domingo, 6 de octubre de 2024

Los anillos de poder

 

Como ya sabréis, anoche se emitió el último capítulo de la segunda temporada de esta serie producida por Amazon, a la que “cariñosamente” llamo Los anillos de joder. Ya os podéis imaginar que no le tengo excesivo aprecio. Entonces, os preguntaréis (y con razón): “Nymeria, ¿por qué la sigues?” La verdad: estoy escribiendo esto precisamente para ver si analizándola yo también termino por averiguar por qué coño veo algo que desde casi todos los puntos de vista es un desastre. Porque no es mi costumbre ver series o películas que no me gusten, os lo aseguro. He dejado sin ningún remordimiento a mitad de visionado o incluso antes series que mucha gente alaba y sigue con devoción, como Andor, a la que muchos tildan de “lo mejor que se ha producido de Star Wars en los últimos años” y que a mí me pareció un pestiño insoportable. Me alegro por ellos, que la disfruten, yo tengo cosas mejores que hacer y poco tiempo para perderlo con cosas que no me interesan.

 

Con lo bonitos que eran los anillos de las películas y para la serie me ponen estos anillos de regalo del Kinder Sorpresa

Me faltó el canto de un duro para dejar de ver los dichosos anillos antes de terminar la primera temporada. No es ya por la fidelidad a la obra original de Tolkien: tenía asumido desde antes de que la estrenaran que dicha fidelidad iba a brillar por su ausencia porque en una adaptación prima antes que el producto final sea atractivo para el espectador medio que seguir al pie de la letra la obra original (y es lógico, es un medio distinto y no puedes trasladar a la pantalla con exactitud lo cuenta la narración original) y, por otro lado, dado que aún no están disponibles los derechos de adaptación al cine o a televisión de El Silmarillion, iban a tener que basarse en los Apéndices de ESDLA, que ofrecen una información muy resumida y escasa, así que tendrían que rellenar con argumentos, tramas y personajes directamente inventados para la ocasión. No hay problema. Sólo pedía que al menos lo que contaran fuera entretenido, tuviera coherencia interna y no se diera de patadas directamente con lo que ya conocíamos de la historia que nos contó Tolkien. Ilusa de mí, pensaba que Amazon se ocuparía de contratar a guionistas competentes que hicieran un trabajo mínimamente decente.

 

Craso error.

 

No sé hasta qué punto es culpa de los guionistas y hasta dónde llega la injerencia de los productores haciéndoles cambiar sobre la marcha cosas que en el papel quedaban mucho mejor, en aras de la espectacularidad o de la inteligibilidad (que deben de suponer que tiene que estar al nivel de los tontos de baba, porque parece que eso es lo que nos consideran a los espectadores). Y no, no me vale la excusa de la segunda pantalla. Una cosa es exponer todo muy clarito y repetirlo varias veces para que te enteres por si estás pendiente del puto móvil, y otra es escribir unos diálogos sonrojantes de puro estúpidos, presentar situaciones más trilladas que la estructura de una novelita romántica de quiosco y diseñar personajes que son más tontos que un bocado en… ya sabéis, y que tienen interacciones y reacciones más estúpidas que los personajes de Prometheus de Ridley Scott. Los dos primeros capítulos de la primera temporada, bueno, se podían ver porque visualmente eran espectaculares y los personajes apenas empezaban a mostrar su naturaleza descerebrada y aún daban el pego (aunque esa Galadriel tirándose en mitad del mar para hacer un David Meca ya daba una preocupante pista de por dónde iban a ir los tiros). Por algo le habían encargado dirigirlos a José Antonio Bayona, que te podrá gustar o no, pero sabe hacer su trabajo. Pero en cuanto dejaron a los guionistas sueltos sin un director que les maquillara la vacuidad de los guiones… Ay, madre, qué desastre.

 

Aviso: a partir de aquí no me voy a cortar con los spoilers. Tampoco es que vaya a destripar las tramas a saco, pero comentaré los detalles que me parezcan necesarios. Si aún no has visto la serie, piensas verla en un futuro y no te gusta que te espoileen, mejor abstente de seguir leyendo. Avisados quedáis. Continúo:

 

Hay tramas que me han interesado entre poco y nada desde el minuto cero, como la de los numenoreanos, que me parecen unos clasistas aislacionistas y supremacistas asquerosos: no sé si era en el segundo o en el tercer capítulo de la primera temporada, había una escena en la que un personaje circunstancial soltaba paridas al más puro estilo trumpiano; ya imagino que la intención de los guionistas era dejar en evidencia ese tipo de pensamiento, pero la sutileza no es lo suyo, desde luego. También me cayó como el culo Isildur, del que ya sabemos que acabará fatal, pero no hacía falta subrayar con rotuladores gordos que es un niñato tan insoportable, de verdad. Los demás numenoreanos no me caen mucho mejor, y para mi gusto sólo se salva de la quema Elendil, tanto por el personaje, que es el único numenoreano con dos dedos de frente y tiene una dignidad inquebrantable, como por el actor, que le da un porte y un carisma impresionantes. Porque, ojo, la mayor parte de los actores no me disgustan: me gusta también la actriz que hace de la reina Míriel, y junto con Elendil forma una pareja estupenda que es lo único de interés que tiene para mí la trama de Númenor, y por suerte han sabido aprovechar esa química. Y aunque sigo opinando que no se les acaba de pillar el punto a los elfos en series y películas de imagen real, me gustan Elrond y Arondir, que me parece muy atractivo y el único que, tal vez por resultar exótico frente a los elfos arquetípicos de larga melena rubia y lisa, tiene un aire realmente élfico, y tanto Gil-Galad como Celebrimbor y el mismísimo Sauron me han terminado gustando en esta segunda temporada (a pesar de comenzar de forma absolutamente vergonzante para un maia supuestamente de los más poderosos), mientras que en la primera sufrían el tremendo lastre de unos guiones que les hacían quedar como imbéciles envarados, como en el caso de Gil-Galad y Celebrimbor, o como mierdecillas que intentaban aparentar lo que no eran, como en el caso de Sauron, que cuando fingía ser un hombre se quedaba en una pobre imitación del Trancos de Viggo Mortensen. Incluso Galadriel me gusta, su actriz sí da el pego como elfa y creo que lo ha hecho lo mejor posible, pero el empeño de los guionistas en hacerla más aborrecible incluso que a Tauriel en las películas de El Hobbit la ha degradado muchísimo. Todos han mejorado en esta segunda temporada, tal vez porque a los guionistas les dieron un toque y les dijeron que dejaran de poner a sus personajes en situaciones estereotipadas y ridículas (no lo acaban de conseguir, pero se nota cierta mejora), y los actores han podido demostrar mejor su valía. En esta segunda temporada Charlie Vickers ha recreado a un Annatar decente, incluso convincente, que destaca como maestro de las mentiras en las que envuelve al pobre Celebrimbor, manipulándolo con técnicas propias de un narcisista consumado y haciéndole una luz de gas brutal. Probablemente la trama de Eregion, junto con la de los enanos de Khazad-dûm, sea la mejor de esta segunda temporada, culminando con la batalla del séptimo capítulo, impresionante.

 

A mí no me miréis, hago lo que puedo con el guión

En cambio, la de los numenoreanos sigue sin interesarme lo más mínimo. Y menos mal que ya prácticamente desapareció la de las tierras del sur, completamente anodinas, como sus personajes: a ver si se cargan de una puñetera vez al niñato este, el Theo, que es incluso más insoportable que Isildur, y ya es decir, y encima van y los juntan en esta segunda temporada… Madre del amor hermoso, que venga ya el maremoto del hundimiento de Númenor y se lo lleve, por favor. Venga, que no os cuesta nada, ya os cargasteis a su madre, que tampoco pintaba nada salvo para inventarle una historia de amor con Arondir menos original que las películas alemanas de los domingos por la tarde en la 1. Hala, dadle mejor trama a Arondir, que esta segunda temporada tampoco le habéis dado gran cosa…

 

En cuanto a Adar y los orcos, pues tres cuartas de lo mismo. Otro personaje que está desaprovechadísimo, yo creo que Joseph Mawle lo dejó después de la primera porque se dijo “esto es una mierda como un piano y no me lleva a ningún lado, mejor me piro”. El caso es que Sam Hazeldine le ha sustituido muy dignamente, y es otro de esos personajes del que piensas “qué buen vasallo si tuviera buen señor”. Al menos le dan un final trágico con aires shakespearianos bastante decente, como espejo del falso final de Sauron en el primer capítulo de esta temporada, que en cambio era ridículo. Esto de crear situaciones espejo de otras dentro de la serie o de otras de los libros y las películas es un recurso que los guionistas se debieron de aprender a fuego, por cierto, porque lo usan para todo y así de paso se evitan mucho trabajo, que esto de pensar buenas historias es muy cansado; algunas veces les funciona, como en ésta o en el final del rey Durin, y otras no.

 

De las tramas restantes, me interesan personajes sueltos: me gusta mucho el que ya-sabíamos-que-era-Gandalf y también su companion hobbit, Nori, que me parece encantadora en comparación con su parentela. Por lo demás, casi todo lo referente a los protohobbits me parece bastante desastroso. Aunque es verdad que los hobbits de Tolkien, a pesar de su naturaleza bonachona, sin ser unos falsos no dejan de ser bastante desconfiados respecto a los foráneos, los puñeteros pelosos son unos cabroncetes hipócritas de mucho cuidado: la familia y la tribu son lo más importante, pero como se te rompa una pierna y no puedas andar, te jodes, que no te vamos a esperar, ahí te pudras; y los fuertes de Marruecos Rhûn son del mismo palo: tontos, paletos y cerriles. En cuanto al Mago Oscuro, me parece que mucho lirili y poco lerele; nos han puesto la miel en los labios con un supuesto Saruman que parece un malo de segunda de una exploitation de Conan, pero guardándose el as en la manga por si luego tienen que alegar que no, que no era Saruman, que era uno de los magos azules (que es lo que deberían hacer si no quieren darse de hostias no ya con el canon, sino con el hecho de que no tiene sentido que Gandalf ya lo haya conocido y calado y luego en la historia posterior parezca confiar en él sin reservas, aunque ya sabemos que a los guionistas esto se la suda bastante). Espero que en la próxima temporada le den más relevancia, porque si no vaya desperdicio de personaje y sobre todo de actor (reconocedlo, a vosotros también se os cayeron las bragas cuando reconocisteis a Ciarán Hinds). De las brujas Eminem y los jinetes oscuros de todo a 1 euro ya ni hablo. En cuanto a Tom Bombadil… Pues es el pegote que ya nos temíamos que habría sido en las películas de Peter Jackson, se nota que lo han metido no ya con calzador, sino a presión, pero aun así se deja ver, no queda tan ridículo como temía y da lugar a una canción maravillosa, así que al final no me quejo.

Hostias, los donuts. Ah, y Celeborn

 

Supongo que después de todo esto que os cuento seguiréis preguntándoos: “¿Por qué coño nos sueltas esta chapa cuando no te ha gustado casi nada de esta serie?” Bueno, es que sí me han gustado algunas cosas, de las cuales ya he mencionado varias. Algunas incluso me han encantado. La trama de los enanos me pareció interesante desde la primera temporada, y qué queréis que os diga, los enanos lo molan todo, incluso en esta serie. Me gustan mucho el príncipe Durin y Disa, aunque a esta pobre le endilgan una escena Batman que me provocó un ataque de risa de lo ridículo que era, porque no podemos tener nada 100% bonito, pero ella mola y juntos hacen una pareja estupenda, así que vale, aceptamos pareja súper molona de enanos como modelo de relación de pareja sana y súper potita. También me gusta mucho el rey Durin (algo tendrá que ver que lo interprete Peter Mullan) y en general cómo se refleja la idiosincrasia de la sociedad enana, que también era lo mejor de la trilogía del Hobbit. Si es que los enanos son la segunda raza de la Tierra Media que más mola (la primera es la de los hobbits, of course).  Eso incluye también el apartado estético: mención especial a esas flipantes túnicas inspiradas en la iconografía de los cuadros de Gustav Klimt. Y las tramas de los enanos, aunque tenga momentos what the fuck porque guionistas, en general me han gustado, incluso con ese despertar del balrog a mitad de la siesta, que me parece una cagada pero le han dado un final épico, al menos, aunque sea copiado al de Gandalf en La Comunidad del Anillo. Igual que en esta segunda temporada me ha gustado la trama de Eregion, que culmina en una batalla impresionante: ya he leído por ahí que está mal rodada, y puede que así sea, pero como soy una ignorante total en cuestiones de estrategia y tácticas militares, me la suda y ese séptimo capítulo me tuvo enganchada hasta el final; no pido más. ¿Y sabéis lo que me flipa de la serie también? La banda sonora. Bear McCreary no se limita a imitar a Howard Shore, sino que crea una música magnífica con entidad propia, actualizada a la sensibilidad contemporánea y con temazos épicos y emotivos que merecían una serie mejor para estar más acorde con su calidad. Ya está disponible la BSO de la segunda temporada en Spotify, por si queréis echarle un oído:

 Los anillos de poder: BSO

Por último, no puedo obviar el factor más importante en mi empeño en seguir viendo esta serie aunque haya estado a punto de dejarla cada vez que me cabreaba con una nueva cagada de los guionistas: soy una fan fatal de Tolkien. No hasta el punto de apuntarme a la STE o de leerme todos los volúmenes de Historia de la Tierra Media, pero sí como para haberme leído y releído bastantes veces El señor de los anillos, El Hobbit y El Silmarillion, además de otras obras cortas de Tolkien, incluyendo Los hijos de Húrin, y mira que Túrin Turambar me cae fatal porque es un auténtico singermornings, y de haberme visto también varias veces la trilogía de ESDLA de Peter Jackson en sus versiones extendidas e incluso repetir un par de veces con las películas de El Hobbit (es que, ay, Martin Freeman 💜). En resumen, mi amor por la Tierra Media me hace superar el cabreo y seguir viendo esta serie, al menos mientras no la caguen todavía más y mantengan al menos un par de tramas con interés. Y, bueno, también tengo que reconocer un aspecto menos positivo de mí que hasta ahora no conocía, y es que hasta cierto punto me divierte criticar las cagadas de la serie. Se ve que había en mí una pequeña faceta troll que no había tenido oportunidad de salir a la luz hasta este momento. Y también cierto masoquismo, me temo, no lo voy a negar. Pero no os preocupéis, no me voy a poner en plan fan tóxico de Star Wars. Cada uno que haga con la serie lo que quiera: verla, no verla, criticarla, defenderla… No me voy a meter ni con unos ni con otros.  Mientras ellos no se metan conmigo, claro. Bueno, sí me voy a seguir metiendo con alguien relacionado con esta serie porque es una obligación moral: con Jeff Bezos. Porque es tan cabrón como Elon Musk pero nos tiene aún más pillados por los genitales a todos. Y porque se puede permitir el lujo de invertir una millonada indecente en esta serie y dejar que no se molesten en hacerla bien de verdad, coño, que eso es lo que tiene más delito.

 

jueves, 9 de noviembre de 2023

¡Corre, Forrest, corre!

Amar a alguien es como cuando a Forrest Gump se le sueltan los hierros ortopédicos de las piernas y comienza a correr. Normalmente tú vas con tus hierros. Pesan y lastran tus movimientos, pero no pasa nada, te has acostumbrado y puedes andar con ellos. Incluso los prefieres, porque te sientes más segura, te sujetan para que no te tropieces y vuelvas a herirte. Así que vas por tu camino, paso a paso. 


Pero un día conoces a alguien que hace que te den ganas de correr. Y él empieza a correr contigo. Y se te van cayendo los hierros a lo largo de la carrera, y cuando por fin han caído todos te sientes tan ligera que tienes la impresión de que podrías seguir corriendo siempre, no quieres parar, y te preguntas cómo has sido capaz de aguantar el peso de esos hierros tanto tiempo. 


A lo mejor un día volverás a tropezar y te tendrás que volver a poner esos hierros. No lo sabes. Por si acaso, procuras vadear baches y hoyos para no volver a tropezar en la misma piedra. A lo mejor un día simplemente te cansarás de correr y pararás. Es bastante probable que en algún momento dejes de correr y sigas andando, sin prisa pero sin hierros. Eso tampoco está nada mal. 


Pero qué bien sienta correr sin hierros, libre y ligera. Por ahora no pienso parar.

viernes, 3 de noviembre de 2023

Now and then

Como ya sabréis, hace un par de días ha salido un tema nuevo de los Beatles. Obviamente no es nuevo de verdad, es un tema que compuso John Lennon pero no llegó a publicar, ni siquiera a producir en condiciones, y tras su muerte Yoko Ono se lo dio a sus compañeros por si podían hacer algo con él. Lo intentaron publicar al mismo tiempo que "Free as a bird" y "Real love", pero la mala calidad de la maqueta no permitió en su momento que lo pudieran editar en condiciones. Hasta que hace un par de años se pusieron a la tarea aprovechando los nuevos adelantos técnicos y, con la ayuda de una IA, consiguieron extraer limpiamente la voz de John y pudieron remezclarla con nuevos arreglos instrumentales en los que han participado Paul y Ringo. Es curioso, esta canción ha sido producida con la ayuda de una IA y sin embargo suena más natural y auténtica que las otras canciones, que sí parecen hechas con una IA, en plan "Alexa, hazme una canción de los Beatles". No son malas, ojo, no me desagradan, pero siempre me pareció que las habían sacado como las sobras que se rebañan del fondo de la olla. "Now and then", en cambio, me gusta más a cada escucha. La melodía tiene un punto melancólico que la hace más compleja y sutil, y el mensaje de la letra me gusta mucho. Lo interpreto como “Te quiero y te echo de menos cuando no estamos juntos, y voy a hacer lo posible por estar contigo, pero es tu libre elección estar conmigo”.

 

Es mi interpretación personal, por supuesto, se le podrían sacar muchos más matices, algunos incluso opuestos. Pero encaja muy bien no sólo con mi situación personal sino también con la idea que tengo del amor. Nunca he estado de acuerdo con que el amor es sufrimiento y dolor. No, love will not tear us apart. El amor no es malo. Lo que es malo es la ausencia, la angustia, la manipulación, el desprecio, el egoísmo, la posesión dominante, todas esas cosas terribles que mucha gente cree que forman parte indisoluble del amor. No, el amor es alegría, es respeto y, sobre todo, es elección. No se elige de quién te enamoras, pero sí puedes elegir cómo vivirlo. Yo elijo vivirlo con alegría, con placer y con ternura, porque de otra forma no me merece la pena. Otra cosa es que quieras ayudar a tu pareja cuando sufre porque le amas y quieres que sea feliz. Pero compartir su pena no es sufrimiento en sí. Cuando amas a alguien, quieres que sea feliz, y eso también te hace feliz. Si quien en teoría te ama no quiere lo mismo para ti, ahí no es. Es la idea más simple del mundo, no estoy descubriendo nada nuevo, pero aún hay gente que no se da cuenta. Me alegra que John Lennon sí lo entendiera, al menos cuando escribió esta canción. Yo intento aplicarlo en mi vida, y espero que funcione. Ahora mismo estoy en ello. Por eso esta canción me ha llegado en el momento justo y me ha tocado la patatita, más de lo que me esperaba. Ésa es la magia de la buena música.

 

Por eso te quiero.

 

 


domingo, 18 de diciembre de 2022

Reflexiones de mierda para el fin de (otro) año de mierda

Ayer por la mañana me presenté a un examen para unas oposiciones. No las voy a sacar, porque no he estudiado lo suficiente. No me voy a machacar más pensando que podría haber estudiado más (que podría, pero ni la cabeza ni mi escaso tiempo disponible me dan para mucho). Ahora me tomaré unos días de descanso mental y disfrutaré del hecho de hacer vida normal sin agobiarme porque tendría que aprovechar ese ratito libre para estudiar. Dentro de un par de semanas o un mes volveré a la carga para las próximas, pero ahora sólo quiero ocuparme de mis cosas y el poquito tiempo que tenga libre aprovecharlo para descansar y tocarme la barriga a dos manos cuando tenga ocasión. Necesito vaguear sin remordimientos, que es una cosa que a los pobres nos suele estar vedado. Si además eres mujer y madre, ni os cuento.

En fin. Ahora aprovecho este rato, mientras mis hijos están entretenidos jugando, para escribir en este blog, que llevo tiempo sin tocarlo apenas. Nunca he escrito un diario, esto es lo más se acerca a ese concepto, y tampoco suelo contar muchas intimidades, no sólo porque no quiera, sino también porque seguramente no os interesen. Mi vida es bastante anodina y no tengo nada especialmente interesante que contar. Ni siquiera cuando he sufrido reveses se puede decir que hayan sido acontecimientos dignos de narrar; mis historias desafortunadas no son trágicas, sólo patéticas, y tampoco tengo la suficiente gracia como para hacerlas interesantes y divertidas. Total, no me lee ni dios, así que tampoco se pierde nada.

De modo que normalmente dedico este blog, cuando tengo tiempo y ganas, a hablar de lo que me interesa, generalmente frikadas. Pero últimamente tampoco estoy inspirada en este sentido. El resultado es que cada vez escribo menos. Mi récord está en dos años largos sin tocar el blog, pero es que a la falta de tiempo se juntó la que hasta ahora ha sido la peor etapa de mi vida, y como que no estaba para escribir mucho. Ahora no estoy tan mal, pero tengo la sensación de vivir en el día de la marmota desde hace varios años, y a veces me siento bastante hastiada porque no acabo de ver una solución próxima a esta situación.

Pero, ya digo, mi situación no es nada excepcional. De hecho, buena parte de la gente que conozco está igual de empantanada que yo, o mucho peor. Lo que me hace pensar (inédito, yo teniendo ideas) que es bastante posible que nuestros problemas no los causemos nosotros solitos, como nos quiere hacer creer la ideología neoliberal de puta mierda que domina la sociedad actualmente. Incluso las desgracias personales, en principio imprevisibles y muchas veces inevitables, se podrían llevar mejor si contáramos con los medios necesarios para afrontarlas. Llamadme loca, pero se me ocurre que a lo mejor, a lo mejor, el problema es este sistema de mierda que está diseñado para explotarnos las 24 horas. Hace poco vi un vídeo en Instagram en el que una psicóloga explicaba la diferencia entre entretenerse y divertirse: el entretenimiento es algo más que nada pasivo, mientras que la diversión implica un comportamiento más activo por nuestra parte. No es que el entretenimiento sea negativo por naturaleza, pero cuando trabajas como un condenado para ganar un sueldo de mierda y sólo te queda un rato por la noche para descansar antes de dormir, no tienes el cuerpo para fiestas ni el cerebro para concentrarte y lo más probable es que acabes viendo alguna bazofia en la tele y sucumbas en el sofá. Y cuando no tienes trabajo, aunque tengas más tiempo libre (que no es además el caso cuando te tienes que ocupar de tu familia y tu casa), tampoco tienes dinero para gastarlo en actividades de ocio, que en esta sociedad rara vez suelen ser gratis. Así que para mucha gente su escaso tiempo de ocio se reduce a tragar mierdas tipo El Hormiguero o irse al parque a comer pipas y fantasear con unas vacaciones de las de pulserita. Estamos tan hechos polvo que sólo aspiramos al encefalograma plano, como una versión low cost del nirvana.

Lo entiendo, muchas veces me siento así. La mitad de los días, después de acostar a mis hijos, no me quedan ganas ni de ver un triste capítulo de una serie o de leer unas pocas páginas, sólo quiero dormir. Leer, ay, lo que me cuesta. Eso tal vez es lo que más me duele, he perdido por completo la capacidad de concentración y hasta las ganas de leer, con lo que yo he sido. Pierdo tiempo en las redes sociales como una gilipollas y luego no leo. Ojo, esto no es una diatriba contra las redes sociales, que me son útiles para mantener el contacto con amigos y gente a la que aprecio en general. Lo que me da pena es que me pasa como a Steven Tyler, al que una vez le preguntaron qué echaba de menos de su juventud y respondió: “Mi cabeza”. Al menos él se había frito las neuronas con las drogas, eso que se llevaría. Yo tengo el cerebro frito porque ya estoy mayor, por el estrés que me provocan las preocupaciones y por la puta pandemia que me ha terminado de rematar.

En fin. Si estás leyendo esto y te sientes como yo o peor, que sepas que no estás solo. No hagas caso a los que te quieren vender sus mierdas de energías positivas, programación neuropollística y otros timos pseudocientíficos. Lo que necesitamos son trabajos con sueldos decentes y condiciones laborales dignas, una sanidad y una educación públicas con los recursos suficientes para atendernos a todos y vivienda asequible para todo el mundo. Y, sobre todo, respetar a todas las personas, sea cual sea su condición. Esa cosa tan loca y tan comunista que sale en no sé qué artículo de la Constitución, que debe de estar impresa en papel de librillo porque todos los que mandan se la fuman. Mientras conseguimos esos objetivos votando sólo a quienes los promuevan, protestando y reivindicando lo que nos corresponde siempre que haga falta y ejerciendo los derechos que aún conservamos en teoría, quiero que seáis conscientes de que no estáis solos. Somos muchos. Soy ingenua, lo sé, pero me niego a aceptar que nuestro único futuro es Soylent Green. Como decía Rosendo, prefiero pensar que mañana nada va a ser igual.


Por si no escribo nada más hasta el próximo año, os deseo unas felices fiestas y que el año que viene sea mejor que éste. Yo creo que no es difícil.