo pensando "pero, por favor, relajaos un poquito, que esto es para echarse unas risas de lo más inofensivas".
Que a ver, entiendo que a veces es verdad que por evitar conductas machistas nos vamos al otro extremo y nos reímos gratuitamente de los hombres, a la vez que nos ponemos un poco talibanes con los defectos de las mujeres. A mí tampoco me hace gracia, por ejemplo, esa web de citas que te insta a "adoptar un tío" como si fuera un cachorrillo o un tamagochi, porque los hombres no son ni una cosa ni la otra y se merecen el mismo respeto que nosotras, y desde luego una web que tuviera el mismo enfoque centrándose en la "adopción" de mujeres ni siquiera habría salido de los límites de la cabeza de un publicista porque sabría que nada más abrir la boca le iba a caer la del pulpo, y con razón. Digo esto por poner un ejemplo, pero hay otros muchos parecidos. Pero una cosa es respetar a los demás, y otra no saber reírse de uno mismo. Concho, que es la pura realidad: ¿quién no ha visto a su padre sentado en el sofá un domingo por la mañana leyendo el periódico, con una camiseta más vieja que la tos y unos pantalones de pijama de estampado inverosímil combinados con calcetines y chanclas de mercadillo? ¿Qué me decís de los abuelos en bermudas veraniegas que van enseñando las canillas? Por no hablar de la escasa habilidad que demuestran a la hora de combinar la ropa de sus hijos, que puede ser un tópico, pero tiene mucho de real (que se lo pregunten al padre de mi hijo, que no tendría empacho ninguno en combinar rayas y cuadritos si le dejara). Por supuesto, soy capaz de reconocer al mismo tiempo que algunos de mis estilismos caseros podrían constituir causa fundada para una demanda de divorcio. Pero es que es así: a veces no tienes ni tiempo ni ganas de andar buscando las prendas adecuadas para conjuntarlas, y si bien para la calle procuras arreglarte, por tu propia autoestima y satisfacción, porque te gusta que los demás te vean bien, y porque también aprecias que te mantengan en tu puesto de trabajo, en casa, pues mira, es tu casa y haces lo que te da la gana en ella, y fun y pin, como diría una amiga. De la libido de mi marido ya me encargo yo, gracias.
Además, a los factores paternal y espaciotemporal se junta otro: la edad. Una ventaja de madurar (o por lo menos de cumplir años, lo de madurar ya es más relativo) es que aumenta significativamente el número de cosas que te la sudan ampliamente, ya que la experiencia te va demostrando que la mayor parte de lo que te ocurre no es tan importante. Y cuando relativizas la importancia de la mayor parte de las cosas que te pasan, la disminución del sentido del ridículo y el aumento del sentido del humor suelen ir aparejados. Sería deseable que todos supiéramos reírnos de nosotros mismos siempre, pero si no traes el sentido del humor de serie, la edad puede ayudar. Aun así, se ve que algunos (cada vez más, me temo) no aprenden. Una lástima, porque en verdad todos necesitamos más humor para afrontar un día a día cada vez más cargado de malas noticias, injusticias y sinsabores. Que, igual que lo cortés no quita lo valiente, el buen humor no quita las ganas de luchar por lo que es justo y necesario. Es más, suele ser un arma bastante eficaz para conseguir ese mismo fin. Así que relajaos un poco, por favor, que es muy sano, que si no vais a acabar con unas contracturas del copón. Ea.
Como podréis ver, en ella se comentan en tono humorístico las fotos de padres con un sentido estético bastante relajado a la hora de vestir. Fotos que, por cierto, están subidas por sus hijos con el consentimiento de los mismos padres. Una gracia sin mayores consecuencias, y parece que los que se lo toman con más humor son los propios retratados. Pues bien, en los comentarios al artículo de Hematocrítico les ha faltado tiempo para criticarlo: que si eso con las madres no se atrevería a hacerlo, que si está de moda meterse con los hombres... Y yo me quedo pensando "pero, por favor, relajaos un poquito, que esto es para echarse unas risas de lo más inofensivas".
Que a ver, entiendo que a veces es verdad que por evitar conductas machistas nos vamos al otro extremo y nos reímos gratuitamente de los hombres, a la vez que nos ponemos un poco talibanes con los defectos de las mujeres. A mí tampoco me hace gracia, por ejemplo, esa web de citas que te insta a "adoptar un tío" como si fuera un cachorrillo o un tamagochi, porque los hombres no son ni una cosa ni la otra y se merecen el mismo respeto que nosotras, y desde luego una web que tuviera el mismo enfoque centrándose en la "adopción" de mujeres ni siquiera habría salido de los límites de la cabeza de un publicista porque sabría que nada más abrir la boca le iba a caer la del pulpo, y con razón. Digo esto por poner un ejemplo, pero hay otros muchos parecidos. Pero una cosa es respetar a los demás, y otra no saber reírse de uno mismo. Concho, que es la pura realidad: ¿quién no ha visto a su padre sentado en el sofá un domingo por la mañana leyendo el periódico, con una camiseta más vieja que la tos y unos pantalones de pijama de estampado inverosímil combinados con calcetines y chanclas de mercadillo? ¿Qué me decís de los abuelos en bermudas veraniegas que van enseñando las canillas? Por no hablar de la escasa habilidad que demuestran a la hora de combinar la ropa de sus hijos, que puede ser un tópico, pero tiene mucho de real (que se lo pregunten al padre de mi hijo, que no tendría empacho ninguno en combinar rayas y cuadritos si le dejara). Por supuesto, soy capaz de reconocer al mismo tiempo que algunos de mis estilismos caseros podrían constituir causa fundada para una demanda de divorcio. Pero es que es así: a veces no tienes ni tiempo ni ganas de andar buscando las prendas adecuadas para conjuntarlas, y si bien para la calle procuras arreglarte, por tu propia autoestima y satisfacción, porque te gusta que los demás te vean bien, y porque también aprecias que te mantengan en tu puesto de trabajo, en casa, pues mira, es tu casa y haces lo que te da la gana en ella, y fun y pin, como diría una amiga. De la libido de mi marido ya me encargo yo, gracias.
Además, a los factores paternal y espaciotemporal se junta otro: la edad. Una ventaja de madurar (o por lo menos de cumplir años, lo de madurar ya es más relativo) es que aumenta significativamente el número de cosas que te la sudan ampliamente, ya que la experiencia te va demostrando que la mayor parte de lo que te ocurre no es tan importante. Y cuando relativizas la importancia de la mayor parte de las cosas que te pasan, la disminución del sentido del ridículo y el aumento del sentido del humor suelen ir aparejados. Sería deseable que todos supiéramos reírnos de nosotros mismos siempre, pero si no traes el sentido del humor de serie, la edad puede ayudar. Aun así, se ve que algunos (cada vez más, me temo) no aprenden. Una lástima, porque en verdad todos necesitamos más humor para afrontar un día a día cada vez más cargado de malas noticias, injusticias y sinsabores. Que, igual que lo cortés no quita lo valiente, el buen humor no quita las ganas de luchar por lo que es justo y necesario. Es más, suele ser un arma bastante eficaz para conseguir ese mismo fin. Así que relajaos un poco, por favor, que es muy sano, que si no vais a acabar con unas contracturas del copón. Ea.
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