Qué alivio que hayan pasado las fiestas navideñas... No están mal, pero si no tienes vacaciones o las tienes indefinidas como yo, generalmente se reducen a unos cuantos días de reuniones familiares y comilonas que te dejan exhausto. Las reuniones con amigos están muy bien, pero si se juntan con las familiares y las comilonas también acaban dejándote hecho unos zorros, como me pasó el finde que se juntó con Nochevieja y Año Nuevo. El sábado por la noche salimos y nos lo pasamos muy bien, pero acabé agotada. Eso sí, fue una noche curiosa. Primero, me hizo ilusión comprobar que el único garito heavy de Huertas sigue abierto después de veintisiete años en activo: el Rainbow. Sigue siendo tan cutre como siempre, lo único que ha cambiado es que han puesto una tele plana para ver los vídeos y que ahora también sirven mojitos (ni un solo bar de Huertas sin mojitos). Luego deambulamos por algunos sitios más, hasta que terminamos la noche en otro local que no mencionaré aquí porque no me da la gana de hacerle publicidad (al Rainbow es que le tengo cariño :P), pero si vais por la plaza de Jacinto Benavente seguro que sabréis de qué garito hablo.
El lugar en cuestión es una discoteca, pero fuimos atraídos por su oferta musical que, en principio, es más decente que la del resto de discotecas de la ciudad. En vez de pachangueo y maquineo, pinchan rock, pop indie y hasta algo de metal, aunque también acaban metiendo algo de chunda chunda, pero más industrial. Dejando aparte el tema de que no me hizo ni puñetera gracia pagar diez euros por entrar para consumir un triste zumo (de todas formas, ese problema lo tengo casi siempre, ya que habitualmente no consumo copas sino cervezas, por eso no me hace gracia pagar entrada en general), el garito no tenía mala pinta. Para mí, de hecho, era algo nuevo, porque en los pubs sí he visto siempre bastante variedad de gente, pero en las discotecas, al menos cuando yo iba, el público estaba mucho más compartimentado, por decirlo de alguna manera. A las discotecas heavies íbamos los heavies, como mucho gente con pintas "estándar" pero a los que les gustaba la música; nunca encontrarías a un pijo habitual de Pachá en el Canciller, eso seguro. Por otra parte, en las discotecas "normales" la música, por lo que vi las dos o tres veces que fui, era lo de menos: la gente, como supongo que seguirá ocurriendo, iba a 1) pillar cacho, 2) pillar cacho, 3) venga, a ver si hoy por fin pillamos cacho y 4) ponerse ciegos de cubatas. A ver, no es que los heavies no quisiéramos pillar cacho, lo estábamos deseando como el que más, y también la mayoría eran partidarios de ponerse ciegos a cubatas (de garrafón, of course, aunque luego descubrí que también lo ponían en las discotecas pijas, lo que tiene más delito porque la entrada era más cara); pero también la mayoría íbamos porque realmente nos gustaba la música que pinchaban en las discotecas heavies. Al menos, ésa era la impresión que me daba (chúpate la tilde, RAE, ¡¡¡sí!!!: La RAE pierde la batalla contra la tilde en las palabras "sólo" y "éste" - fin del inciso exaltado). Sí, admito que esa supuesta inocencia que les atribuyo a mis coetáneos musicales es posiblemente una proyección de mi propia inocencia que no tiene por qué corresponderse con la realidad. Pero ya más de una persona y más de dos que no pertenecían al mundillo pero sí habían hecho incursiones en él acompañando a amigos heavies y que habían podido comparar entre distintos ambientes me han confirmado que se habían llevado la misma impresión que yo.
Por eso me chocó un poco el ambiente que observé en esa discoteca en la que estuve el fin de semana anterior a Nochevieja. La música, aunque no coincidiera plenamente con las discotecas heavies, sí que se podía catalogar de manera amplia como rockera. Supongo que esa discoteca se ofrece precisamente como alternativa a los que quieren ir de discoteca pero no aguantan la morralla musical habitual, que también los hay, y en ese sentido me parece una idea bastante loable e inteligente por parte de sus promotores. Pero me hizo gracia comprobar que el ambiente era mucho más variopinto, una mezcla de lugar de moda, discoteca pija y un ligero toque de pub de barrio, incluso: gente joven sobre todo, muchos con pintas alternativas, otros con pintas heavies más clásicas, pero también mucho pijito, tanto de los pijippies aquejados por cierto complejo de culpabilidad como de los que complejo ninguno, mira qué mono voy con mi camisita de rayas finas; monas también eran muchas niñas que parecían sacadas de los vídeos de la MTV, a las que se comían con la mirada los José Luis López Vázquez de la vida, pegados a la barra y al cubata solos o en parejas, y grupitos variados en los que se mezclaban todos los anteriores y alguno más. Me hizo especial gracia un grupito de dos chicas y dos chicos (presumo que parejitas) que bailaban de la misma manera cualquier cosa que les echaran, ya fuera AC/DC, Rammstein, Guns'n'Roses, Muse, Placebo o Metallica: como si estuvieran en el plató de uno de esos antiguos programas musicales de televisión en los que la gente se meneaba desganadamente al ritmo de cualquier one hit wonder de turno cantando en playback. Criaturitas, ellos serán los futuros bailarines de paso único en las bodas de sus hijos; porque seguro que si habéis estado alguna vez en vuestra vida en una boda, los habréis visto: señoras y señores cincuentones que bailan absolutamente todo al mismo ritmo moviendo brazos y piernas como si les hubieran dado cuerda. Y así aguantan toda la noche, oye.
Hablando de bodas, había otro grupo que seguro que se había reunido por una ídem o algún evento similar: una parejita joven que sí tenía pinta de ser asidua al local, el probable padre rockero de uno de ellos y la mujer y los consuegros, que parecían mismamente sacados del público del programa de Ana Rosa Quintana o del Sálvame, amén de algunos primos recién venidos del pueblo. Los pobres consuegros estaban más perdidos que un abogado del Estado en "Hora de aventuras" :P.
Total, que Cristóbal Fortúnez, el de "Fauna mongola", tenía un filón en ese sitio como para seis o siete entradas de su blog seguidas. Yo no aspiro a tanto, pero al menos, los ratos en que me sentaba un poco a descansar o no bailaba porque estaba sonando alguna canción que no me llamara la atención como para jorobarme las cervicales, estuve muy entretenida observando aquel minizoo. Por supuesto, no pretendo aparentar que soy una observadora imparcial y al margen: seguro que yo también tengo un nicho en esa fauna mongola, probablemente algo a medio camino entre la recién llegada a la madurez que aún no se da por aludida y la abuela rockera cebolleta :P. Vamos, que aquel principio de la física cuántica según el cual el observador modifica al fenómeno observado por el mero hecho de observarlo no es nada nuevo, lleva aplicándose empíricamente en todas las sociedades humanas desde que el mundo es mundo XD.
En fin, que no estuvo mal el experimento, pero para qué quiero un sucedáneo si han vuelto a abrir el Excalibur. Hasta los de "La hora chanante" lo prefieren:
Por eso me chocó un poco el ambiente que observé en esa discoteca en la que estuve el fin de semana anterior a Nochevieja. La música, aunque no coincidiera plenamente con las discotecas heavies, sí que se podía catalogar de manera amplia como rockera. Supongo que esa discoteca se ofrece precisamente como alternativa a los que quieren ir de discoteca pero no aguantan la morralla musical habitual, que también los hay, y en ese sentido me parece una idea bastante loable e inteligente por parte de sus promotores. Pero me hizo gracia comprobar que el ambiente era mucho más variopinto, una mezcla de lugar de moda, discoteca pija y un ligero toque de pub de barrio, incluso: gente joven sobre todo, muchos con pintas alternativas, otros con pintas heavies más clásicas, pero también mucho pijito, tanto de los pijippies aquejados por cierto complejo de culpabilidad como de los que complejo ninguno, mira qué mono voy con mi camisita de rayas finas; monas también eran muchas niñas que parecían sacadas de los vídeos de la MTV, a las que se comían con la mirada los José Luis López Vázquez de la vida, pegados a la barra y al cubata solos o en parejas, y grupitos variados en los que se mezclaban todos los anteriores y alguno más. Me hizo especial gracia un grupito de dos chicas y dos chicos (presumo que parejitas) que bailaban de la misma manera cualquier cosa que les echaran, ya fuera AC/DC, Rammstein, Guns'n'Roses, Muse, Placebo o Metallica: como si estuvieran en el plató de uno de esos antiguos programas musicales de televisión en los que la gente se meneaba desganadamente al ritmo de cualquier one hit wonder de turno cantando en playback. Criaturitas, ellos serán los futuros bailarines de paso único en las bodas de sus hijos; porque seguro que si habéis estado alguna vez en vuestra vida en una boda, los habréis visto: señoras y señores cincuentones que bailan absolutamente todo al mismo ritmo moviendo brazos y piernas como si les hubieran dado cuerda. Y así aguantan toda la noche, oye.
Hablando de bodas, había otro grupo que seguro que se había reunido por una ídem o algún evento similar: una parejita joven que sí tenía pinta de ser asidua al local, el probable padre rockero de uno de ellos y la mujer y los consuegros, que parecían mismamente sacados del público del programa de Ana Rosa Quintana o del Sálvame, amén de algunos primos recién venidos del pueblo. Los pobres consuegros estaban más perdidos que un abogado del Estado en "Hora de aventuras" :P.
Total, que Cristóbal Fortúnez, el de "Fauna mongola", tenía un filón en ese sitio como para seis o siete entradas de su blog seguidas. Yo no aspiro a tanto, pero al menos, los ratos en que me sentaba un poco a descansar o no bailaba porque estaba sonando alguna canción que no me llamara la atención como para jorobarme las cervicales, estuve muy entretenida observando aquel minizoo. Por supuesto, no pretendo aparentar que soy una observadora imparcial y al margen: seguro que yo también tengo un nicho en esa fauna mongola, probablemente algo a medio camino entre la recién llegada a la madurez que aún no se da por aludida y la abuela rockera cebolleta :P. Vamos, que aquel principio de la física cuántica según el cual el observador modifica al fenómeno observado por el mero hecho de observarlo no es nada nuevo, lleva aplicándose empíricamente en todas las sociedades humanas desde que el mundo es mundo XD.
En fin, que no estuvo mal el experimento, pero para qué quiero un sucedáneo si han vuelto a abrir el Excalibur. Hasta los de "La hora chanante" lo prefieren:
¡Soy heavy! ¡Soy heavy! ¡Cucu cha cucu cha cucu ueroooo!
¿Han vuelto a abrir Excalibur?
ResponderEliminarCreo que sí, yo todavía no he estado pero la última noticia que tuve fue que lo habían vuelto a abrir, a finales de este verano, creo :D.
Eliminar¿Has visto al cantante de Obus en Mira quien salta?
ResponderEliminarhttp://www.bekia.es/images/galeria/37000/37059_fortu-concursante-mira-quien-salta.jpg
LOL
Ay,Dios, qué estampa XD XD XD. Haciendo zapping vi que participaba y me quedé a cuadros... En fin, supongo que tendrá que pagar la hipoteca, financiar giras de Obús y esas cosas, pero joer, qué trauma XD.
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