Al cabo de un buen tiempo, por fin
tengo un ratejo para escribir otra entrada... Y, como suele suceder,
no es la que tenía en mente (queda pendiente para la siguiente
entrada) sino otra que me han sugerido la inspiración y el momento.
Han coincidido varias circunstancias: llevo un tiempo leyendo, los
ratos que Eric me deja libres, la autoproclamada biografía
definitiva (por lo menos bastante completa sí que es) de Freddie
Mercury, escrita por la periodista musical Lesley-Ann Jones y
publicada en España por Alianza Editorial, que le regalaron a Carlos
pero que yo se la he cogido “prestada” porque me apetecía :P.
Hace pocos días también, concretamente el 24 del mes pasado, fue el
aniversario de la muerte de Freddie. Y el domingo fue el día mundial
contra el sida. Así que llevo varios días escuchando a Queen y a
Freddie en solitario, viendo vídeos suyos y empapándome de su
espíritu. De modo que no me quedaba otra que dedicar esta entrada al
que para mí es el mejor cantante de rock de todos los tiempos. Un
hombre que llevó una vida tan complicada como su propio carácter,
que oscilaba entre el carisma arrollador del cantante en el
escenario, la educación british rayana en la timidez patológica del
hombre fuera del escenario, los arranques de ira cuando algo no funcionaba del músico y
compositor que aspiraba a la perfección y el desenfreno del
hedonista en la vida privada que en el fondo ansiaba desesperadamente
el amor absoluto que nunca consiguió.
En la biografía, aunque dan una
cobertura bastante amplia a la vertiente musical de Freddie dentro de
Queen y en solitario, se centran sobre todo en su vida privada. Por
una parte es lógico; es una biografía, no una monografía musical,
aunque a veces he echado de menos que la autora se explayara más en
la descripción de cómo se produjeron los discos de Queen (hay un
documental sobre la producción de “A Night at the Opera” que es
apasionante, fueron unos auténticos pioneros en la grabación en
múltiples pistas), pero la vida de Freddie es tan apasionante y está
tan relacionada con su trabajo que es inevitable. Desde pequeño tuvo
claro que quería ser una estrella, y se preparó para ello a
conciencia. Curiosamente, cuando los demás componentes de Queen le
conocieron, no fue la primera opción que tenían como cantante para
su grupo y tardaron un poco en caerse del guindo... Afortunadamente
para ellos por fin se dieron cuenta de su potencial. Fue una
conjunción de cuatro talentos complementarios como no se ha dado
posiblemente en toda la historia del rock, y eso se nota desde el
primer disco, que ya contiene canciones geniales.
Encima adoraba los gatos, ¿qué más se puede pedir? |
A partir de ahí la
progresión sólo podía ir para arriba, y Freddie no tardó en
conseguir lo que deseaba: fama, fortuna, reconocimiento de su
talento... Pero, como reza el tópico, tuvo que pagar su precio por
ello. La autora de la biografía es muy diplomática, pero aun así
se ve claramente que la vida íntima de Freddie fue muy complicada;
no sólo porque fuera gay (lo que, aunque era un secreto a voces,
nunca confesó publicamente por no disgustar a sus padres), a pesar
de lo cual tuvo al menos dos relaciones importantes con mujeres, sino
porque oscilaba continuamente entre el anhelo de encontrar la pareja
perfecta con la que compartir su vida y la promiscuidad desenfrenada
a la que se entregaba porque en el fondo sabía que lo que anhelaba
era poco menos que imposible. Era consciente de que su condición de
estrella del rock le impedía llevar una vida normal, aunque no era
algo de lo que se quejara. Como él mismo dijo (cito de la página 16
del prólogo de la biografía): “Sabéis, eso es exactamente lo que
no me deja dormir por la noche. (…) He creado un monstruo. El
monstruo soy yo. No puedo echarle la culpa a nadie más. Es por lo
que llevo trabajando desde que era niño. Habría matado por
conseguir esto. Me ocurra lo que me ocurra, es todo culpa mía. Es lo
que yo quería. Es lo que todos nos esforzamos por alcanzar. Éxito,
fama, dinero, sexo, drogas, lo que uno quiera. Yo puedo tenerlo. Pero
ahora estoy empezando a darme cuenta de que, de la misma forma que lo
he creado, también quiero huir de ello. Empieza a preocuparme el
hecho de que no puedo controlarlo, y que en realidad eso me controla
a mí. (…) Intento separar mi vida privada del intérprete público,
porque es una existencia esquizofrénica. Supongo que ése es el
precio que tengo que pagar. No me malinterpretéis, no soy un
pobrecito millonario. La música es lo que hace que me levante por la
mañana. Tengo verdaderamente muchísima suerte.”
Pues sí, aunque parezca mentira no nació con bigote :P |
Aunque no
hablara de ello públicamente (estas declaraciones las cita la autora
como parte de una conversación que tuvo con ella en privado, no como
parte de una entrevista, y no las reveló hasta que escribió esta
biografía, escrita mucho después de la muerte de Freddie), en sus
canciones sí expresaba sus sentimientos. Los cuatro miembros de
Queen eran compositores activos y con mucho talento, pero las
canciones de Freddie solían destacar no sólo por su creatividad,
sino también por su emotividad. De él son algunos de los éxitos
más memorables de la banda, como “Somebody to love”, que era por
cierto la canción favorita de su madre y de él mismo:
Otra canción que destaca por esa
emoción y porque resulta evidente en ella su amor por la ópera (la
frase inicial toma la melodía de “Vesti la giubba”, el aria más
famosa de Pagliacci, la ópera de Ruggero Leoncavallo), es “It's a
Hard Life”. Un vídeo de lo más barroco, en el que aparecía buena
parte del “séquito” de amigos y colaboradores de Freddie:
Y no puedo terminar sin incluir la
canción más famosa de Queen, que es también composición de
Freddie, y además tiene un significado especial para mí por motivos
particulares, por lo que le tengo mucho cariño. Sobre su significado
se ha especulado mucho (hay quien dice que expresaba de manera
metafórica la “salida del armario” de Freddie, al menos en su
círculo de amistades, pero Freddie siempre guardó un discreto e
irónico silencio sobre el tema). En cualquier caso, es una obra
maestra del rock, de la que, por su formato rompedor, muchos dudaron
que tuviera éxito antes de ser publicada. Por supuesto, en cuestión
de pocos días se aupó al número uno de las listas de éxitos y casi cuarenta años después (se dice pronto) sigue siendo un clásico de la historia del rock. Estoy
hablando, por supuesto, de “Bohemian Rhapsody”.
Bohemian Rhapsody
(Lamentablemente tengo que poner un enlace en vez de poder subir directamente el vídeo porque el Youtube está tonto. Supongo que será cuestión de derechos de autor ¬¬).
Aunque el sida produjo en él un
deterioro rápido y muy doloroso, siguió trabajando prácticamente
hasta el final de sus días, y no había perdido un ápice de su
talento. La prueba más clara es Innuendo, que fue publicado
pocos meses antes de su muerte; sólo hay que escuchar “The Show
Must Go On” para comprobarlo. ¿Qué habría sucedido de no haber
muerto Freddie prematuramente? ¿Habría mantenido ese nivel? ¿Habría
envejecido con dignidad, como lo ha conseguido su amigo David Bowie,
o no habría podido evitar convertirse en una parodia de sí mismo?
Creo que, aunque hubiera perdido facultades vocales (lo que es
natural), el talento se habría mantenido intacto y su maestría a la
hora de componer grandes canciones habría aumentado incluso con la
experiencia. No parecía que estuviera precisamente falto de ideas.
De todas formas, nunca lo sabremos. Da la impresión de que era una
de esas personas que, como las supernovas, están destinadas a
brillar tan intensamente que por fuerza se apagan demasiado pronto.
Como otros grandes mitos, murió aún joven y en la cumbre del éxito.
Aunque seguro que él habría preferido vivir más años y que le
dieran por saco al mito, aun a riesgo de acabar anunciando lotería
con su querida y admirada Montserrat Caballé :P. Pero, como reza
otro tópico, siempre vivirá en sus canciones. Gracias, Freddie.
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